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Barcelona, tres de julio del año 2025

Por 21 de julio de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Al oír el chirrido del frenazo me volví alarmado, pero era el Ferrari propulsado por energía láctea de Jaume Destrals, un amigo de la infancia. Subió a la nube artificial y se vino hacia mí luciendo una sonrisa gloriosa: "¡Ya lo habrás visto! ¡Estoy pagando veinte veces más que tú!". En efecto, el nuevo gobierno de extrema derecha había publicado las declaraciones de Hacienda para poner de manifiesto la alta aportación de las empresas y la muy escasa de los labriegos, pescadores, artesanos, obreros manuales y funcionarios, población a extinguir. Jaume, dueño de una cadena de hoteles y otra de prostíbulos, fulguraba: "¡Y a cambio recibo lo mismo que tú! ¿Cuánto me cuesta la autopista, cuánto me cuesta un sello? ¡Lo mismo que a ti, pero tú pagas veinte veces menos que yo!".

Le agradecí su solidaridad y traté de escapar a tanto entusiasmo, pero no iba a ser fácil. Desde el colegio le había estado yo sermoneando con mi marxismo prehistórico y ahora se tomaba la revancha. Insistió:

"¿Y mi barrio? Durante años he visto cómo el dinero del Ayuntamiento se iba a los barrios pobres. Los han saneado, urbanizado, modernizado. ¡Tienen incluso bibliotecas y colegios! Pero en Pedralbes, donde vivimos quienes más aportamos, ¡ni un monumento a Cambó, nada, no han hecho absolutamente nada! ¿Te parece justo? Los que más pagamos para el bienestar común somos los que menos recibimos a cambio. ¿Quieres un habano?"

Acepté el cigarro y de nuevo le di las gracias humildemente por su largueza, su desprendimiento, su generosidad, su capacidad de sacrificio, le dije cómo admiraba el método científico que utilizaba para hacer trabajar a los demás por muy poco dinero y así contribuir más solidariamente a Hacienda. Luego, avergonzado, traté de escapar. No hubo modo. Se acercó para encenderme el puro con su teléfono biónico y me guiñó un ojo.

"Y eso que sólo declaro una parte ridícula. Si hiciera una declaración verdadera, besarías la tierra que piso". Plegó la nube, volvió al Ferrari y salió disparado agitando el puro. Me sentí asquerosamente egoísta…

Artículo publicado en: El Periódico, 19 de julio de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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