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Por favor, di algo de izquierdas

Por 15 de febrero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Las elecciones en Italia son el 9 de abril, pero desde que uno llega, tiene la impresión de que el único candidato que concurre es Berlusconi. Sus monumentales pancartas atiborran las carreteras, repletan las estaciones de trenes, ahogan el paisaje de las diferentes ciudades. La izquierda de Romano Prodi, imagino que por falta de recursos, se limita a pegar afiches en las paredes. Y donde consigue colocar verdaderos paneles publicitarios, los estrategas de Forza Italia los rodean con los suyos hasta ahogarlos.
La guerra publicitaria no sólo muestra la cantidad de artillería con que cuenta cada una de las opciones políticas, sino también la calidad de su armamento retórico. La derecha ha montado una campaña llamada “No, gracias”, basada en el miedo al cambio. Bajo la límpida sonrisa post-lifting de su líder Berlusconi, las consignas son: “¿Más impuestos sobre tus ahorros? No, gracias”. “¿Más impuestos sobre tu casa? No, gracias”. Uno de los carteles más grandes en la estación de Milán dice “La izquierda dice que todo va mal. Dejemos que pierda”.
Esta parte de la campaña apela al votante conservador estándar: el hombre satisfecho con sus posesiones, cuya mayor preocupación es que no se las toquen. Pero otros avisos son de un inesperado alarmismo. Berlusconi acusa de “comunistas” a sus rivales, y recuerda constantemente en los medios que el comunismo trajo al mundo sólo “miseria y muerte”. La campaña se completa con las preguntas: “Los antiglobalización al gobierno? No gracias”. “¿Inmigrantes clandestinos sin control? No, gracias”. Para Forza Italia, un gobierno de izquierda sumiría al país en una especie de caos polpotiano de africanos saqueando los bancos y las casas de los honestos italianos.
Cuesta imaginar al apacible y más bien soso Romano Prodi como un sanguinario Stalin o un agitador antisistema. De hecho, su estable currículum como líder de la Comunidad Europea debería servir para contrarrestar la campaña que lo pinta como un pelucón rebelde enloquecido. Y sin embargo, la coalición ha optado por una estrategia diferente. Su contracampaña se titula, “Hoy y mañana”, y sus principales eslóganes son los siguientes: “hoy ilusiones, mañana soluciones”, “hoy privilegios, mañana derechos”, “hoy discriminación, mañana derechos civiles.” Otros carteles prometen “esperanza” y “apertura”.
Ahora bien, contra la campaña concreta de Forza Italia ¿no son un poquito abstractos esos conceptos? Si alguien me acusara ante un jurado de querer entrar en su casa y robarle ¿Sería convincente que yo le respondiese: “yo sólo quiero llevarle alegría”? Quizá sería más productivo demoler su acusación. Del mismo modo, la campaña de Berlusconi es fácil de desbaratar con argumentos ante la opinión pública italiana. Pero la izquierda se empeña en caer en los mismos estereotipos de idealistas sin programa que sus enemigos les achacan.
Esa indefinición de propuesta es uno de los grandes obstáculos para la unidad de izquierda de todas partes. Pero la italiana ni siquiera ha conseguido unidad de logotipo. Los carteles llevan por firma el arbolito de los Demócratas de Izquierda al lado de la rama de la agrupación El Olivo. Entre semejante diversidad botánica, los propios izquierdistas italianos están confusos. La gente a la que le pregunto sabe que votará por Prodi, pero no sabe ni cómo se llama la coalición.
Mi amigo el ensayista peruano Eduardo Dargent solía decir: “la izquierda debería entender que no tiene el monopolio de la bondad”. Las campañas basadas en valores y no en propuestas aglutinan a los votantes tradicionales, pero no atraen a los indecisos que inclinan las balanzas electorales. Es decir, convencen a los que ya estaban convencidos. Quizá sea un problema de planeamiento de campaña, o quizá, en efecto, la izquierda esté tan dividida que no sea conveniente, ni siquiera posible, articular una propuesta clara. En cambio, la derecha siempre sabe perfectamente lo que quiere.
En una memorable escena de la película Abril, Nanni Moretti se desespera ante el televisor, donde un candidato concede una entrevista. Angustiado, Moretti le repite a la pantalla: “di algo de izquierda, por favor, di cualquier cosa de izquierda”. Todo el mundo quiere un mundo mejor, pero cuando ése “algo de izquierdas” resulta difícil de encontrar, ganar elecciones se vuelve una cosa de derechas.

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