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Más de la misma historia

Por 12 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

He seguido la discusión en este blog entre Fogel y Figueras sobre hasta qué punto el giro a la izquierda de América Latina es un cambio real o más de la misma historia. Y me ha recordado una anécdota:
Hace un tiempo, como parte de una investigación periodística, hablé con un simpatizante de Sendero Luminoso. Después de un rato de entrevista informativa, apagué la grabadora y discutimos un poco más. Yo argumenté que las revoluciones comunistas habían fracasado en todos los sitios donde se habían intentado. Pero él respondió: “en este país, lo único que ha fracasado es lo que tú llamas democracia, porque en grandes zonas del campo no tenemos agua, ni luz, ni educación, ni salud. Porque la policía no inspira confianza sino miedo ¿Cómo vas a convencer a esa gente de que puede haber un sistema peor? ¿Qué quieres? ¿Qué voten a los conservadores? ¿Para conservar qué?”
Ahora, en el Perú, crece la candidatura de Ollanta Humala. Significativamente, Humala duplicó sus votos a partir del día en que Fujimori cayó preso en Chile y su posible candidatura se extinguió. Porque muchos de sus votantes lo estaban esperando a él. Significativamente, su intención de voto más alta está en la Sierra Sur, la zona en que más creció Sendero Luminoso.
Los simpatizantes de esas tres opciones son casi los mismos. No están pensando si eres de derecha o izquierda. Al contrario, quieren a alguien que no parezca un político.
Creo que en la América Latina no hay más de lo mismo. Los gobernantes, incluso los autoritarios, han conseguido el poder en las urnas. Hace treinta años era otro el panorama. Pero al menos en los países andinos, los votantes no están satisfechos con lo que les ofrece la democracia tradicional. El propio caso de Toledo es sorprendente: en un país con una tasa de crecimiento sostenida y alta, mimado por el FMI, con estabilidad institucional, el gobierno tiene una desaprobación del 86%.
Guste a quien le guste, hay un delicado equilibrio en juego. Los países andinos no quieren más de nada de lo mismo: ni revoluciones aventureras ni una democracia que profundiza los abismos sociales. Porque en el terreno –que no en nuestros deseos- quizá la alternativa real a Humala (o a Chávez, o a Fujimori) no sea Lula sino Sendero Luminoso.

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