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Los primeros crímenes de 2006

Por 5 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Las noticias de la prensa española en la primera semana del año pintan un país feliz: en 2005 se redujeron los accidentes de tráfico, los fumadores han encajado la ley anti tabaco con resignación y buen humor, España se ha salvado de la crisis de suministro de gas ruso, la economía no está mal. Y sin embargo, dos periódicos y un canal de televisión han emitido, bajo distintos titulares, tres noticias: las de las primeras víctimas de violencia doméstica en este año.
Todas son tremendamente brutales: un hombre asfixió a su mujer con una almohada. Otro le disparó a la suya con una escopeta de caza mientras ella recogía aceitunas. Y la última asesina fue mujer: ella degolló con un bisturí a su novio.
Los dos varones representan el caso más habitual de violencia doméstica: tipos irascibles, incapaces de controlarse, que matan en un acceso de ira: ambos tenían antecedentes de violentas discusiones con sus parejas, y sobre ambos pesaban sendas órdenes judiciales de alejamiento. Esta vez, simplemente, fueron más allá de lo que ellos mismos creían. Significativamente, pasado el arrebato, ellos mismos llamaron a la policía, confesaron su crimen, se entregaron y colaboraron. Uno de ellos incluso guió a las autoridades hasta el arma homicida.
Más extraño es el caso de la asesina. Ella parece haber sostenido una gran batalla interior antes de decidirse. No vivía con su víctima, y dejó en su casa una nota suicida para que la encontrase su hija. Es decir, salió ya determinada a lo que iba a hacer, llevando un bisturí de su trabajo –era enfermera-, y a la vez dejó indicios que permitiesen detenerla a tiempo. Pero nadie la detuvo.
Según el periódico, después de degollar al hombre, la mujer llamó a su hija y le anunció que había cometido “una barbaridad”. Luego ingirió barbitúricos en un intento de suicidio, pero falló. Cuando llegó la policía, ella misma les abrió la puerta, derrotada, como si hubiesen llegado demasiado tarde y demasiado temprano, precisamente en el momento en que no debían.
Me pregunto si el género determina de alguna manera el tipo de asesino que uno es. O si es la personalidad la que hace que algunos maten por una explosión de rabia y otros de un modo premeditado y doloroso, como quien se enfrenta a un trabajo desagradable y obligatorio.

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