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La naturaleza humana según Brooke Shields

Por 27 de abril de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Hace unos días pusieron en la televisión La laguna azul, la película de 1980 cuyo mayor mérito es mostrar a Brooke Shields semidesnuda durante buena parte del metraje y completamente desnuda el resto del tiempo. En el argumento, ella y un jovencito rubio naufragan en una isla desierta durante su niñez, y pasan ahí años descubriendo su sexualidad y sus sentimientos de modo natural, sin la interferencia de una sociedad. A continuación, la naturaleza humana al desnudo según Brooke Shields:

1. Según la peli, si dos seres humanos de unos siete años cayeran en una isla desierta solos –su improvisado tutor muere al poco de llegar-, aprenderían por sí mismos a construir una cabaña de juncos de varios pisos con puertas falsas, terrazas y resbaladeras. Un triplex tropical cómodo y funcional. Lo que sí les costaría trabajo es, a pesar de ir todo el día en pelotas, dejar de llamar “bultitos” a los pechos y “cosita” al pene.

2. No obstante esos eufemismos, no les supondría ningún tipo de problema técnico descubrir el correcto uso de los bultitos y las cositas por sí mismos y sin asesoría. Eso sí, aún en condiciones de aislamiento, la chica se resistiría durante un buen tiempo antes de consumar -que para eso una es una dama-, obligando al joven a autogratificarse de un modo que debe haber aprendido por telepatía. 

3. Mientras estuviesen en tierra, sus cuerpos se mantendrían perfectamente estables. Al parecer, sus hormonas de crecimiento sólo se activarían al bañarse en el mar, y lo harían de porrazo: les caerían tres o cuatro años en cada baño. No obstante, a lo largo de todo el tiempo, sin importar las tormentas ni los caníbales, la chica y el chico tendrían el pelo perfectamente sedoso y bien peinado, y a ella nunca le saldrían pelos en las axilas.

4. Un día, como en Adán y Eva, ella cedería a la tentación de internarse en el bosque prohibido y encontraría una gigantesca cabeza de barro. Ella decidiría que eso es Dios y que hay que ir a adorarlo con regularidad. Él, por su parte, se negaría a abandonar su sofá. Es una suerte que no tenga un televisor.   

5. Todo eso más o menos sería la felicidad perfecta. No echarían en falta nada de su pasado, ni siquiera la comida o usar zapatos.

Mientras más pienso en esa película, más me alegra vivir en un mundo con contaminación nuclear, hornos microondas y pizzas congeladas. Lo otro es totalmente antinatural.      

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