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La ciudad y el perro

Por 25 de julio de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Lay Fun no es el tipo de animalito que quieres como mascota. Pesa unos cincuenta kilos y tiene ese sentido de la guerra que caracteriza a los rottweilers. De hecho, ha matado a un hombre. Pero lo más extraño es que, ahí donde lo ven, es un héroe nacional.

La historia comenzó cuando Lay Fun trabajaba como vigilante de seguridad en un estacionamiento de la avenida Abancay, en el barrio del Cercado de Lima. Por lo común, se limitaba a gruñirle a los sospechosos, trabajo de rutina y mal pagado, pero que desempeñaba con eficiencia. Hasta que una noche, un ladrón decidió entrar a robarse los electrodomésticos del lugar.

El plan del ratero era perfecto: soltaría a un gato en el estacionamiento para distraer al guardián y luego entraría. Pero Lay Fun no era tan fácil de engañar: se abalanzó sobre el ladrón con tal ansia que le abrió una arteria femoral a mordiscos. Al delincuente le bastaron unos veinte minutos en el suelo para morir desangrado.

Lay Fun y el gato fueron detenidos poco después, y llevados a un centro antirrábico. La ley considera responsable por las lesiones al dueño del perro. Pero el propietario se había dado a la fuga. La solución habitual en estos casos, como señalaron los periódicos, es sacrificar al perro.

Sin embargo, al día siguiente, había una manifestación enfrente del centro antirrábico. Más de cien personas exigían la inmediata excarcelación de Lay Fun: “sólo ha cumplido con su deber” afirmaban algunos. “La culpa es del ladrón. Total ¿Para qué se mete?” añadían otros. Las pancartas rezaban “Libertad para Lay Fun”, “Lay Fun = héroe”, “Lay Fun, estamos contigo”. Muchos de los participantes en la marcha expresaron su voluntad de adoptar al perro. Algunos activistas de la Asociación Amigos de los Animales trataron de ingresar en el centro antirrábico, pero fueron repelidos sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza. Posteriormente, un abogado se hizo cargo del caso. Según afirmó, representaría también al hermano de Lay Fun, Lay Fa, momentáneamente hospitalizado debido al ataque de un gato.

La historia de Lay Fun y su incierto destino fueron portada de varios diarios de la capital durante toda la semana. El debate oscureció inclusive las fechas previas al cambio de mando. Todo el mundo quería participar en la polémica: ¿debe ser sacrificado Lay Fun?, ¿o debe ser liberado por haber cumplido con su deber hasta las últimas consecuencias? Chats, mails, diarios, foros públicos. Lay Fun es el personaje de la semana.

Y es que, en una sociedad harta de la política y escéptica sobre su futuro, el debate político se traduce en otros ámbitos. En una ciudad insegura y violenta, cunde el miedo. Lay Fun representa la admiración por las soluciones contundentes. Y el ladrón, a pesar del dudoso currículo de ser humano, es sólo un criminal. Nadie sabe siquiera cómo se llama. Para la opinión pública, su vida vale menos que la de un animal. 

La historia tuvo un final feliz para los defensores de Lay Fun: la policía nacional decidió reclutar a Lay Fun para la guardia canina. No sólo le salvaron la vida, sino la pusieron al servicio de la nación. Fue recibido en la escuela policial como un ejemplo.

Mientras tanto, el gato del ladrón permanece olvidado en una jaula del centro antirrábico. En la última imagen que la televisión transmitió de él, lo acompañaba una lata de atún vacía. El propietario de Lay Fun permanece en paradero desconocido. Y el muerto sigue muerto, y aún carece de nombre.

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