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Invasión

Por 21 de julio de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

En la convulsa Caracas, donde unas 25 personas mueren cada semana en episodios violentos, la plaza de Altamira parece un remanso de paz. A pesar de la congestión de tráfico, luce verde y limpia, y su obelisco proyecta cierta ilusión de prosperidad. Y sin embargo, la apacible Altamira también ha tenido sus sacudidas. Es aquí donde se reunían los manifestantes opositores a Hugo Chávez, entre ellos, la periodista Cynthia Rodríguez: 

-El 11 de abril del 2002 nos concentramos en esta plaza para protestar contra la politización de Petróleos de Venezuela. Éramos quizá millón y medio de personas marchando. En un momento, un actor de telenovelas que lideraba la manifestación arengó a la gente para llegar al palacio de Miraflores. ¿Por qué el líder era un actor de telenovelas? Así es este país. Él había llegado a animador. Y eso en Venezuela es como ser Dios.

Bajamos a la estación. Las instalaciones del metro de Altamira no tienen nada que envidiarle a ningún transporte público europeo, y la frecuencia de trenes es incluso mayor que en Madrid o Barcelona. Pero cuatro estaciones más adelante, al abandonar el subterráneo, volvemos al mundo real. Entre la Plaza Venezuela y el barrio de Chacaíto se extiende el bulevar de Sabana Grande, una extensa calle peatonal infestada de vendedores ambulantes. Cynthia asegura su bolso y me advierte contra los ladrones. Luego continúa su historia de abril:

-Mientras nos dirigíamos al palacio, empecé a ver a gente que corría en dirección contraria a la nuestra. Algunos de ellos estaban ensangrentados. Llamé al periódico en que trabajaba, y me advirtieron que no continuase, que la cosa se estaba poniendo muy violenta, que regresase a la oficina inmediatamente. Ahí supe que había francotiradores esperando la marcha. Ese día hubo 20 muertos.

Ahora deambulamos por los puestos de venta callejeros, que los venezolanos llaman “buhoneros”. Hasta hace unos años, en el bulevar de Sabana Grande se concentraban las tiendas de ropa cara y joyas de diseño, y los inmigrantes españoles se reunían en las terrazas a tomar café. Los primeros vendedores ambulantes eran vendedores furtivos que corrían con sus bolsas de mercancía al ver a la policía. Hoy, las autoridades les permiten quedarse.

La mayor parte del comercio se realiza en la calle. Aquí puedes conseguir ropa interior, bisutería de Miss Universo, discos y películas de estreno, manicura, trajes de novia, artículos esotéricos o pequeños trabajos de costura. Las tiendas de lujo han ido despareciendo o transformándose, y las sobrevivientes sacan la mercancía a la calle para poder competir con los buhoneros. En Sabana Grande, donde los pobres estaban prohibidos, ahora hay que confundirse con ellos para sobrevivir.

-Ese mismo día, tras la violencia callejera, un grupo de altos oficiales exigió la renuncia de Chávez. Según dijeron, Chávez firmó la renuncia, pero nadie vio ese papel. El caso es que entonces, todo se empezó a volver muy confuso. Los medios no informaban con claridad. Nadie sabía qué ocurría. Repentinamente, gobernaba Carmona, un empresario que representaba a los grandes capitales, y anuló por decreto las decisiones que se habían tomado en referéndum. Todo de porrazo. Amanecimos con un prepotente y, horas más tarde, teníamos a otro haciendo exactamente lo contrario. Y luego, para colmo, volvió Chávez. Todo en 24 horas.

No sólo las calles de Sabana Grande han sido ocupadas. En los alrededores del bulevar hay edificios vacíos que fueron tomados por familias bajo protección oficial. En los edificios se alquilan espacios para que los buhoneros guarden su mercancía. De ellos salen constantemente cajas y maniquíes de mujeres sin brazos pero con culos perfectos y respingones. Sabana Grande es una red, una ciudadela del microcomercio, una especie de zona liberada. Y al final, cuando llegamos a Chacaíto, termina también la historia de Cynthia:
   
-Nunca se supo quién disparó contra los manifestantes. Los chavistas dicen que fueron los opositores y viceversa. Yo, que participé en la manifestación, aún no sé para quién estaba trabajando, ni a quién apoyé realmente. En cuanto al actor de telenovelas que nos llevó hacia Miraflores, ahora vive en Miami.

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