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Evo en Hispania

Por 5 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Evo Morales ha pasado por España ofreciendo estabilidad a los empresarios españoles. Pero antes estuvo en Cuba y Venezuela proclamando la revolución. En Madrid manifestó su interés por trabajar con los Estados Unidos. Pero ante Al Yazira declaró que Bush es el único terrorista. En su breve gira previa a la toma de gobierno, Evo está tanteando las reacciones de los diferentes auditorios, y a todo el mundo le dice lo que quiere escuchar.
En todo caso, si algo se puede sacar en claro es que el eje de Castro y Chávez tiene un miembro nuevo. Y los tres promueven al peruano Ollanta Humala para continuar extendiéndose por la región. Su enemigo natural, el Gobierno norteamericano, guarda un cortés silencio. Ya sabe que montar un escándalo no le sale rentable. De hecho, el primer subidón electoral de Evo en 2002 se debió precisamente a una rabieta del embajador que les cayó bastante antipática a los bolivianos.
Ante eso, los países latinoamericanos más grandes se frotan las manos, porque ellos actúan como mediadores. Para Brasil y para Argentina -que acaba de cancelar su deuda con el FMI- el eje socialista es un balón de oxígeno en la carrera por independizarse económicamente de Estados Unidos. Mientras exista Chávez, Kirchner será un ejemplo de moderación, y Lula, un aliado regional. Venezuela y Bolivia poseen, además, la reserva energética que necesitan sus industrias. Lo mejor para su desarrollo es que esa reserva esté en manos de los estados.
El contexto pone a España en una situación difícil. Chávez y Evo promocionan a Zapatero -a su pesar- como una especie de camarada revolucionario. En respuesta, el Gobierno español procura presentarse internacionalmente como el mediador natural entre ellos y Estados Unidos. Pero, claro, para mediar entre ellos necesita mejorar sus relaciones con Estados Unidos. Y si lograse eso, aún tendría que definir qué ofrece España para la región que no ofrezca ya Brasil, por ejemplo. Y aún si consiguiese elaborar una oferta tentadora, le faltaría explicar cómo defenderá los intereses de los gobiernos latinoamericanos y, a la vez, los de los capitales españoles como Repsol.
La encrucijada política que le espera al Gobierno del PSOE en América Latina muestra las dificultades de situarse ideológicamente a la izquierda cuando se gobierna un país rico. Resolver esas dificultades podría situar a Zapatero a la vanguardia de las relaciones internacionales. Pero hay que resolverlas.

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