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Blogs de autor

El taxista que jugó con Maradona

Por 30 de mayo de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Es difícil escribir sobre Argentina. Cuando viajo a un lugar del que no sé nada, como Marruecos, todo me llama la atención, cualquier detalle da para contar una historia. Cuando voy a cualquier otro país de América Latina, por el contrario, me bastan unos minutos para comprender los códigos, los sobreentendidos, las situaciones, porque son equivalentes a los del Perú. Pero en Argentina, siempre tengo la sensación de que algo se me escapa, de que hay una parte del código que no llego a entender.

Quizá se deba a que éste es un país con más clase media, y un país hecho por inmigrantes, de modo que los conflictos habituales de los demás latinoamericanos aquí no operan. Por lo que sea, el caso es que me paso un día entero rumiando ideas, sin saber qué cuernos escribir para este blog. Un periodista me sugiere visitar las tiendas de armas de una céntrica galería comercial, pero cuando voy, no hay más que un pequeño puesto de cuchillos. No me sirve, y las horas pasan sin saber de qué escribir.

Aún no lo sé cuando tomo el taxi para la presentación de mi novela, en la Boutique del libro de Palermo. Estoy inquieto y de mal humor. Por eso, cuando noto que el taxista quiere conversar, trato de responder con monosílabos para ver si se aburre. Pero es inconmovible:

-¿De dónde es usted?
-Soy peruano.
-¡Ah! Tenían buen equipo de pelota.
-Sí. Cuando los partidos eran en blanco y negro.
-No. Aún mucho después. Lo sé porque yo jugaba por el equipo argentino.
-¿En serio?
-Yo jugaba con Maradona.

Mientras el taxi abandona la avenida Corrientes, pienso: porteño mentiroso ¿esperas que te crea este cuento para turistas? Pero él continúa:

-Jugamos en la categoría juvenil. Primero fuimos al Sudamericano de Uruguay, luego al mundial de Tokio, en el 79. Y lo ganamos. 3-1 les dimos a los rusos.

Sí, hombre, y yo soy el Nene Cubillas.

Desde donde estamos aún se ve el obelisco, cada vez más lejos. No es tan grande como Maradona, pero también es un símbolo. Trato de pillar al taxista en alguna mentira:

-¿Y no jugó en la de mayores?
-No me convocaron. Tampoco duré mucho en el fútbol. Jugué en el Español cuatro años más y me lesioné la rodilla. Dos veces me lesioné. La segunda acabó con mi carrera.
-¿Y cómo era Maradona?
-Un pibe más. Igualito. Luego ha cambiado.
-¿Cómo ha cambiado?
-Un hijo de puta se volvió.
-¿Ah, sí? ¿Qué te ha hecho?
-No, a mí, nada. Pero a muchos otros los ha tratado muy mal. Yo debo haberlo visto unas diez veces más, y siempre fue un pedante que se creía más que todos los demás.
-¿Por ejemplo?
-Lo que te digo, un hijo de puta.

Por más que lo intento, no consigo sacarle detalles sobre cómo se volvió Maradona tan mala gente. Quiero alguna anécdota sórdida, al menos picante, pero el taxista se limita a repetir su adjetivo. Al final, antes de bajar, le pregunto su nombre.
Minutos después, le pregunto a Fernando, el librero de la boutique, si Argentina ganó el mundial juvenil de Tokio en 1979.

-¡Claro! Todos madrugamos ese día para ver el partido. 3-1 les dimos a los rusos.
-¿Y te suena el nombre de Sergio García?
-Era el portero. Era bueno. Pero no se volvió a saber de él. Creo que jugaba en el Chacarita o en el Español.

Por la noche, al volver al hotel, busco datos en Internet sobre esa final, de ser posible, sobre ese portero. Me encuentro con unas declaraciones de Maradona sobre el mundial juvenil: "nunca me divertí tanto dentro de una cancha. Sacando mis hijas, me cuesta encontrar una alegría semejante". También encuentro un artículo de Página 12 que conmemora las bodas de plata del campeonato y narra un conversatorio entre ocho de los participantes, incluidos el entrenador del equipo, César Menotti y el portero García. Todos recuerdan el equipo con ilusión. Uno habla de Maradona como “un pibe que tenía la misma alegría dentro y fuera de la cancha”. Otro añade: “Cuando fuimos a Japón, Diego ya era una figura a nivel mundial, y jamás hizo diferencias con sus compañeros”.

Más abajo, en la misma nota, leo que el gobierno trató de convertir la final de Tokio “en una manifestación política contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que recogía denuncias de familiares de desaparecidos en la Avenida de Mayo, intentando manipular para beneficio de la dictadura militar lo que había sido una conquista deportiva legítima”.

Escudriño la minúscula foto que ilustra el artículo tratando de reconocer al taxista en el borroso caballero que abraza a Menotti. Supongo que puede ser, como también puede ser cualquier otro. Pero me pregunto, ¿qué le habrá hecho Maradona? De verdad, lo odia.

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