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El futuro fue ayer

Por 17 de febrero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Acabo de terminar Ubik, una novela del autor de culto de ciencia ficción Philip K. Dick. Quizá crees que no sabes quién es Dick, pero si has visto películas como Blade Runner y Minority Report, sí lo sabes. Philip K. Dick es la mente retorcida detrás de esas historias futuristas que llevan al límite nuestras nociones sobre la humanidad, la libertad, la memoria o el tiempo.
Ahora bien, leído en el año 2006, el futuro según Dick está un poco pasado. En el mundo ultramoderno que nos pinta su novela, publicada en 1969, la televisión se activa a distancia con un deslumbrante… pedal. A Dick no se le ocurrió que habría controles remotos inalámbricos.
Lo mismo ocurre con la tecnología de la comunicación. Cuando los personajes requieren un documento, lo piden por teléfono y el papel es velozmente enviado a una ranura, una especie de buzón que hay en todas las oficinas y domicilios. Internet era una fantasía demasiado delirante, incluso para Dick.
Hasta los videófonos, teléfonos con pantalla, se le quedaron cortos a su prolífica imaginación. Hoy en día, sus funciones son cubiertas por teléfonos portátiles que, además, llevan Internet y computadora incorporada. Puedes trabajar desde la playa si quieres. En el mundo de Ubik, en cambio, para cualquier gestión de trabajo, te buscas una oficina. Y, por cierto, te aguantas el humo, porque eso sí, no existe ese imprevisible invento que son las leyes antitabaco.
Nuestra vida cotidiana ya es de ciencia ficción. Usamos computadoras portátiles en los metros y los trenes, y los autos tienen sistemas GPS que le indican el camino al conductor. Hay alimentos transgénicos, y los robots ya están incorporados en buena parte de la industria tecnológica. Tenemos chats y blogs, y podemos armar tertulias virtuales y videoconferencias que reúnan en la misma mesa a personas separadas por océanos. Nada de eso imaginaron Dick ni Ballard ni los más exagerados visionarios del siglo XX.
Ahora bien, si se quedaron cortos en los cambios de la vida cotidiana, los autores de ciencia ficción sobreestimaron las grandes transformaciones. En Ubik, los humanos han comenzado la colonización de otros mundos, y viajar a la Luna es tan fácil como tomar un puente aéreo. Pero en nuestro deslucido siglo XXI, hay pocos destinos turísticos en el sistema solar y ninguno baja del millón de dólares.
También la historia política les ha jugado una mala pasada a los visionarios. Ubik prevé la disolución de Estados Unidos y el cambio del dólar por una moneda llamada poscred. En un momento, refiriéndose a figuras muy antiguas y desaparecidas del globo, menciona a Fidel Castro. La novela está ambientada en 1992. Catorce años después de eso, EEUU sigue ahí, Castro también, y el tono de sus relaciones ha cambiado muy poco.
El siglo XXI nos ha traído un mundo mucho más cómodo y libre de humo en el que nada ha cambiado en el fondo. Incluso la bomba atómica, pesadilla favorita de la ciencia ficción que se creía extinguida, está volviendo a aparecer en el periódico. Como van las cosas, el planeta explotará, pero podremos verlo en vivo y en directo, en un televisor de pantalla plana, y comentarlo con los amigos en el chat.

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