El autor de los discursos de George Bush se retira. Y no para escribir westerns, como sugerirían las frases del presidente tipo “un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer”. En realidad, el señor Michael Gerson, a sus sólo 42 años, ha sufrido un infarto debido al exceso de estrés, y después de poner en orden su vida, ha decidido buscar un trabajo más pacífico.
Usted se preguntará: “¿Un autor de discursos? ¿Exceso de estrés?”. Pues por lo visto sí. Desde que se unió a la campaña presidencial republicana en 1999, Gerson ha sido uno de los miembros más importantes del círculo íntimo de Bush. El Washington Post lo considera uno de los mejores autores de discursos de los últimos años. Y según un asesor del republicano Dan Quayle, es posible que Gerson “haya tenido más influencia en la Casa Blanca que cualquiera que no haya sido jefe de gabinete o consejero de seguridad nacional”. Quizá es que tiene un título con mucha demanda: Gerson es graduado en teología.
A él debemos, pues, ese lenguaje bíblico al que recurre el presidente para justificar sus cruzadas. La confrontación entre el eje del bien y el eje del mal surgió de su pluma. Y también lo hizo el término conservadurismo compasivo, con que los republicanos justifican el gasto social apelando no a la justicia sino a la caridad.
Pero sobre todo, de su pluma surgieron los términos que debieron justificar la decisión más polémica de Bush: la guerra de Irak. La defensa preventiva, por ejemplo, que es la manera más creativa de decir ataque, es un concepto que permite argumentar a favor de la necesidad de invadir a un país que no hay ninguna razón para invadir.
Lo mismo ocurre con daños colaterales –aunque creo que esta frase ya venía de antes-, un término que refiere a gente que se muere pero que no forma parte de la que queríamos matar en defensa de la vida, muertos que, en el fondo, han muerto por una buena razón dirigida con mala puntería: niños, ancianos, esa clase de gente que se interpone en el camino de las balas.
Supongo que la última obra de Gerson fue el término acciones de guerra asimétrica, con que las fuentes oficiales norteamericanas designaron al suicidio de tres prisioneros sin condena en la cárcel de Guantánamo. No tengo claro qué quiere decir eso, pero imagino que les achaca a esos hombres la responsabilidad por pelear asimétricamente, o sea, por ponerse a hacer cosas que sus carceleros no están dispuestos a hacer, como suicidarse. Y eso, claro, es una manera muy injusta de pelear.
Las palabras, a menudo, no sirven para mostrar la verdad sino para ocultarla, aunque en ese caso es necesario retorcerlas, comprimirlas, estrujarlas y darles vuelta. Imagino que es un trabajo muy estresante ese, así que celebro que, de momento, el piadoso evangélico Michael Gerson haya decidido dedicarse a actividades más relajantes. Yo le sugeriría que pruebe con el origami.