Skip to main content
Blogs de autor

Dislexia

Por 19 de diciembre de 2005 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Estoy tratando de ser de izquierda, pero no tengo claro qué significa eso exactamente. Si uno es de izquierda ¿Está a favor de la guerra en Irak, como la izquierda inglesa? ¿O en contra, como la derecha francesa? ¿Uno es nacionalista como Evo Morales? ¿O nacionalista como Le Pen? Y, por cierto ¿Uno está a favor o en contra de los subsidios agrarios?
Porque la política de subsidios agrarios europeos ha sido en las últimas semanas el mejor ejemplo de la dislexia del nuevo orden mundial. Ha terminado por ceder ante los golpes de todos los flancos en la reunión de la Comunidad Europea y en la de la OMC. En la primera, el liberalismo británico la ha acusado de ser un lastre económico costoso e ineficiente. En la segunda, los países pobres consideran que la protección de los cultivos europeos crea pobreza e injusticia, porque no permite competir libremente a los productos de América Latina o África a pesar de que tengan mejor calidad y precio.
Ésta crítica, encabezada por el representante brasileño, es la piedra de toque de la izquierda latinoamericana encabezada por Lula. Y es una crítica incómoda. ¿Qué puede responderle la izquierda europea? ¿Puede aceptar que sus campesinos pierdan sus subvenciones? Y si defiende esas subvenciones ¿Con qué autoridad puede pedir un mundo más justo? Y, ya por ponernos pesados ¿Lula es de izquierda? Porque el liberal Álvaro Vargas Llosa lo considera un peligro para el libre mercado, pero los sectores disidentes de su propio partido lo acusan de no haber cambiado nada en realidad.
Cuando el mundo no se acomoda a nuestros parámetros, es posible echarle la culpa al mundo. Pero parece más sensato revisar nuestros parámetros. Los referentes de izquierda y derecha que servían para describir un mundo polarizado no parecen capaces de explicar un mundo con una economía globalizada. Y sin embargo, sí hace falta un discurso que oriente los cambios. Porque hay mucho que cambiar.
La propuesta de extrema izquierda es volver el sistema de revés. Ahora, eso es más una queja que un programa. Mientras se nos ocurre cómo cambiar el mundo, parece que tanto los antisistema como los más moderados están de acuerdo en la necesidad de reglas iguales y negociaciones justas, del tipo “yo quito mis subsidios pero tú abres tu mercado a mis servicios”. Los antisistema consideran que creer en una negociación justa es iluso debido a los abismos económicos que separan a unos países de otros. Los más moderados creen que es lo único que cabe hacer para reducir las desigualdades.
Recientemente, el escritor Jorge Benavides me dijo: “antes queríamos cambiar el mundo. Ahora nos conformamos con que no se venga abajo”. Va a ser eso, ser de izquierda: tratar de que se pongan de acuerdo los leones antes de que se coman el circo.

Close Menu