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¿Qué antiguos son los vascos?

Por 22 de mayo de 2015 Sin comentarios

Eduardo Gil Bera

Lo primero que ha de saber el aficionado es que la toponimia mayor del meollo del cogollo del país vascohablador es céltica. Lesaka, Mundaka y Apodaka son nombres celtas, Bidasoa (del famoso dúo divino Vidaso y Thana) es un dios fluminal celta, como Smerdatius, el  dios celta que dio nombre a la multitud de ríos Merdanchos de la que ya hablamos, Deba, Deio, Baztan, Munda, Ulzama y un ciento más de topónimos cruciales son celtas. En la propia lengua vasca hay palabras puramente celtas como “andere”, y se emplean sufijos de origen celta como -egi y -aka.
 
Aparte de la evidencia de que los vascos son posteriores no sólo a las diversas oleadas preindoeuropeas sino en concreto a las emigraciones célticas, se evidencia que la lengua vasca es el resultado del encuentro entre el latín y el celtibérico que se hablaba en el área vascónica y estaba mestizado con otras lenguas preceltas indoeuropeas como el lusitano, y con otras no indoeuropeas como el aquitano. Hay que tener presente que los vascones no hablaban vasco —hasta donde sé, Perex Agorreta ha sido la única investigadora que ha sostenido esta evidencia— sino variantes celtibéricas porque sencillamente la lengua vasca aún no existía antes de los romanos.
El latín es tan importante en la lengua resultante de ese encuentro con las hablas celtibéricas del área vascónica, tan determinante de la morfología, la sintaxis, la fonética, el vocabulario y la conjugación que permite datar la lengua vasca a partir de ese encuentro, o sea hace algo más de dos mil años.
Otra cosa es el país supuesto como tópicamente vasco desde el neolítico, que es la vertiente cantábrica, pero donde los vascos viven, como mucho, desde la Alta Edad Media. La toponimia más antigua es celtibérica: Bidasoa, Baztan… y la toponimia vasca no sólo es posterior, sino que ostenta prestamos como ‘saro’ (en el nombre de la población de Sara, en la comarca Saroeta…) que proceden el romance y a su vez del árabe. 
Los vascos medievales que poblaron la vertiente cantábrica procedían de la vertiente mediterránea. La toponimia muestra casos como Oteiza y Lerín que revelan un éxodo medieval del Ega al Bidasoa. La emigración hacia el sur no era factible porque estaban los moros, así que aquellos vascos excedentes tuvieron que poblar el territorio más montañoso y menos propicio para el cereal, la viña y el olivo.
Un topónimo elocuente de la expansión medieval vasca es Essamberro (documentado entre otros sitios en Elgorriaga y hoy llamado Txinber) que es la forma original de las numerosas variantes Javier, Jabierre, Chavarri… y del apellido Sanzberro. Significa colonia, nueva población. La presencia de esas variantes, y en particular Bascoteguia en Bearn (siglo XIV) y Bascuri en Vizcaya (siglo XI) representan los puntos máximos alcanzados por la expansión medieval vasca.
Resumen: la lengua vasca tiene unos dos mil años y alcanzó su máxima expansión hace mil. Su composición aproximada es latín y romance en un 80 %, celtibérico un 10 %, otros indoeropeos precélticos otro 5 %, y el restante 5 % está conformado por los oligoelementos aquitanos que son los que la hacen original y distinta de sus hermanas indoeuropeas.
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Eduardo Gil Bera

Eduardo Gil Bera (Tudela, 1957), es escritor. Ha publicado las novelas Cuando el mundo era mío (Alianza, 2012), Sobre la marcha, Os quiero a todos, Todo pasa, y Torralba. De sus ensayos, destacan El carro de heno, Paisaje con fisuras, Baroja o el miedo, Historia de las malas ideas y La sentencia de las armas. Su ensayo más reciente es Ninguno es mi nombre. Sumario del caso Homero (Pretextos, 2012).

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