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Curioso Disraeli

Por 18 de noviembre de 2013 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Eduardo Gil Bera

La literatura miscelánea, un clásico grecorromano y medieval, tuvo un repunte dorado en el siglo XVI, cuando Silva de varia lección, de Mejía, o Reloj de príncipes, de Guevara, fueron bestsellers europeos e inspiradores de   otras obras compilatorias como los Ensayos de Montaigne, cumbre del género, y el Jardín de flores curiosas, de Torquemada, éxito simultáneo en francés, inglés, alemán e italiano, que Cervantes denigró en el Quijote y luego saqueó en Persiles. El género compilatorio aún tuvo a lo largo de la Ilustración autores de prestigio decantado, como Bayle, autor del Diccionario histórico-crítico, Feijoo con su Teatro crítico, Chamfort, con sus Caracteres y anécdotas, y Disraeli, el curioso epígono de todos ellos, y no el menos influyente, porque lo leyeron todos los autores ingleses decimonónicos, y su huella es perceptible desde Carlyle a Chesterton, pasando por Byron y Scott. 
 
El poeta Luis María Marina ha sido quizá quien más ha reclamado la necesidad de traer a Disraeli al castellano y ha traducido, a su vez, diversos fragmentos de Curiosidades de la literatura. Ahora, por fin, hay que felicitarse porque Isaac Disraeli ha sido traducido y publicado en un hermoso volumen titulado Un lector inglés por la distinguida editorial chilena Ediciones UDP. El honor es del narrador y traductor Ariel Magnus, que ha llevado a cabo por primera vez la tarea de preparar un libro con una selección de ensayos disraelianos. 
 
A lo largo de cincuenta años, Disraeli fue engrosando la singular cornucopia de ensayos literarios que tituló Curiosidades de literatura, anécdotas, caracteres, croquis y observaciones literarias, críticas e históricas. La primera edición data de 1791 y contiene 279 ensayos. La última, un año después de la muerte de Disraeli, es de 1849, con 276 piezas. El número parece estable y engaña respecto a la gran flexibilidad en la selección y naturaleza de los temas; sí es indicativo, en cambio, observar que una cincuentena de ensayos de la primera edición ya no aparecieron en las siguientes. Las ediciones posteriores dependen de la publicada por su hijo Benjamin Disraeli en 1881, donde se hallan también las noticias biográficas más conocidas del autor.
 
Magnus ha preparado un volumen con cinco ensayos disraelianos, sobre Shakespeare, Tomás Moro, Bacon, Hobbes y Sterne, y tres curiosidades literarias. La selección da una idea del particular bosquete ajardinado que cultivó y urbanizó Disraeli. La mayor parte deriva de su conocimiento libresco, siendo él principalmente estudioso y bibliófilo, y, en efecto, su obra ha sido repetidamente descrita como “biblioteca en miniatura”, pero en la amplitud y variedad de sus temas no se limitó al mundo de sus libros, de otro modo, no habría tenido una popularidad tan dilatada en un período tan largo. 
 
Por otra parte, el trasfondo cultural de Disraeli, preclaro descendiente de sefardíes, alcanza también Toledo, Italia, Holanda y París, no menos que Londres. Su punto de vista siempre añade un matiz y una perspectiva inéditas —Moro el utópico también era bromista y tenía más ganas de quemar herejes que Tertuliano; Bacon creía tan poco en la viabilidad literaria de la lengua inglesa como Federico II en la alemana; Hobbes se recreaba en ignorar las convenciones matemáticas más elementales…— y más allá del placer y la novedad de cada ensayo, se bosqueja una panorámica de curioso encanto: para Disraeli, curiosidad significa tanto investigación caracterizada por su especial solicitud, como inquisitivo deseo de informacion.
 
El género compilatorio, que en su origen podría llamarse simposíaco por su apoyo en el diálogo, derivó hacia la rareza, la curiosidad y la literatura del yo como fondo motriz. En Disraeli son visibles todas las fases del género, de modo que en esta biblioteca, cuya llegada a las letras en español hay que celebrar, siempre hay algo curioso para cada cosa.

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Eduardo Gil Bera

Eduardo Gil Bera (Tudela, 1957), es escritor. Ha publicado las novelas Cuando el mundo era mío (Alianza, 2012), Sobre la marcha, Os quiero a todos, Todo pasa, y Torralba. De sus ensayos, destacan El carro de heno, Paisaje con fisuras, Baroja o el miedo, Historia de las malas ideas y La sentencia de las armas. Su ensayo más reciente es Ninguno es mi nombre. Sumario del caso Homero (Pretextos, 2012).

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