Edmundo Paz Soldán
W ha estado royendo los cables sin descanso. De pronto, se apaga la luz. Se escuchan chillidos.
¡No otra vez, por favor!, dice A, molesto.
Tienes que madurar, insinúa N desde un laberinto de ceros y unos.
En la oscuridad, W se frota sus patas diminutas. Piensa: tan fácil que opinen ellos así, tan cómoda su actitud. No saben lo que es aburrirse sin sosiego, caminar continuamente por estos túneles buscando en vano algo que hacer. No saben lo que es mirar a los otros trabajando minuto a minuto mientras uno se da de golpes contra las paredes. La A cualquier rato tendrá una crisis existencial, pero al menos le ocurrirá por falta de descanso y no por exceso de tiempo libre. No tiene ni siquiera un fin de semana para recuperar el aliento. Antes, allí adentro, podía jugar con con @, pero en los últimos años @ parece haber encontrado su laborioso destino, su vocación de servicio.
Hay que ver cómo sufrieron M, K y L cuando cayó sobre ellos ese líquido denso que los paralizó durante un par de días. Ah, si supieran que W sufre de esa manera todo el rato, entonces podrían entender sus ganas de roer los cables y hacer que, de pronto, alguien allá afuera apriete la T y no haya respuesta. Ah, qué satisfacción, una pequeña venganza, ver que a alguno de sus compañeros le toca sentir por instantes lo que a W toda su vida.
Vuelve la luz. Alguien, allá afuera, quiere escribir "Walter". W se alegra y corre a su puesto de trabajo. Está listo para ser útil.
La tecla es apretada. W se hace un ovillo, recibe el impacto eléctrico; las chispas producidas reaparecerán mágicamente un poco más lejos de donde W está, en la pantalla.
No pasa nada. Todo se ha congelado.
¡Es tu culpa!, le grita A a W. Ahora creerán que es un virus y nos llevarán al taller.
Una gran oportunidad desperciada, se dice W refunfuñando. ¿Cuándo volverán a usar la W?
W piensa que, al menos, todos sus compañeros estarán ahora tan libres como él. Volverán a esos juegos con los que solían disfrutar, correrán por pasillos oscuros jugando al escondite, a los fantasmas. En el corazón inerte del sistema, ellos estarán más vivos que nunca.