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Versiones de Ron Hubbard

Por 10 de octubre de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Edmundo Paz Soldán

           Fui a ver la nueva película de Paul Thomas Anderson con la idea equivocada de que se trataba de una biografía de Ron Hubbard, el polémico y complejo creador de la Cienciología. No tardé en descubrir que en The Master Anderson no estaba interesado en una recreación de la verdad histórica; su punto de partida para crear a Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman) podía ser la biografía de Hubbard, pero luego se liberaba de la atadura de los datos históricos para entregar una memorable meditación sobre los impulsos que motivan a los individuos a abrazar cultos, religiones, una comunidad capaz de trascenderlos.

            Hubbard es un personaje ideal para una película o, mejor, una miniserie: su vida abarca multitudes. Nacido en 1911 en Nebraska, Hubbard fue un charlatán carismático; de acuerdo a Janet Reitman en su libro Inside Scientology, podía pasarse horas hablando de sus aventuras como explorador en el Amazonas, cazador en Africa, minero en las Indias Occidentales. Era un mentiroso patológico que escribía como desaforado, primero westerns, y luego, en los cuarenta, cuentos y novelas mediocres de ciencia ficción (tiene el record Guinness de más libros publicados: 1.084). Pero la ficción comercial tenía sus límites para un megalómano necesitado de dinero y reconocimiento, de modo, a principio de los cincuenta, Hubbard concibió la idea de fundar una religión. El resto, como se dice, es historia.

            Anderson está interesado en el Hubbard de principios de los cincuenta. Como Hubbard, Lancaster Dodd se vale de su talento de hiptonista para “regresar” a sus seguidores en el tiempo y hacerles volver a vivir el instante del nacimiento, trauma de origen que debe ser enfrentado si uno quiere una vida más plena. Dodd se topa con Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un ex-soldado psíquicamente golpeado por la segunda guerra mundial. Quell encarna el impulso irracional de perderse en una causa más grande que el individuo, y, a la vez, el lado indómito de la condición humana, capaz de resistir violentamente ese impulso. El Hubbard de Anderson, en cambio, reune varios elementos fundamentales de la idiosincracia norteamericana; Lancaster Dodd no solo es el hombre capaz de inventarse a sí mismo, mitologizarse a través de sus relatos, sino también el que sabe que buena parte del negocio es montar un gran show. Dodd canta, baila, hiptoniza, modula la voz, sonríe y se entrega a su público; podía haber tenido éxito en un circo o en Hollywood, pero, en vez de eso –o quizás por eso–, terminó fundando una religión (la religión es comercio, circo, actuación, sugiere Anderson).

            Hay otras versiones facinantes de Hubbard. Una de ellas es la de Rodrigo Fresán en El fondo del cielo (2009). En la novela, Jeff Darlingskill es “un eslabón perdido entre el cohete y la catacumba”, un ser mesiánico que inventa historias que mezclan a “monarcas de la Atlántida con científicos locos”. La imaginaciónde disparatada de Darlingskill no está muy lejos de la de Hubbard, quien creía en sus primeras charlas en la iglesia de la Cienciología que en lo más profundo del hombre se encontraba el “thetan”, su verdadero ser. Los “thetans” eran quienes en verdad crearon el universo y quedaron atrapados por su creación. Vivían en el cuerpo de los seres humanos y con los siglos perdieron su poder original; uno de los objetivos de la Cienciología consistía en liberar a los “seres theta”, permitirles recuperar su poder a través de la terapia.

            La versión fresaniana de Hubbard se enfoca en “la realidad de un mundo irreal coexistiendo con el nuestro y, de tanto en tanto, creciendo lentamente como una demencial mancha de humedad en las paredes de nuestra cordura”. Hubbard escribía muy mal pero fue capaz de lograr que su “mundo irreal” fuera real para muchos. Su religión paranoica es motivo de burla fácil; más interesante que eso, sin embargo, es preguntarse, como Anderson y Fresán, por qué “las paredes de nuestra cordura” son tan fácilmente tomadas por “demencial[es] manchas de humedad”. 

  

 (La Tercera, 6 de octubre 2012)

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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