
Eder. Óleo de Irene Gracia
Edmundo Paz Soldán
Philip Roth ha venido publicando en el último lustro novelas breves relacionadas con la mortalidad: Elegía (2006), Sale el espectro (2007), Indignación (2008), y The Humbling (2009). Hace poco, anunció que ya ha terminado una nueva novela, Némesis, que será publicada el 2010. Las razones de este ímpetu narrativo parecen ser evidentes: es como si el escritor, después de cumplir setenta años, se hubiera dado cuenta que le quedaba poco tiempo para escribir la enorme cantidad de historias todavía dándole vueltas, y habría decidido apurarse. La retórica se ha reducido al mínimo, y las grandes novelas de la última época (El teatro de Sabbath, Pastoral Americana, La mancha humana), han dado paso a textos intensos pero menores. No está mal: un Roth menor es todavía un gran Roth.
Pero entonces, ¿qué hacemos con The Humbling, la novela que Roth acaba de publicar? Aceptar que el novelista de Newark también se equivoca, y que esta obra no es menor ni residual, sino, simplemente, mala. Comienza con una gran idea: Simon Axler, un actor teatral de renombre, ha perdido de la noche a la mañana su talento para la actuación (la analogía con el Roth de esta novela puede ser fácil). Aunque no se exploran las razones de esta pérdida, aquí hay suficiente material para iniciar una reflexión narrativa sobre la creatividad y sus misterios. Sin embargo, lo que hace Roth es, literalmente, retirar de escena a Axler, hacer que se vaya a vivir al campo, y que se reencuentre con Pegeen, una ex-amiga lesbiana. De pronto, estamos en típico territorio de Roth: Axler conquista a Pegeen, se exploran los impulsos oscuros de la sexualidad, y la fantasía erótica se convierte en aliciente para que el hombre pueda reconectarse consigo mismo y recuperar su talento.
El problema es que la forma en que todo está narrado no tiene suficiente carne para ir más allá del sueño mojado de un hombre mayor, con vibradores, látigos y encuentros entre tres en la cama: "It was as if she were wearing a mask on her genitals, a weird totem mask, that made her into what she was not and was not supposed to be. She would as well have been a crow or a coyote, while simultaneously Pegeen Mike". Hay pocas cosas más cómicas que una escena de sexo mal narrada. Ni siquiera provoca mucho la provocación de Roth -una lesbiana puede volver a interesarse en el sexo opuesto si encuentra a un hombre con la potencia adecuada.
Roth siempre confió en la fuerza de su historia. En The Humbling parecen haberle entrado dudas, y por ello necesita reforzar ciertas frases con signos de admiración, como para hacerle ver al lector que lo que está narrando es importante: "Everything he wanted, she was preventing him from having!" "No, he would not be defeated by these two mediocrities. He would not be a boy overcome by her parents!" No hay muchas sorpresas en el desenlace, y queda la insinuación de que los grandes nunca están vencidos del todo. De modo que esperemos Némesis.
La Tercera, 2 de noviembre 2009