Edmundo Paz Soldán
Tener un hijo de un año significa estar al tanto de los nuevos programas infantiles. Lo interesante de esta serie española, descubierta cuando andábamos en búsqueda de cosas que le pudieran interesar a mi hijo Andrés, es que cada vez que la veíamos, mi hijo Gabriel, que tiene siete años, siempre terminaba enganchado, al igual que Tammy, yo y otros amigos mayores. Quizás todo tenga que ver con el hecho de que hay algo de Buster Keaton y los grandes cómicos del cine mudo en esta serie en la que cada programa no pasa de los siete minutos; o a que el narrador de la versión en inglés es Stephen Fry; o al hecho de que Pocoyo, el niño azul, y sus amigos Pato (un pato amarillo) y Ellie (un elefante rosado), son encantadores. Lo cierto es que hay pocas series infantiles en la televisión actual con el nivel de creatividad de Pocoyo.
Entre paréntesis: Gabriel comenzó a ver televisión cuando tenía un año y medio; Andrés, a los once meses. ¿Debería preocuparme? Andrés baila y aplaude cuando ve algunos videos de YouTube, y ya imita muy bien la voz del Pato Donald.