Edmundo Paz Soldán
Último día en Santillana del Mar, dedicado a la obra de Pérez-Reverte. En la presentación, el crítico del ABC José María Pozuelo Yvancos señala que Pérez-Reverte trae a la modernidad las viejas historias de los héroes. Importa, además, la creciente indagación en el lenguaje -la cuidada forma de reproducir los registros del habla de una región, una época, una profesión–, y su relación con la historia: el deseo de "devolver la vida", el movimiento, el sentido, a lo que fue. Sigue Pérez-Reverte, con su corte militar, y se nota que escribe novelas de gente en guerra, porque lo suyo es una defensa encendida de la "novela asquerosamente clásica", la que cuenta historias -la literatura "difícil" no es la única que vale la pena, pienso, recordando mi pasión adolescente por Salgari y Agatha Christie–, y un ataque sin cuartel a esos "cretinos" de los críticos, que no lo toman en serio porque vende muchos libros, porque es políticamente incorrecto, porque es apenas un novelista y no un escritor. Y Pérez-Reverte dice, con orgullo, que él sólo quiere ser novelista, no escritor.
De las mesas que siguen, me quedo con las presentaciones de los editores de Pérez-Reverte en Francia e Italia. Marco Tropea recuerda que El pintor de batallas ganó hace muy poco el premio von Rezzori que se da en Italia a la novela extranjera más importante del año. Annie Morvan, de Seuil Editions, menciona que la aparición en Francia, hace algunas semanas, de la traducción de Corsario de Levante, ha merecido la tapa y dos páginas interioes del suplemento literario de Le Figaro. Y señala que el éxito de Pérez-Reverte ha hecho que hoy, en Francia, España no sea tanto Carmen -ese mito que ya dura un siglo y medio– sino Diego Alatriste. En cuanto al éxito de Alatriste en Francia, especula que quizás se deba a que hay un paralelismo entre la España decadente de Felipe IV y la Francia de hoy, que ha perdido poder y se ha vuelto intolerante.
De Pérez-Reverte sólo he leído La tabla de Flandes, a principios de los noventa. Recuerdo que la pasé muy bien. Me pregunto si en España pasará con Pérez-Reverte lo que en Estados Unidos pasó con Philip Dick y Lovecraft, escritores de géneros populares recientemente canonizados por The Library of America, y está comenzando a pasar con Stephen King, un escritor cuyos cuentos se publican ahora en una revista tan prestigiosa como The New Yorker. Si Pérez-Reverte ya fue admitido a la Real Academia de la Lengua hace cinco años, entonces tan mal no está. Pero lo cierto es que la crítica todavía es reacia a reconocer sus méritos. Quizás este encuentro sea el principio de la revalorización de su obra. A mí, por lo pronto, me ha despertado la curiosidad, y planeo leerme un par de sus novelas este verano.