Marcelo Figueras
Corren tiempos históricos en la Argentina, de esos en los que se torna imposible permanecer indiferente. Este mediodía habrá una marcha a la Plaza de Mayo en apoyo a la continuidad del proceso democrático y el respeto a la voluntad popular, expresada en las urnas hace muy pocos meses. Entre las expresiones que adhieren a la marcha hay una que me representa, convocada por organismos de derechos humanos como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, organizaciones sindicales como la CTA, CTERA y UOM, de pequeños empresarios, economistas del Plan Fénix, decanos y profesores universitarios, sacerdotes en opción por los pobres, dirigentes políticos independientes -como Martín Sabbatella, de Morón-, intelectuales y artistas del agrupamiento Carta Abierta y ciudadanos sin militancia partidaria ni institucional: artistas como León Ferrari, directores teatrales como Juan Carlos Gené, escritores como Leopoldo Brizuela, actores como Cristina Banegas, periodistas y narradores como Alejandro Dolina…
Reproduzco algunos párrafos de la convocatoria porque cuentan muy bien las razones por las que marcharemos:
‘Lo haremos desde nuestra propia identidad y sin ahorrar críticas al Poder Ejecutivo Nacional, pero en respaldo de la institucionalidad democrática y de las medidas progresivas que enfurecieron a una nueva derecha que usa la retórica del diálogo y el consenso y se envuelve en los símbolos nacionales mientras pretende imponer una política distinta a la que la mayoría del pueblo votó hace pocos meses y en defensa de sus ganancias extraordinarias’.
‘No formamos parte del gobierno. Objetamos la destrucción del INDEC y la construcción del tren bala, la negativa a reconocer la personería de la CTA y la alianza con sectores de la mal llamada burguesía nacional, que fue socia de los gobiernos neoliberales. Consideramos intolerable el mantenimiento de altos niveles de hambre y exclusión en uno de los grandes productores de alimentos del mundo y el repliegue oficial sobre estructuras políticas y sindicales burocráticas y obsoletas’.
‘Pero la restauración conservadora en marcha, con el impulso de un sector de la izquierda que imagina protagonizar una revolución agraria, no cuestiona los defectos sino los aciertos del gobierno, al que intenta imponerle sus intereses económicos por encima del interés general, sin reparar en costos ni en métodos. Cuestiona la reconstrucción de la autoridad del Estado luego del colapso de 2002, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el juicio a los responsables del Estado terrorista, el drástico descenso de la desocupación, la actualización de los ingresos de jubilados y pensionados, el establecimiento de un haber para las personas mayores de 70 años que no tenían ninguno, el aumento del presupuesto educativo, la creación de un ministerio de ciencia y tecnología, la política exterior independiente, en asociación con los gobiernos democráticos de Sudamérica. No busca un avance sino un salto atrás’.
‘Contra toda evidencia se acusa de autoritario y soberbio al primer gobierno que ha prohibido el uso de armas de fuego en el control de manifestaciones y se moteja de represión violenta al desalojo con guantes de seda de la ruta del MERCOSUR, por la que desde hace tres meses no se permite el tránsito de mercaderías, obligando a tirar millones de litros de leche y toneladas de frutas y verduras. De ese clima deslegitimador, parecido al que minó la presidencia de Arturo Illia, participan en forma tan entusiasta como irreflexiva sectores de las clases medias urbanas influidos por la cobertura tendenciosa de diarios y canales de televisión temerosos de que se democratice la comunicación de masas’.
‘De esta crisis, no menos grave porque se la niegue, sólo se sale con más democracia y más distribución de la riqueza. Para ello se impone una reforma impositiva integral, que grave a todos los sectores que en estos años han tenido beneficios extraordinarios, como la especulación financiera, la minería y la pesca’.
‘Ésa es la voz propia con la que hoy iremos a la Plaza de Mayo, en defensa del valioso trayecto recorrido desde mayo de 2003 y en demanda de su profundización, con mayor calidad institucional y con participación popular’.
En The Great Gatsby, F. Scott Fitzgerald escribió algo que para cualquiera que haya nacido en países como la Argentina suena a la más horrenda de las profecías: ‘Naceremos incesantemente en el pasado’. Por eso marchamos, precisamente: porque nos negamos a volver atrás.