Edmundo Paz Soldán
La ciudad ausente (1992) es la novela de Ricardo Piglia que nunca terminaré de entender del todo. Hay algo de literatura fantástica y de ciencia ficción en esta historia sobre una máquina de narrar, relacionada con Macedonio Fernandez y su deseo de mantener de algún modo viva a su mujer muerta. Hace poco, en un encuentro en Granada, le escuché al crítico y poeta Vicente Cerveza una magnífica interpretación de la novela, en el que jugaban un papel central tanto Dante como una película de Tarkovski (Solaris). La ciudad ausente es una novela-palimpsesto, en la que se repasa el canon rioplatense; la voz de Macedonio es la literatura argentina, y Eterna la máquina textual, cansada de la repetición, deseosa de perecer. Todo esto está en un libro de Cervera: El síndrome de Beatriz en la literatura hispanoamericana.
El 2000, Luis Scafati ilustró La ciudad ausente, y el escritor Pablo De Santis (La sexta lámpara, El enigma de París) la adaptó. La novela gráfica, reeditada ahora en España por Libros del Zorro Rojo, muestra que en el mundo de la adaptación literaria al comic no todo son dibujos con viñetas. Scafati ha optado por dibujos expresionistas, a veces de toda una página, y De Santis por acompañar esos dibujos con texto en los costados o en la parte inferior de la página, como si lo suyo hubiera sido más bien un trabajo de condensación de la novela de Piglia. El resultado es fascinante.