
Eder. Óleo de Irene Gracia
Edmundo Paz Soldán
Es imposible hablar de Joyce Carol Oates sin mencionar lo prolífica que es, así que comencemos por ahí. A los setenta años, esta escritora norteamericana ha publicado alrededor de ciento veinte libros: cuarenta y siete novelas, treinta y tres libros de cuentos, doce de ensayos, nueve de poemas, ocho de novelas cortas, ocho de teatro, dos libros para niños, cinco novelas juveniles… para los próximos meses, están anunciados cuatro más. Si en la literatura latinoamericana se suele decir que César Aira publica mucho, al lado de Oates el escritor argentino se queda como un parco Monterroso. El formato Aira anda por las ochenta páginas; el de Oates, por las treiscientos cincuenta.
Lo que no se suele mencionar con la misma frecuencia es la calidad de la obra de Oates. Ya es hora de que lo hagamos: esta escritora pertenece con pleno derecho a la ilustre generación de Philip Roth, Updike, Don DeLillo. Una broma de mal gusto dice que lo que pasa es que la Oates recién ha comenzado a escribir bien durante la última década, con títulos notables como Blonde (2000) y La hija del sepulturero (2007). Esto es injusto: una de sus mejores novelas, them, es de 1969. Lo que sí es cierto es que algunas buenas novelas podrían haber sido mejores con un poco más de revisión. Pero no hay escritor de los grandes que no se haya formado en base a sus compulsiones más íntimas, y la de Oates es no sólo el escribir sino también el publicar en exceso. Los críticos piensan que tanta publicación no la ha ayudado, pues los grandes títulos han quedado sepultados por la avalancha imparable de sus otros libros. Por suerte, la crítica y el tiempo ayudan a separar la paja del grano.
Dear Husband, la última y brillante colección de cuentos, puede considerarse como un título representativo. Varios de los cuentos están situados en la mítica ciudad de Sparta, en upstate New York, lugar privilegiado de algunas novelas y cuentos de la novelista norteamericana. Oates es la heredera de la tradición más gótica de la literatura de los Estados Unidos, aquella que pasa por Poe y Flannery O’Connor. En sus páginas hay una atmósfera de tragedia inminente, construida con una prosa urgente, de frases largas que parecen haber sido escritas en estado de trance (los párrafos transmiten la sensación, correcta a juzgar por los resultados, de que Oates escribe sin parar).
Oates tiene un corazón sensible para narrar los casos más feroces extraidos de las páginas de los tabloides sensacionalistas: yo la descubrí gracias a Zombie, su novela basada en el asesino en serie/caníbal Jeffrey Dahmer, y si Blonde reimagina la vida de Marilyn Monroe, su reciente My Sister, My Love (2008) es una sátira despiadada que toma como punto de partida a JonBenét Ramsey, la niña asesinada en 1996 en un suburbio privilegiado de Boulder. En los cuentos de esta colección, "Dear Husband" adopta el punto de vista de Andrea Yates, la mujer que mató a sus cinco hijos a principios de esta década; "Landfill" está basado en la muerte de un adolescente en una fraternity house de New Jersey.
El realismo visceral de Oates se instala cómodamente en los géneros del horror y del policial; esta escritora está más cerca de Stephen King que de Philip Roth. Sus personajes pueden ser tanto de la clase media acomodada ("Panic", "A Princeton Idyll") como desempleados de la clase baja que viven en casas sucias que se derrumban. Oates extrae poesía de la degradación más vil, como en el magistral cuento "Magda Maria", la historia de un adicto a la heroína y su obsesivo amor por una mujer tan hermosa como drogadicta.
Oates ha comenzado a ser leída con interés en Hispanoamérica. En España, La hija del sepulturero ha alcanzado la cuarta edición, y Mamá (2005), recién publicada por Alfaguara, va camino a un éxito similar. Entre los escritores, Santiago Roncagliolo está traduciendo algunas de sus novelas cortas (Bestias, Violación) y Rodrigo Fresán ha hecho un inventario exhaustivo de su obra más reciente.
(La Tercera, 4 de mayo 2009)