
Eder. Óleo de Irene Gracia
Edmundo Paz Soldán
La violencia que sacude a México estimula a los novelistas (pienso en Elmer Mendoza, en Eduardo Antonio Parra, en el Bolaño de la cuarta parte de 2666). Lo que hace falta ahora es un impulso similar en la "no ficción". Hay muy buenos trabajos (Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez), pero falta más. No debe ser fácil: un editor me contó que no había podido encontrar a un periodista que se animara a hacer preguntas incómodas o meterse a colonias peligrosas en Tijuana o Ciudad Juárez. Había que esperar un poco, a que pasara la guerra abierta entre los cárteles.
En este contexto, el libro de Francisco Cruz, El Cártel de Juárez (México: Planeta, 2008), es un trabajo arriesgado y valiente. En El Cártel de Juárez hay mucha información valiosa, lamentablemente diseminada sin orden ni concierto. Cruz, un periodista mexicano de larga trayectoria, comete varios errores. Para comenzar, el título es engañoso: en realidad el libro cuenta la historia oscura de cómo Ciudad Juárez se convirtió en una ciudad tan importante como violenta, núcleo de irradiación del narcotráfico en el norte de México; por sus páginas pasan los empresarios en busca de fortuna rápida, los políticos corruptos, los asesinos desalmados, los policías indistinguibles de los narcotraficantes; el Cártel es parte de esa historia, y el libro la narra pero no se enfoca en ella.
Cruz se enfoca en anécdotas coloridas, pero escasea el análisis. La prosa, de retórica excesiva, no ayuda ("la lengua crecía en forma insistente con un enorme arsenal de palabras eficaces dotadas de un veneno que aniquila más que las armas de fuego convencionales"). Y el intento de que el juicio en El Paso a una ex-reina de belleza juarense, por su complicidad en el lavado de dólares, se convierta en el hilo conductor del relato, fracasa por la disonancia entre las escabrosas historias que cuenta Cruz, y el tibio desenlace del drama de la miss (condenada a sólo cinco años de cárcel).
En lo que es muy útil el libro es en dotar de un contexto, una historia a la violencia actual en Ciudad Juárez. Para los que leen asombrados las noticias de la prensa y piensan que las decapitaciones y balaceras son un invento reciente, Cruz muestra de manera contundente cómo, hace ya un siglo, Juárez comenzó a despegar económicamente cuando los años de la Prohibición en Estados Unidos hicieron que se asentara en esta ciudad fronteriza una industria de licorerías capaces de proveer clandestinamente al país del norte. En ese mismo período, hubo un gran influjo en la zona de inmigrantes asiáticos, en su mayoría desplazados de California debido al terremoto de San Francisco de 1906. Los asiáticos trajeron consigo el cultivo y la comercialización del opio. Una vez terminada la revolución, la década del veinte produjo una lucha sin cuartel entre diversas bandas dispuestas a tomar las riendas del negocio del opio, la marihuana y la heroína. Cruz sitúa el asesinato de once chinos a mediados de la decada del veinte, a manos de pistoleros contratados por la temible Ignacia Jasso (una mujer que, junto a su esposo, El Pablote, controlaría durante un largo tiempo el negocio de la droga en la región), como el inicio de la cuenta de muertos relacionados con el narcotráfico.
Ya en la década del cuarenta el gobierno mexicano emprendía campañas de lucha contra la droga. Era inútil. El narcotráfico siguió creciendo, hasta que, a mediados de los setenta, desde la ciudad de Ojinaga, Pablo Acosta consolidó al Cártel de Juárez en una organización moderna, sofisticada, "con capos, brazos armados, pistas de aterrizaje". El negoció se globalizó gracias a que el Cártel comenzó a usar aviones para el transporte de droga. Hoy el Cártel manda, y es capaz de matar con saña a cualquiera que se le ponga en el camino, desafiar al Estado y comprar policías con impunidad, pero hay en la ciudad "al menos quinientas pandillas dedicadas al homicidio, el asalto, el tráfico de armas, el tráfico de seres humanos y la venta de drogas al menudeo". Todo hace pensar que la violencia, la triste historia de Ciudad Juárez, no cesará.
(Qué Pasa, La Tercera, 14 de febrero 2009)