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Banderas

Por 30 de junio de 2008 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

Anoche salí con mi hijo y algunos amigos a festejar el triunfo español en la Eurocopa. Cada uno de nosotros tenía una bandera de España en la mano. Por las calles cercanas a la plaza de Santa Ana, pasaban los coches con jóvenes españoles eufóricos agitando banderas. Fuimos a la Cibeles; más banderas.

Había algo raro en todo esto: parecía haber vuelto el orgullo de identificarse con la bandera. Hacía cuatro años, cuando llegué a Sevilla a vivir por un año, me había llamado la atención la relación desencontrada que tenía los españoles con los símbolos de su país. En los partidos de fútbol, apenas podían verse las banderas españolas. En el País Vasco, los alcaldes debían ser obligados por la Corte Suprema a colocar banderas de la nación en los edificios de los ayuntamientos; por cuenta propia no lo hacían. Alguien me explicó que el problema con la bandera era que se hallaba muy asociada con el franquismo; los excesos de la dictadura, la represión de las identidades regionales, hacían que para muchos españoles fuera difícil identificarse con la bandera.

Una vez más: no quiero usar al fútbol como metáfora de nada. Pero lo cierto es que ayer me dí cuenta que, pese a los delirios de Ibarretxe, algo estaba cambiando en España. Me sorprendió, por la mañana, leer en La Vanguardia un artículo del presidente de la Generalitat de Cataluña explicando por qué quería que ganara España; parecía un político español más y no un fervoroso nacionalista catalán. Y luego, por la noche, tantas banderas en las calles me hicieron pensar que, como me dijo un amigo, los españoles por fin habían logrado reapropiarse de manera orgullosa de uno de sus símbolos patrios.

El deporte puede dar pie a las expresiones más banales del nacionalismo. Pero también puede, simplemente, hacerle ver a toda una comunidad que son más las cosas que la unen que las que la separan. Hay vascos y catalanes que sueñan con escindirse de España y crear sus propias naciones, pero me parece que son más los que no quieren que España se rompa.  

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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