Clara Sánchez
Los niños tienen que cargar con un mundo adulto que no comprenden y del que dependen, y por mucho que los rodeemos de juguetes y dibujos animados tienen que luchar contra él para crecer. En el mejor de los casos será una lucha de aprendizaje, en el peor, atormentada y odiosa. No tengo palabras para esa panda de padres que metieron a sus hijos, demasiado pequeños en algunos casos, en un reality show en EEUU tipo gran hermano, exonerando al programa de cualquier responsabilidad sobre ellos, y para las instituciones públicas que lo consintieron. ¿Y los que adoptan un niño y cuentan públicamente cosas de la vida privada de ese niño como lo pobrecillo que era cuando lo acogieron y las enfermedades que tenía?. A las estrellas de Hollywood les ha dado por exhibir a sus hijos adoptados en el tercer mundo para así exhibir su generosidad, supongo. Ya hemos oído más de una vez decir que adoptar es más generoso que tener un hijo biológico, lo que en mi opinión resulta insultante para el hijo en cuestión. Tener un hijo siempre es una combinación de capricho, acto de amor y finalmente responsabilidad moral, pero nunca un acto de caridad, que puede satisfacerse por otras muchas vías, digo yo. Para muestra, el reiterativo y empalagoso caso de Brangelina, por no decir bastante rentable para su imagen de actores comprometidos con la humanidad entera: Angelina toda de negro andando por la calle con los churumbeles (guapísimos por cierto) traídos de lejanas tierras colgados de su esbelta figura como si los guardaespaldas no pudieran echarle una mano. Y él, Brad, completando la puesta en escena.
¿Se podría considerar explotación que criaturas que no levantan cinco palmos del suelo canten, actúen o posen como modelos?. Tonterías si lo comparamos con lo que sufren los niños esclavos del trabajo por esos mundos de dios. Desde luego para todos existe la palabra "castigo" cuando se portan mal. Y pocos se libran del tradicional cachete, reivindicado una y otra vez para casos en que nos irriten, ¿se imaginan que cada vez que nos irrita un adulto le diéramos un pescozón? Se mire como se mire, el niño es un ser incómodo, que quisiéramos que se adaptara a nosotros nada más nacer, por el contrario existe una extraña indulgencia en nuestra sociedad con el comportamiento de los padres, cuando padre y madre puede ser cualquiera, y aunque no es fácil educar a los hijos por lo menos tendríamos que reconocer nuestros fallos.