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Risa estival

Quizá porque lo leí por primera vez en un mes de julio de mi juventud, asocio ‘Tres tristes tigres' con el verano y este verano de nuevo reaparece (que no resucita, pues nunca ha estado muerta) la novela de Cabrera Infante, gracias a la excelente edición crítica que han hecho los profesores y estudiosos de la literatura latinoamericana Nivia Montenegro y Enrico Mario Santí, dentro de la colección Letras Hispánicas de Cátedra. El concepto de "edición crítica" puede arredrar a quien sólo busca en los libros la lectura y no la glosa de un texto. No hay que tener ese temor en esta ocasión. ‘Tres tristes tigres' sigue manteniendo en las casi 700 páginas de la nueva publicación su empuje cómico, su deslumbrante fusión del guiño a la alta cultura y el uso de las formas musicales y fílmicas más populares, sus personajes memorables y sus hallazgos verbales, algunos de los cuales se traducen en figuras como el bandido Bilis the Kid, el historiador Tito Lívido, el navegante Américo Prepucio, los filósofos Duns Escroto y Ortega und Gasset, la reina egipcia Nefritis o el potente conquistador Alejandro el Glande.

     Pasados cinco años del fallecimiento en Londres del gran autor cubano, han salido libros nuevos y póstumos de Cabrera Infante, y el Círculo de Lectores pronto empezará a editar la serie de volúmenes de sus Obras Completas, pero ‘Tres tristes tigres' revalida su vigencia como un clásico indiscutible de la literatura en lengua castellana. Apareció en 1967, el mismo año de ‘Cien años de soledad', y ambos libros, aun no teniendo nada en común sus autores, habrían de ser, junto con ‘La ciudad y los perros' de Vargas Llosa, los títulos esenciales en esa refundación de la novela contemporánea que se dio en llamar ‘boom'.

     Montenegro y Santí anotan y prologan el texto de Guillermo Cabrera sin exceso erudito, con iluminaciones muy de agradecer (sobre todo en lo que respecta a la riquísima jerga habanera), y añaden unos apéndices de gran utilidad, que incluyen la lista de los cortes de la censura franquista a la primera edición de Seix Barral y un conjunto de croquis de La Habana que servirán al lector  -incluso al que, como yo, sólo conozca la capital cubana a través de los libros- de mapa del tesoro lingüístico y sentimental que esconde ‘Tres tristes tigres'. También recomponen minuciosamente las fases de escritura, los tropiezos legales y la recepción que tuvo la novela desde su aparición, brindando además la traducción de un hasta ahora inédito en español ‘Epílogo para lectores latentes (o tardíos)' que el autor escribió para la traducción inglesa de ‘Tres tristes tigres'. En ese texto, Cabrera Infante se revela como un brillante adivino, ya que en 1972 anticipa que su ciudad, sus gentes y la lengua reflejada por el libro estaban condenadas "por la Revolución a desvanecerse en virtud de una inmediata catástrofe judicial. Un pueblo locuaz reducido al laconismo". Releída ahora, con todo, ‘Tres tristes tigres' es mucho más que esa "galería de voces" o "museo del habla cubana" de que habla Cabrera. Supone la fructífera permanencia de una forma de crear ficción inventiva, aguda y altamente divertida en la que ni el tiempo ni las dictaduras han hecho mella.

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16 de julio de 2010
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Función de la filosofía y concepto de universidad

En el texto que precede reivindicaba la concepción de la Universidad como tribunal de la razón cuya existencia independiente sería prueba del grado de salud alcanzado por la sociedad en la que la   institución se inscribe. Y evocaba al respecto el "Conflicto de las Facultades", texto en el que Kant sostiene que el Departamento de Filosofía ha de constituir una entidad administrativa como las demás en el entramado de la institución y sin embargo "toda la Universidad". La justificación de este privilegio reside en que la Filosofía, además de responder a específicas modalidades de los planteamientos de la Razón, integra asimismo aquello que de auténticamente universal  hay en los interrogantes de las disciplinas particulares.

Pues las cuestiones elementales que la Filosofía plantea y que, reitero, "a todos conciernen", son la auténtica matriz, tanto de la disposición espiritual que conduce a la ciencia como de la que conduce a la exigencia artística. La matemática, la reflexión musical, o la física teórica, encuentran en la filosofía un auténtico punto de convergencia, una "unidad focal de significación", según la formulación aristotélica. En  ausencia de esta última, las disciplinas particulares quedan privadas de significación, es decir  reducidas a la insignificancia. No otra cosa indicaba Descartes, cuando añadía a sus trabajos científicos ese prólogo reivindicador de la unidad de la razón   conocido como Discurso del Método. Cierto es que la distribución del saber está hecho de tal forma que los lectores de Descartes, o bien son especialistas en algún retazo del contenido científico, o bien son especialistas en el prólogo (estos últimos son precisamente los formados en la facultad de filosofía) Extraña quiebra que Descartes viviría como auténtica mutilación, pero que no escandaliza a los voceros culturales ni a los  responsables de nuestra formación [1]


[1]

Expresión tristemente ejemplar de esta situación es lo que hace unos años pasaba con la matemática (afortunadamente ya no es así). Pues se introducía a los niños en esta disciplina mediante la Teoría de Conjuntos, sin explicarles nunca cuál era la función quizás primordial de la misma, filosófica dónde las haya. Pues Georg Cantor, el fundador de la misma, pretendía ante todo disponer de un arma para abordar el problema esencialmente filosófico del infinito. Y cabe obviamente hacer matemáticas sin teoría formalizada de conjuntos, mientras que es imposible sin ella abordar con rigor "ese delicado laberinto" que, al decir de Borges, constituye la cuestión del infinito.

 

 

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16 de julio de 2010
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La exclusión, la verdadera contrarrevolución

El término ?revolucionario? tiene en la Cuba actual un significado bien distinto al que encontraríamos en cualquier diccionario de la lengua española. Para merecer semejante epíteto basta con mostrar más conformismo que sentido crítico, optar por la obediencia en lugar de la rebeldía, apoyar lo viejo antes que lo nuevo. Para ser considerado un hombre de la causa se requiere administrar el silencio convenientemente y ver desfilar arbitrariedades y excesos sin señalar a los más altos responsables. Aquella palabra que una vez hizo pensar en rupturas y transformaciones ha involucionado hasta convertirse en un mero sinónimo de ?reaccionario?. Paradójicamente, quienes creen salvaguardar la esencia  de la ?revolución? son precisamente los que muestran un mayor inmovilismo político y promueven ?con más ojeriza- el castigo a los reformistas. Tales mutaciones semánticas las aprendió a fuerza de sufrirlas Esteban Morales, quien hasta hace poco gozaba del privilegio de aparecer -en vivo- frente a los micrófonos televisivos. Militante del Partido Comunista, académico y especialista en temas relacionados con Estados Unidos, tuvo la peligrosa ocurrencia de escribir un artículo contra la corrupción. Sus cuestionamientos no estaban dirigidos principalmente al desvío de recursos de cada día, ese que hace a muchas familias cubanas poder llegar a fin de mes, sino a la descomposición ética que se ha instalado más arriba, en los estamentos del poder, donde se malversa a manos llenas. Tuvo la desafortunada ocurrencia de poner por escrito que ?hay gentes en posiciones de gobierno y estatal, que se están apalancando financieramente, para cuando la Revolución se caiga?. Aunque se trata de una conclusión a la que se arriba con sólo mirar el grueso cuello de los gerentes, los lustrosos  autos Geely de los funcionarios de la corporación CIMEX o la altas verjas que rodean las casas de los jerarcas comerciales, Morales consumó la osadía de señalarlo desde dentro del propio sistema. Imbuido por las convocatorias a la crítica constructiva, a llamar las cosas por su nombre y a hablar a camisa quitada, Esteban Morales creyó que su texto sería leído como la sana preocupación de quien quiere salvar el proceso. Olvidó que otros con similares intenciones ya habían sido etiquetados como fraccionarios, manipulados desde afuera, adictos a las mieles del poder y desviados ideológicos. Por menos que eso han perdido su empleo periodistas, su plaza en la universidad estudiantes y han sido estigmatizados economistas, abogados y hasta agrónomos. Una vez sancionado con la separación indefinida de su núcleo del PCC, el otrora confiable profesor ha comenzado un camino que bien sabemos dónde comienza pero no dónde termina. La experiencia dice que nunca se desanda en sentido contrario la ruta del sancionado. Los defenestrados terminan por percatarse de que aquellos a quienes ellos consideraban el ?enemigo?, pudieron ser alguna vez personas imbuidas de la acepción primigenia del vocablo ?revolución?.

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16 de julio de 2010
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Bryce en España

Alfredo Bryce Echenique acompañado de Daniel Mordzinski ?Nunca está de más conocer el sabor ingrato de la patria? dice Alfredo Bryce Echenique en una entrevista en El Cultural. El narrador peruano habla de la relación difícil que ha ocurrido con el Perú luego de que saltó a los diarios el tema -muy mediáticamente tratado, pero sin mayor profundidad- del plagio. Al respecto, dice Bryce:

Pues esto es lo que se llama exactamente la ingratitud de la patria. Te odian porque bebes tus negronis en el Country Club y conduces un Mini Cooper con asientos de cuero de cerdo de bellota y le negaste la máxima condecoración a Fujimori y tú sigues libre y él, pues? Y te odian sobre todo cuando ganas uno de esos juicios de plagio o porque, humorista hasta la muerte, citas a Borges, a pesar de que ganas tu juicio: ?El plagio es un homenaje?. Entonces te abren otro juicio pero sin siquiera avisarte. Claro que pierdes pero entonces tu abogado apela al Tribunal Constitucional y te odian más, siempre los ex fujimoristas y la prensa del odio como noticia diaria. En cambio, la gente de la calle no te deja pagar una cuenta ni en el mejor restaurante. Ayer me pasó, sí, comida y cena. Pero, en fin, lo mío no es nada al lado de quien siempre estuvo a mi lado: a Vargas Llosa lo acusaron de trata de blancas? Conservo su carta y me siento un enano al lado de él, créame: la eterna ingratitud de la patria: Lo malo y lo bueno, claro, es que la patria mía está también en Grecia o en la Italia en que empecé a escribir. O en Cartagena de Indias, donde Gabo me invitó al cine que tiene en su casa, con butacas de platea y todo, y al irte te dice, desmemoriado como anda: ?Peruano, no sólo te sigo queriendo sino que te sigo leyendo?? y Cochabamba, Bolivia, luego, Puerto Rico enseguida? And so far?  

Luego, hablará de La esposa del rey de las curvas, el libro de cuentos que ha publicado en España (editorial Anagrama) inspirado en algunas imágenes de su pubertad. Dice respecto al libro:

Hay mucho de autobiográfico en los relatos de La esposa del Rey de las Curvas? - Definitivamente mi mamá jamás estuvo casada con el rey de las curvas (un famoso automovilista peruano), más bien sí con el rey del Banco Internacional del Perú, que también fue sumamente curvilíneo en la historia del Perú, pero que hoy, ya multinacional, por fin, se llama Interbank y no me aceptaría a mí ni de portero. Sí, pero ¿cómo nació la historia que da título al volumen, de verdad no se soñó jamás el hijo ?del rey de las curvas??  -En mi primer libro de cuentos, Huerto cerrado, hay un relato que todos han considerado hasta hoy profundamente autobiográfico y que se llama ?Yo soy el rey?. Lo malo, en este caso, es que transcurre en un burdel de quinta categoría. Pero como le dije que dijo Graham Greene: ?Los personajes empiezan a hacer y decir lo que les da la gana?. ¿Tampoco le ha prestado nada al protagonista de ?Un viaje corto y final?, ni siquiera su visión de la revolución cubana? -Este cuento, le juro, nació de mi necesidad de inventarle un relato a mi familia para no tenerlos que llevar donde ?De ayer ya nada queda, ni el canto de sirenas?? ¿Qué sueños le quedan del autor que emigró en su juventud a París, y qué certezas ha tenido que ir cambiando con el tiempo y los desengaños? -Sigo emigrando en mi juventud aunque ahora a muchos otros sitios, además de París, pero nunca he tenido certezas porque mi vida se basó siempre en los amigos y no en las certezas. Y lo escribí en No me esperen en abril: ?A los amigos hay que perdonarles todo, aunque joda?. Menos a uno que no me jodió nada y entonces para qué perdonarle nada tampoco? 

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16 de julio de 2010
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Martín Kohan y las tretas del débil

La prosa del escritor argentino Martín Kohan, sobre todo en los últimos libros, transmite precisión clínica, fría distancia. De una a otra novela, sin embargo, los efectos son diferentes. Si, por ejemplo, en Ciencias Morales (Anagrama, 2007) esa escritura servía para trabajar la rigidez amoral de la dictadura y sus formas represivas, y la manera panóptica en que esa rigidez se inmiscuía en la conciencia, en el imaginario de la clase media (en este caso, en el personaje de la preceptora), en Cuentas pendientes (Anagrama, 2010) sirve para construir de manera tan minuciosa como desapasionada a Giménez, el personaje aparentemente central de la narración. Ese estilo, ya lo veremos, es engañoso: le permite a Kohan construir el secreto, la vuelta de tuerca sobre la cual descansa la novela.

El narrador presenta a Giménez en el primer párrafo: "arrastra los pies" al caminar, está cansado y tiene las piernas "acechadas por calambres, quebradizas". Poco después el lector se entera de que vive solo en un departamento muy pequeño y que está a punto de llegar a los ochenta. Su mundo es mezquino, está hecho de gestos miserables: los planes para no pagar el alquiler del departamento, la relación con la ex (que vive en el mismo edificio y lo atormenta), su comercio sexual con putas viejas y sus sueños de acostarse con putas más jóvenes. Sus ideas están llenas de lugares comunes: ¿es verdad que murieron tantos judíos en la guerra, o es una propaganda sionista? "Mañana será otro día", piensa Giménez antes de dormirse, pero en verdad el otro día parece ser el mismo. Kohan ha creado un personaje notable, redondo en su fidelidad a una "vida oscura y triste".

En el imaginario de Kohan aparecen siempre los años de la violencia, de la dictadura, de la guerra sucia. El título parece remitir a las "cuentas pendientes" de la sociedad argentina con su pasado. Giménez tiene una relación servil con Vilanova, un militar que, décadas atrás, les dio a Giménez y su esposa un bebé para que lo adoptaran. Kohan no necesita insistir en este tema porque resulta fácil llenar los espacios en blanco, asumir que los padres del bebé fueron víctimas "desaparecidas" de la dictadura. Estamos en el presente, pero el pasado no termina de convertirse en pasado. A estas alturas, este tema se ha convertido en un lugar común de la ficción argentina, y hace bien Kohan en no insistir. Igual, no es esto lo mejor de la novela. De hecho, quizás Cuentas pendientes no necesitaba de este subtexto para funcionar.

Lo que sí funciona de maravilla es la vuelta de tuerca que se inicia en el capítulo XIV, 15. Ahí, Giménez se encuentra con el Dueño del departamento, y se entabla un diálogo que le permite a Giménez un despliegue de estrategias para evitar una vez más pagar los cuatro meses de alquiler que adeuda. Cuentas pendientes, que hasta el momento había sido narrada en un estilo indirecto libre y se focalizaba en Giménez, de pronto gira a la primera persona, para descubrir que el narrador "impersonal" no lo es tanto. El Dueño (de la novela), el narrador, es un escritor, obvia parodia del mismo Kohan: acaba de publicar una novela cuya trama es la de Segundos afuera (una de las novelas más importantes en la obra de Kohan). Y el Dueño lee su propia novela y la describe como un "diálogo de sordos" entre la cultura alta y la cultura popular. De igual manera, el Dueño de Cuentas pendientes es un letrado incapaz de entender las "tretas del débil" de Giménez.  

En ese cambio de perspectiva, Cuentas pendientes, que podía leerse como un estudio notable de un personaje, o como un relato sobre la violencia histórica y su rastro de sangre en el presente, se abre a otra lectura en clave metaliteraria: aquella que reinscribe en la literatura el conflicto entre civilización y barbarie, obsesivo paradigma de la cultura argentina. Este paradigma, que comienza con Echeverría ("El matadero" es un texto fundacional para Kohan), se consolida con Sarmiento y se reconfigura a lo largo del siglo XX, en la obra de Borges, Cortázar y Piglia -por citar sólo algunos--, no termina de agotarse. Martín Kohan le ha dado nueva vida para el siglo XXI. Las "cuentas pendientes" adquieren una resonancia mayor: no sólo tienen que ver con el pasado más reciente sino que echan sus raíces en el "diálogo de sordos" con el que se origina la nación argentina.

(Letras Libres, julio 2010)

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15 de julio de 2010
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Anagrama en e-Books

El libro digital empieza a entrar con fuerza en España Una nueva noticia estupenda sobre los e-Books en castellano. La editorial Anagrama ha decidido ofrecer libros de su catálogo, además de novedades, para e-book. ¡No tener que esperas cuatro o cinco meses para leer una novedad, es genial! Lo que estaba esperando hace años! Lo primero que haré es tratar de conseguirme el libro de Marcos Giralt Torrente sobre su padre. Lo que no me queda claro es el sistema de venta, por que no lo conozco, a través de la plataforma Libranda, que ha recibido muchas críticas en el FB de Anagrama. Me pregunto, además, si podré comprarlos para el iPad (o el Kindle) o solo para los e-Books convencionales. Ya averiguaré más. Por lo pronto, es una gran noticia el primer paso. Aquí hay un video que intenta explicar cómo se vende en Libranda:

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15 de julio de 2010
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Sepelio de Monsiváis

 

Cuando la muerte de un escritor se lamenta como si fuera un acontecimiento nacional se comprende el poder, el carisma y la influencia de su figura. Al extinguirse, al desaparecer, el hombre se revela. He aquí una expresión inesperada del mito cristiano de la resurrección. ¿Acaso no nos parece más vivo Monsiváis ahora que cuando estaba vivo? ¿No se ha revelado más intenso y elocuente el conjunto de su obra?

Los biógrafos de Monsiváis han rastreado la transformación del que en vida, mientras iba siendo escritor, periodista, cronista, crítico, se pronunciaba ya como un taumaturgo elegido para increpar a México.

Lo dijo José Emilio Pacheco: Monsiváis ha sido valiente, lúcido, implacable.

En estas tres posturas del alma reconozco yo una potencia que en Carlos se destilaba como ironía, como inteligencia en su más activa penetración.

En su día me complació descubrir la complicidad que podía cultivar con Monsiváis: nuestra común desafección por la tauromaquia. Ver en la fiesta nacional el horror que es la fiesta nacional y contemplar, no sin humor, el hechizo en el que viven sus partidarios, resalta la importancia de las afinidades elegidas, las adquiridas mediante el deliberado uso de la preferencia. Prefiero esto y no aquello -sea cual sea la tendencia dominante, el gusto compartido, la opinión unánimemente aplaudida.

Dijo Monsiváis de Alfonso Reyes que fue alguien que creyó en el conocimiento. Y pienso que lo mismo puede decirse de Monsiváis: ¿no es ésta acaso la más radical y menos complaciente de las creencias, la menos ingenua, la más exigente, la agotadora e incansable búsqueda que distingue a los hombres incrédulos?

Su prolífica producción ensayística, su ejercicio del periodismo mordaz, la crónica incesante de un presente que sin él no habría existido, testifican esta pasión por el conocimiento y, al mismo tiempo, la ligereza de espíritu que distingue a los ironistas. Pues lo demasiado pesado los aplastaría.

Siendo nosotros tan españoles, tan canónicos en las formas del cabreo nacional, en la majestuosidad de nuestras pretensiones, en nuestro sacramental engolamiento, debe resultarnos forzosamente extraño el espíritu jovial, malicioso del ironista que fue Monsiváis.

La sátira sin embargo es otra cosa: es una suspensión temporal de la ironía. La sátira es la más liviana de las violencias que uno puede consentirse. La más benévola de las indignaciones. La impostura cultural podría escandalizarnos pero todo queda en ese ejercicio de punzante sarcasmo. ¿Acaso no es lo peor que se nos puede reprochar?

Su obra, afortunadamente editada, evocará la huella de un hombre forjado por el humor, la inteligencia, la tenacidad, la conmoción por la condición humana, la simpatía por la condición animal y el esmero por la lengua que hace irrefutable al pensamiento.

 

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15 de julio de 2010
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Un mundo al sur

 

 

Es un cosmopolita de pueblo. Vive al lado de una de las más hermosas playas del sur en la que nunca se baña. Por su culpa, gracias a él, un grupo de escritores, poetas, músicos, y otros peculiares humanos que beben juntos al caer la noche, se reúnen el  pueblo de Rota, cerca de Cádiz y al lado de una de las mayores "bases americanas" de Europa.

Es Felipe Benítez Reyes uno de los más curiosos, raros, elegantes  e inclasificable entre los escritores españoles. Pertenece discretamente a un grupo que se creó por seguir su senda vital, parece un centroeuropeo con acento del sur, le sientan bien las patillas- pero se ha dejado barba- y los sombreros, aunque los usa con secuencia descendente. Sus libros narrativos nos reconfortan por el humor y sutiles tramas inteligentes. Sus poemas nos abren a otros mundos, otras voces. Tiene la gracia de saber decir y saber contar.

Desde hace unos días, y con el dulce placer de no hacer nada, estoy en los alrededores del "grupo de Rota", todos en vacaciones menos el sonetista y cantautor Sabina, que anda ganándose las perras en los escenarios. Manía de trabajar cantando para muchos que le permite mantener sus vicios. Sobre todo el feo vicio de comprar los mejores libros en las mejores ediciones.

Yo sigo instalado en la dulce pereza, el deseo de no hacer nada, el vagar sin apenas obligaciones, hacen que no haya abierto el ordenador. Una suerte de huida de tanto grito, tanta euforia, tantas banderas y tanto "viva España".

Entre lecturas y amigos, entre copas y atardeceres, y buscando una sombra para leer el último libro de Benítez Reyes, un libro de informes literarios y con collages del propio Felipe. Un ejercicio de imaginación con la marca de la casa. Una hermosa edición para un libro que se titula: "Formulaciones tautológicas". Estrena colección en la editorial ZUT. Y ante de copiarles uno de sus cuentos breves, me entretengo un instante en el principio de su biografía autorizada: "Poco más o menos, lo mismo que casi todo el mundo, aunque diferente- en lo accesorio al menos- a casi todo el mundo, como le sucede a casi todo el mundo en su paso por el mundo..." Pues, eso.

 

"LA FANTASIOSA"

 

"Lucrecia Urbach, prima de Matilde Urbach, siempre tuvo muy mala cabeza.

A los seis años de edad se aficionó al robo de identidades. "Hoy soy Leopoldo Lugones", podía proclamar. O bien: "A partir de ahora, sabed que soy el gato de Cheshire y que no pienso dejar de sonreír hasta que se me gasten los dientes". Un día se apoderó de la identidad de su abuela Magy, a consecuencia de lo cual la anciana se quedó anclada en una especie de limbo hasta la hora de su muerte, ya que su identidad era lo único que le quedaba, aparte de su colección de esmaltes húngaros, por supuesto, y de su abono para el Gran Teatro de la capital, donde tenía como vecino de palco al novelista Mujica Lainez.

Al cumplir los 18 años cogió la manía, en cambio, de regalar identidades incluso a los desconocidos. "Vos sos el astronauta Bowman", podía decirle a su padre. "Vos sos el obispo Ignacio de Antioquia", podía decirle al panadero.

A causa de aquellas fantasías, una mañana se levantó con dolor de cabeza, se miró en el espejo y vio lo que vio, tan incrédula como todos los que la vieron el resto de su vida"

 

Habrá que mirar el collage para entenderlo mejor. También se recomienda volver al poema de Borges. Incluso no viene mal reconocer que nunca fuimos aquellos que recibieron los favores de ninguna Urbach.

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15 de julio de 2010
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Pedro Botero hace autocrítica

Es el calor de los calderos lo que más reconforta al diablo y le hace revivir cuando desfallece. Fidel Castro goza dándole vueltas a la idea de una guerra nuclear. Este pasado lunes apareció en la televisión oficial cubana -no hay otra- para hablar sobre el inminente conflicto que empezará con un ataque de Estados Unidos e Israel contra Irán, al que seguirá una respuesta anticipada de Corea del Norte, "que no puede no ser nuclear", al decir literal del octogenario ex guerrillero y dictador. Asustar a los niños es una de las funciones del viejo Pedro Botero. Hace casi 50 años, cuando la Unión Soviética instaló 162 cabezas nucleares en misiles desplegados que apuntaban hacia EE UU desde Cuba, supo lo que significaba tener el futuro del planeta pendiente de un hilo. A finales de los setenta, Fidel asegura que volvió a conocer idéntica sensación cuando los 60.000 jóvenes cubanos a los que mandó a combatir en África fueron la diana de un supuesto ataque del Ejército del régimen racista sudafricano con armas nucleares suministradas por Israel.

Nadie le va discutir la autoridad en materia nuclear a estas alturas. En 1962 Castro era partidario de mantener el pulso nuclear con EE UU, y tuvo que ser Nikita Jruschov quien decidió retirar los misiles después de pactar con Kennedy a sus espaldas. Según Castro ha contado en varias ocasiones, no hubiera dudado ni un momento en darle al botón y desencadenar así el holocausto atómico. Sabe, pues, de lo que habla cuando rememora su pasado entre los pucheros nucleares. Más discutible es su capacidad de entendimiento y análisis sobre el presente, aunque en su aparición pública se rodeó de supuestos expertos, blandió papeles y recortes y se explayó en analistas, citas y cifras para apoyar sus siniestros augurios. En realidad, su intervención televisiva sirvió para desmentir, matizar e incluso disolver una extraordinaria metedura de pata a la que pocos le han prestado atención, que puede tener significado político y en la que lleva ocupado todo el mes de junio. Fidel estaba convencido de que EE UU e Israel aprovecharían el Campeonato del Mundo de Fútbol para desencadenar una guerra nuclear contra Corea del Norte e Irán, y quiso publicar sus advertencias en el diario Granma. Primero especuló, a propósito del hundimiento del buque militar surcoreano Cheonan, con la posibilidad de que la guerra empezara con un ataque norteamericano al régimen de Pyongyang, que Irán aprovecharía inmediatamente para lanzar un ataque preventivo. Con motivo de las sanciones del Consejo de Seguridad contra Irán, cambió el orden de su predicción: iba a ser un incidente marítimo entre iraníes y norteamericanos en el curso de la inspección de los buques lo que iba a desencadenar el ataque a Irán, y a continuación Corea del Norte, a su vez, en previsión de ser atacada se añadiría a la confrontación. Puso, además, fecha: en cuartos de final del Campeonato del Mundo de Fútbol, que el viejo guerrillero ha seguido entero y con pasión de nacionalista latinoamericano. Una de las reflexiones se titula Cómo me gustaría estar equivocado. "A los pueblos pobres del mundo -asegura en otra- no nos queda otra alternativa que enfrentar las consecuencias de la catastrófica guerra nuclear que en brevísimo tiempo estallará". Alguien debió reconvenirle por su truculenta precisión, aunque sin resultado: "Desgraciadamente no tengo nada que rectificar y me responsabilizo plenamente con lo escrito en las últimas reflexiones". Por eso insiste en la siguiente: "Es tan evidente lo que va ocurrir que se puede prever de forma casi exacta". Y ante el fracaso predictivo, el viejo satanás decide hacer autocrítica, como solo saben hacerlo los buenos jefes de manual marxista-leninista: no era el sábado 3 de julio como muy tarde cuando empezaría la guerra, sino el 8 de agosto, cuando se cumpla el plazo de 60 días que dio el Consejo de Seguridad para que se compruebe que las sanciones contra Irán están funcionando. ¿El culpable y objeto final de la autocrítica? Un funcionario del ministerio de Exteriores cubano, que se durmió agotado por el trabajo y omitió unos párrafos decisivos para la comprensión de la resolución de Naciones Unidas. La grabación televisiva es del domingo 11 de julio, pocas horas antes de que empezaran las excarcelaciones y expulsiones de presos, una operación realizada clandestinamente por el régimen, sin que los cubanos de la isla pudieran tener información alguna. Mientras se producía esta operación, que algunos presentan como un momento trascendental para el cambio, el régimen entretenía a los cubanos con un tenebroso programa dedicado a Fidel, rodeado y reverenciado por un obsequioso periodista y unos silenciosos expertos en la materia, algo así como el bombero torero y la banda del empastre del análisis político internacional.

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15 de julio de 2010
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¿Qué es daimon?

¿Qué es daimon? dices mientras clavas en mi pupila tu mochila azul. Lo primero, que en griego significa “el que reparte”, “el distribuidor”. Y después, que en los poemas homéricos, un daimon es una intervención sobrenatural invocada como causa de lo inexplicablemente humano. Muchas veces no se sabe si un daimon viene de un dios, anda por libre, o qué giro lleva. Por ejemplo, en la Odisea, Menelao le recuerda a Helena su insidioso comportamiento durante la aventura del caballo de madera, y le dice: “entonces viniste tú; y te debió traer algún daimon que deseaba dar la victoria a los troyanos”. Se refiere a Afrodita, que un momento antes Helena ha mencionado como la diosa que le infligió la locura, pero Menelao no la quiere nombrar.
Los “daimones” en general son destinatarios de ofrendas, como temibles poderes que es preciso aplacar. Y “daimonios” es quien actúa bajo la guía o el impulso de un daimon, lo cual se entendía como “desgraciado” o “infeliz”, dicho de manera admonitoria. Así llama Antinoo a los pretendientes de Penélope, y les avisa: “evitad los discursos arrogantes”. Se ve que el daimon conduce a cierta soberbia, arrogancia, lujuria, ira —en al caso de Sócrates, a una particular elocuencia— y, en general, al punto de enajenación necesario para la perdición de alguien. También los dioses pueden ser instigados por un daimon;  Zeus se lo dice a su esposa Hera, obsesionada con ver la perdición de los troyanos.
La idea de rechazar al daimon de la estatua, o sea, el reverso de la intención griega, está presente en la escultura de Rodin, con sus desproporciones estudiadas y su utilización aparentemente negligente del trépano, haciendo vaciar piezas con la superficie perdida de agujeros, restos del proceso de punteado. Los griegos procuraban borrar todas las huellas del trépano; Rodin, en cambio, las exhibía. Aquéllos querían atraer al daimon, distribuidor de lo perdidamente divino; éste perseguía la imagen fieramente humana, que no hacía falta sujetar con amarras, porque quedaba presa en la materia sin desbastar. Ningún daimon en sus cabales codiciaría el bailarín sin cabeza o el Balzac de Rodin, que más bien parecen hechos para disuadir a los dioses de meterse en humanidades.
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15 de julio de 2010
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