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El Bosco finalmente rescatado

Por 31 de octubre de 2021 noviembre 24th, 2021 Sin comentarios

Colectivo SMACK: ‘SPECULUM, Eden’, 2019 Colección Solo

Basilio Baltasar

Algo así sucedió en el Museo del Prado con motivo de la exposición conmemorativa del quinientos aniversario de Jheronymus Bosch, el Bosco. Desde las páginas del catálogo editado por el museo, en aquél remoto 2016, los expertos extranjeros invitados a celebrar la efemérides aprovecharon la oportunidad para anudar la versión ortodoxa de las obras atribuidas al artista de Brabante.

Haciendo gala de una satisfecha convicción doctrinal, los especialistas imputaron a la obra del Bosco intenciones cuya huella no hay manera de encontrar en sus pinturas. Y aun así no vacilaron al proclamar la apropiación académica del enigmático y virtuoso personaje.

Uno de los textos publicados en el catálogo atrae con especial intensidad el interés del lector. Paul Vandenbroek, conservador del Museo de Bellas Artes de Amberes y profesor en la Universidad de Lovaina, sintetiza sus años de investigación y presenta al Bosco como el testigo de una época atormentada por las “conductas aberrantes de las clases sociales más bajas” (sic). Una caterva de “mendigos, vagabundos y prostitutas entregados a los salvajes impulsos del cuerpo y a la estúpida locura del pecado”. Pecadores poseídos por “el vicio de la promiscuidad, la gula y la ebriedad, frecuentan tabernas y burdeles y buscan el placer en las desinhibidas fiestas populares”.

Vandenbroek atribuye al Bosco un profundo desdén por los “mendigos y marginados, un rechazo frontal al dispendio, la pereza y el despilfarro, un vehemente desprecio por las clases bajas y las efusiones carnales de una festividad popular vil y vergonzante”. Subraya también el autor que el Bosco trata a los pobres como “zánganos, rufianes, ladrones y derrochadores” y que el espectáculo de la “pobreza autoinfligida” y la “pobreza autoprovocada” lleva al artista a promover “la ética del trabajo, la frugalidad y la sobriedad que prepara el terreno al discurso capitalista” (sic).

Eric de Bruyn, por su parte, asegura que el Bosco condena “todas las formas de conducta que la clase media burguesa considera desviadas y pecaminosas”. Larry Silver constata la “cruel visión de una humanidad pecadora y culpable”. Reindert Falkenburg imputa a las figuras del Bosco un “servilismo subordinado a las fuerzas del mal”.

Resulta desconcertante que los ­expertos invitados por el Museo del Prado imputen al Bosco la acritud ­calvinista que aún no había irrumpido en la historia, le atribuyan una per­turbada fobia a los pobres y sometan la ­bulliciosa creatividad de su obra al rigor de una doctrina clasista y puritana.

Si uno se propone examinar la obra del Bosco es aconsejable escrutar su tupido lenguaje visual con la ironía que percibe el reverso de las imágenes y descifrarla como un escurridizo tropo satírico que mientras omite, afirma, y cuando señala, engaña. La paráfrasis elíptica de la imaginación artística, incómoda con la evidencia grosera de la obviedad literal, se despliega en las pinturas del Bosco con asombrosa energía.

Las criaturas atroces, alimañas híbridas, enanos deformes, bufones endiablados y saltimbanquis lascivos que pueblan sus paisajes son las figuras de una monumental sinfonía burlesca. La simbiótica hermandad de ángeles caídos, basiliscos, bichos y libélulas fundada por el Bosco es la fábula de un fuego mistérico y de su farsa mundana.

La llamada Nave de los locos la presentan los expertos como parte de ese sermón lanzado contra los “zánganos, rufianes y ladrones”, como un edicto punitivo contra los “pecados de gula y lujuria que conducen a la perdición”. En realidad, La nave es una amable escena lacustre en la que un grupo de amigos disfruta de la bebida, la comida y la música. Del Carro de Heno , una de las soberbias e impenetrables escenas del Bosco, se dice que muestra a “la humanidad arrastrada por el pecado”, pero el reverso de la imagen, su réplica transparente, alude al libreto de otra dramaturgia. El desfile evoca además el fervor carnavalesco que convocaba la Fiesta del Asno.

Quien se haya demorado alguna vez ante el Jardín de las Delicias no dejará de recordar la sensación de plenitud erótica que envuelve a las damas y caballeros desnudos sobre la hierba, cabalgando a pelo los corceles y destilando el placer de la ternura hasta el orgasmo sostenido del amor sublime. Ningún rastro del obsesivo desdén supremacista a los “pobres, pecadores y mendigos”.

Así lo entendió fray José de Sigüenza, el bibliotecario de El Escorial que compartía el entusiasmo de Felipe II por el Jardín de las Delicias : “causa admiración cómo pudo haber tanto ingenio y extrañeza en una sola cabeza”.

La presentación de la Colección Solo, en el Centro de Creación Contemporánea de Matadero en Madrid, aparece ahora como una formidable respuesta a la compungida ortodoxia que tenía secuestrado al Bosco y nos muestra la impetuosa imaginación creativa de unos artistas fascinados por su obra.

Las obras expuestas en Matadero rinden tributo al Jardín de las Delicias y acogen el deslumbrante juego de reflejos, simetrías, y réplicas que excita la extraña obra en los artistas implicados en esta recuperación lúcida y poderosa.

Los hallazgos del arte digital, la estética de los videojuegos, el arte sonoro, la animación, el argot pop, el lenguaje de los comics y la historia de la pintura (en la obra de Davor Gromilovic, Mu Pan, Raqib Shaw, Sholim, Dave Cooper, Dan Hernández, Cassie McQuarter y otros) sustentan una penetración lúdica en los iconos herméticos y las figuras grotescas del Bosco y auspician su nueva instalación en la conciencia contemporánea. La mayoría de las obras expuestas en Matadero fueron encargadas a los quince artistas por la Colección Solo y se presentan como un diálogo con la emblemática obra del Bosco. Los comentarios de los autores que se recogen en el catálogo denotan un inteligente acercamiento al silencioso artista, a su sensualidad y a las fuentes de su visionaria imaginación.

El jardín de las delicias. Un recorrido a través de la Colección Solo. Matadero MADRID. Centro de creación contemporánea. Madrid.www.mataderomadrid.org. Hasta el 27 de febrero de 2021

Publicado enLa_Vanguardia_Culturas_El Bosco finalmente rescatado

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Basilio Baltasar

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955) es escritor y editor. Autor de Todos los días del mundo (Bitzoc, 1994), Críticas ejemplares (BB ed; Bitzoc), Pastoral iraquí (Alfaguara), El intelectual rampante (KRK), El Apocalipsis según San Goliat (KRK) y Crítica de la razón maquinal (KRK). Ha sido director editorial de Bitzoc y de Seix Barral. Fue director del periódico El día del Mundo, de la Fundación Bartolomé March y de la Fundación Santillana. Dirigió el programa de exposiciones de arte y antropología Culturas del mundo (1989-1996). Colabora con La Vanguardia y con Jot Down. Preside el jurado del Prix Formentor y es director de la Fundación Formentor.

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