Informativos de Radio Nacional ("la radio pública") a las 8:00 de la mañana del martes 10 de junio. Tras la habitual "cortina" musical, en lugar de la voz del presentador se oye un conocido himno, entre guerrero y grosero, que creí entonado por un grupo de castizos mozos de ciertas fiestas populares, cuya borrachera es tan falsa como real es el embrutecimiento para el que la borrachera es simple coartada. Resultó sin embargo que los castizos eran los propios componentes del equipo nacional de fútbol, quienes efectivamente (como pude ver más tarde en un periódico) se complacían en adoptar una pose energuménica.
En cualquier caso la abominable letra instando a una suerte de masacre del enemigo, en este caso los rusos, fue inmediatamente glosada por el locutor en el sentido de que esta hubiera efectivamente tenido que ser la noticia del día, pero que desgraciadamente la huelga de los transportistas y las previsibles secuelas que, de prolongarse, tendría en nuestra vida cotidiana, obligaba a diferirla unos instantes (cosa que de hecho no estaba ocurriendo). Pues bien:
Resulta que ese día había una segunda noticia que estaba siendo (esta sí) diferida. Ni más ni menos que la noticia de que los responsables europeos (con rarísimas excepciones entre ellas la de España) habían dado un paso fundamental para que la jornada laboral pudiera superar el máximo de 48 horas por semana que contempla la actual legislación, pudiendo en ciertos casos extenderse hasta las 65 horas.
Entre los afectados por tal auténtica regresión social contará la gran mayoría de los que habrán vibrado patrióticamente al son del oé, oé... interpretado por nuestros modernos héroes. Y digo héroes puesto que en ellos reside la posibilidad de que la patria triunfe, lo cual, tal como están las cosas, parece ser el único triunfo que los ciudadanos puedan sentir como propio.
Los tertulianos de la evocada emisora, como la de todas las demás (a excepción de las animadas por un fervor patriótico de otro signo), comentaban y hacían previsiones sobre esta sana explosión de sentimiento popular. Y alguno más teorético no se privó de hacer consideraciones sobre la particularidad de un deporte en el que los pies y no las manos priman. Y, como en un concurso universitario, proliferaban las citas de rigor, desde frases de un entrenador argentino a las de un escritor culé ya desaparecido.
En efecto priman los pies sobre las manos, pero sobre todo priman los pies sobre la cabeza, priman sobre la exigencia de respeto a la que no puede renunciar ningún ser de razón y de juicio. Es simplemente un escándalo que se desprecie al pueblo considerando que lo suyo es esta evasión patriótica del oé, oé...y que para ocuparse de la reglamentación de sus horas de trabajo están los responsables de las instituciones europeas.
Escribo esto en la hora previa a que comience el encuentro (curioso término para referirse a algo que suele dar pretexto a la liberación impúdica de inclinaciones xenófobas). Y aquí si que es fácil hacer una previsión: de ganar los colores propios, ninguno de los que somos víctimas de reales frustraciones ganará en realidad nada, pues la borrachera de la victoria quedará reducida a resaca; mas en caso de perder, la resaca será auténtica y la ‘vomitona' se añadirá a las que ya convierten cotidianamente la vida en un asco.
