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Escrito por

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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La metáfora y la fórmula (II)

Señalaba en la columna anterior la conveniencia de no rebajar el peso del universo de los conceptos carentes de representación pero fértiles a la hora de describir y explicar; describir y explicar concretamente la estructura del orden natural. Hay sin embargo una segunda razón para no satisfacerse en el recurso a la metáfora (u otros expedientes literarios) para la expresión de determinaciones conceptuales, a saber, lo que ello conlleva de subordinación de la primera. Pues la metáfora no es un aspecto contingente de la vida del lenguaje, ni en consecuencia un aspecto contingente de la vida de los hombres. La metáfora es uno de esos contenido esenciales por los que el lenguaje humano emergió en contraposición a los códigos de señales válidos para la subsistencia individual o específica y exclusivamente subordinados a las mismas. "Escapar a las contingencias del tiempo en una metáfora" señalaba Marcel Proust como tarea del escritor, a entender como paradigma de la tarea cabalmente humana.
La metáfora, en suma ha de valer por sí misma, y tal cosa cabe decir del concepto. Dos universos en los que el espíritu se recrea y la humanidad se reconoce.

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31 de mayo de 2012
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La metáfora y la fórmula (I)

En este foro me he referido muchas veces a la legitimidad de recurrir a expedientes literarios para expresar teorías científicas o filosóficas, y he evocado al respecto al matemático y filósofo René Thom, quien solía señalar que si una metáfora no puede nunca reemplazar al concepto propio de aquello de lo que se está tratando, a falta de tal concepto una metáfora vale más que nada.
Sin embargo hay un límite muy claro. Cuando la teoría es por definición irreductible a toda representación intuitiva, atenerse a la metáfora puede llegar a constituir un traición. Tal es el caso por ejemplo de las tentativas por plasmar intuitivamente un espacio tridimensional dotado de curvatura, tan irrepresentable como lo sería para un ser bi-dimensional e inteligente confundido con la superficie de la tierra, tener la percepción de que su plano mundo está curvado. El único indicio que tendría de ello es la imposibilidad en la que se hallaría de trazar círculos en los que la relación entre la circunferencia y el radio fuera dos pi, es decir: el concepto geométrico triunfaría allí dónde la intuición es imposible. Pues que la geometría que hemos aprendido en la escuela, la geometría euclidiana, deje de funcionar es razón suficiente para decir que el marco en el que las figuras se inscriben no es euclídiano, lo cual aplicado a nuestro entorno tridimensional significa simplemente: la geometría de nuestros años de aprendizaje infantil no da cuenta de la naturaleza, no da cuenta de la physis y no constituye pues - en los términos de Einstein- "una rama de la física". La rama geométrica de la física se alcanza a través de medidas tan consistentes y rigurosas como esencialmente irreductibles a la intuición , lo cual equivale de alguna manera a decir que el mundo del que procedimientos conceptuales dan cuenta escapa tanto a nuestra experiencia como a la intuición pura del espacio, la cual como Kant indicaba es posiblemente el marco de inscripción de la primera.
Ello no debe en ningún modo ser interpretado en el sentido de que el orden de la metáfora juegue en la vida de los hombres un papel subordinado en relación al universo de los conceptos. Se trata simplemente de que la metáfora es tanto más fecunda cuanto es tomada como fin y no como mero expediente al servicio de otra creación del espíritu . Volveré sobre este tema.

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29 de mayo de 2012
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El triunfo postrero de Kant

Refiriéndome a asuntos cuánticos había hace unas semanas introducido la interrogación sobre esos fascinantes momentos de la ciencia en los que se diluye la frontera que la separa de la filosofía. Momentos concretamente en los que el físico se descubre a sí mismo, sin sentimiento de ruptura de continuidad, deambulando en los terrenos de la metafísica.
Ya he indicado aquí en ocasiones lo significativo que es el hecho de que el jurado que en 1922 otorga a Einstein el Premio Nobel de física valora como más revolucionarios los trabajos que se hallan en el origen de lo que será la física cuántica (y en su seno la mecánica cuántica) que aquellos que condujeron a la relatividad restringida y la relatividad general. Para apercibirse de lo que supone considerar que las implicaciones filosóficas de la mecánica cuántica son incomparablemente más radicales que las de la relatividad baste recordar que un siglo después aun no hemos asimilado las consecuencias de las tesis relativista, y que posiblemente algo hay en nuestra condición natural que hace imposible tal asimilación.
En el texto citado en la anterior columna Karamazov evocaba el contradictorio sentimiento que le invadiría en el momento en el que asistiría al entrecruzare de las líneas paralelas. Pero no hay cuidado, no alcanzará Karamazov a superar el marco euclidiano, por el identificado a limitación, miseria e impotencia; no alcanzará Karamazov a intuir su propia curvatura, no conseguirá adaptar su mente a su condición física, cabría decir. Tal parece ser el triunfo postrero de Kant: el tiempo y espacio arrojados de la naturaleza con la furca de la teoría de la relatividad, perduran para el hombre como lente reductora en su comercio con esa misma naturaleza.
Pero allí donde no cabe intuición sí cabe concepto. Las geometrías y métricas no euclidianas, llamadas geometrías imaginarias, a veces por sus propios precursores, en razón de que no se as consideraba aptas a la expresión de lo real, no solo se revelan consistentes sino que dan cuenta del mundo 2. Un mundo sobre el cual la física hace previsiones desconcertantes para ciertas convicciones ancladas, pero que obedecen sin embargo a irrenunciables principios. Se trata de ver que algunos de estos principios son también puestos en la de juicio en "otra" nueva mecánica, euclidiana o no euclidiana, pero cuántica.

 

 

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2 La mera consistencia de las geometrías no euclidiana fue ya una gran sorpresa para el matemático y jesuita italiano

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10 de mayo de 2012
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Ecos literarios de subversiones científicas: el Dios de Karamazov

Pero esto es lo que hay que decir : si Dios realmente existe y, realmente ha creado el Mundo entonces, como todos sabemos, lo creó de acuerdo con la geometría euclidiana , y creó la mente humana capaz de concebir sólo tres dimensiones del espacio. Y sin embargo, ha habido y hay todavía matemáticos y filósofos, algunos de ellos hombres de extraordinario talento, que dudan de si todo el universo o para decirlo de manera más amplia, toda existencia fue creada sólo de acuerdo con la geometría euclidiana"
Quien pronuncia esta suerte de discurso físico-matemático es un héroe literario, evocado por Jeremy Gray en el capítulo que lleva por título "Mecánica no euclidiana" en su libro Ideas de espacio. Ivan Karamazov se dirige a su hermano Alyosha poco antes de que surja la figura del gran inquisidor. Con esta referencia Jeremy Gray quiere ilustrar la profunda impresión que mas allá del universo científico produjo el descubrimiento de las llamadas geometrías no euclidianas.
Quizás no sea ocioso señalar que la problemática trasciende lo científico y lo gnoselógico para adentrarse en el orden de las cuestiones éticas, pues Ivan Karamazov dice asimismo:
"Ten la bondad de entender que no es que no acepte a Dios, sino al mundo que creó. No acepto el mundo de dios y me niego a aceptarlo. Te lo expondré de otra manera: estoy tan convencido como un niño de que las heridas curarán y las cicatrices desaparecerán, de que el repugnante y cómico espectáculo de las contradicciones humanas se desvanecerá como un lastimoso espejismo, como una horrible y odiosa invención de la débil e insignificante mente euclidiana del hombre...Que se corten las paralelas y que yo mismo pueda verlo: lo veré y diré que se cortan, pero ni aun así lo aceptaré."
En las últimas líneas Karamazov parece expresar la interna contradicción entre la esperanza de alcanzar una intuición no euclidiana, la esperanza de trascender los límites de su "miserable mente" y el sentimiento profundo de que algo de sí continuaría anclado en ella, que la percepción del mundo a través de lentes euclidianas no podría ser erradicada.
Un niño que asiste a clases de geometría no ofrece resistencia cuando se le dice que por un punto exterior a una recta pasa una recta y sólo una que no cruza a la primera (transcripción del llamado postulado euclidiano de las paralelas). Si más tarde se encuentra en clase de filosofía y su profesor diserta sobre la justificación por Kant de la seguridad que tenemos de que ello es así, a saber, que el espacio mismo nos dice que la cosa no puede ser de otra manera, lo más probable es que el joven siga asintiendo... permaneciendo así ajeno a la aseveración por la teoría de la relatividad de que ese espacio que hace tan naturales las proposiciones de la geometría aprendida en la escuela, es lo menos natural del mundo por carecer de toda realidad física.
Y en efecto la certeza de las tesis relativistas sobre el espacio no implica que podamos prescindir del mismo, que podamos quitárnolos de la cabeza, o por mejor decir, quitarlo de nuestro ser. Pues decir que el marco vacío que Newton consideraba preexistente a la creación ( y en el que Dios habría ubicado las cosas naturales y por mediación de una de ellas-el hombre- las cosas artificiales) carece de objetividad física, no significa decir que un ser tridimensional pueda percibir las cosas si no es bajo su prisma, por cierto que sea que un ser tridimensional lingüístico puede forjar conceptos que trascienden tal intuición. En términos muy concretos: aunque el mundo no responda a la geometría aprendida en la escuela, hay razones para pensar que vemos y seguiremos viendo el mundo en conformidad a las bases de la geometría aprendida en la escuela 1.

 

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1 Un ejemplo elemental. Supóngase que a la hora cero un haz de luz avanza hacia dos sujetos S1, S2 situados a tres millones de kilómetros y dotados de dos relojes idénticos. Si ambos permanecen inmóviles la luz tardará 10 segundos en alcanzarles. ¿Que pasa si S1 permanece inmóvil, pero S2 se avanza (a una velocidad que podemos considerar enorme con tal de que sea inferior a la de la luz) ? Pues que el reloj de cada uno de ellos seguirá marcando 10 segundos...y no se trata de que el reloj de S2 se haya estropeado. "¡Pero el segundo sujeto se ha aproximado en el espacio! ¡El trayecto recorrido por la luz es en ese caso más corto!" protestará fiel a Newton y Kant el sentido común. La relatividad restringida tiene respuesta: estás comparando el espacio que recorre la luz en cada caso con un espacio absoluto carente de realidad. Carente de realidad física cabría sin embargo precisar, pero dotado de realidad formal y consistencia, además de inseparable compañero de nuestras representaciones y soporte de una construcción "literaria" tan extraordinaria como el libro de los Elementos de Euclides.

 

 

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8 de mayo de 2012
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Tras la conciencia conservadora…la palabra que subvierte

"Se trata de saber si el hombre será o no un esclavo en la comunidad, si será o no reducido al estado de eslabón de un engranaje o si por el contrario querrá y sabrá dominar y utilizar el progreso material para se más libre, más digno y mejor. He aquí la querella mayor del universo".

 

Quien así se expresa no es un revolucionario, y ni siquiera un defensor de la socialdemocracia, sino el General de Gaulle, en un discurso dirigido a la juventud alemana el 9 de septiembre de 1962, en el castillo de la localidad de Ludwisburg en presencia del entonces Canciller Konrad Adenauer.
Hablando de los terribles enfrentamientos entre Francia y Alemania, de Gaulle no obvia referirse a razones directamente ideológicas y patrióticas, pero cree que las causas profundas hay que buscarlas en la existencia de implacables intereses económicos que habían escapado a todo control y que podían ser superados precisamente mediante la construcción de un nuevo espacio político del que Alemania y Francia habrían de ser protagonistas, desde luego no exclusivos. Todos sabemos en que ha desembocado esta Europa fundada de hecho en la obediencia a esos mismos intereses denunciados por de Gaulle, pero ello no es óbice para que sus palabras aquel día tuvieran un acento de veracidad, acentuado por el hecho de que el militar francés se dirija a sus huéspedes alemanes usando exclusivamente la propia lengua de estos.
Me venía a la mente esta referencia de un gran político conservador que busca suturar las heridas de una guerra que conmocionó la historia europea, cuando - en relación a la guerra económica que ahora tiene lugar- el pasado día 28 de abril leía la columna de un articulista español del que me separa tanto la valoración de las leyes más racionales votadas por el gobierno Zapatero (las relativas al aborto y la homosexualidad, en primer lugar) como su juicio sobre el papel de la iglesia católica en la vida española, pasando por la concepción misma de lo que ser español significa. Pues resulta que, al finalizar la lectura, solo había una frase que no estaba dispuesto a suscribir y desde luego me identificaba totalmente con el tono combatiente y justiciero que el articulista esgrimía. Muestra para mí de que efectivamente las disposiciones subjetivas y las propias convicciones ideológicas son sólo pantallas, tras las cuales late en todos y cada uno de nosotros una exigencia de transparencia y de razón y un odio a la mentira, en este caso la mentira tenebrosa del liberalismo económico y la brutal relación de fuerzas que refleja.
Decía Jacques Lacan que la verdad pugna en cada uno de nosotros por alzar los velos que la cubren. El verídico escrito de Juan Manuel de Prada en el diario ABC, que me permito transcribir aquí enteramente, es una prueba de ello.
"¿Cuantas veces hemos oído que eran necesarios «gestos» para tranquilizar a los mercados financieros? Es una de las frases predilectas de los «analistas» económicos, esos medioletrados al servicio de la plutocracia, encargados de mantener en pie el tinglado de la farsa hasta el colapso final. Zapatero prodigó «gestos» para amansar a la fiera, después de provocar su furia; Rajoy, temeroso de reavivar esa furia, no ha dejado de hacer «gestos» desde que ganara las elecciones, tantos que corre el riesgo de convertirse en un histrión gesticulante. Los «gestos» que presumiblemente habrían que tranquilizar a los mercados ya sabemos en qué consisten: «flexibilidad laboral» (que es como finamente se llama al despido a mansalva y a los sueldos sometidos a una dieta digna de un campo de concentración), «ajuste fiscal» (que es como finamente se llama a las exacciones crecientes), «co-pago» sanitario y educativo (que es como finamente se llama al «bi-pago», pues se trata de que paguemos dos veces por el mismo servicio: la primera por vía impositiva, antes de que solicitemos el servicio; la segunda cuando lo solicitamos), etcétera. Y también sabemos cuál es la reacción de los mercados financieros ante tamaña sucesión de «gestos»: la prima de riesgo del bono español sigue disparándose, mientras las llamadas «agencias de calificación» rebajan la nota de nuestra deuda pública.
¿Y no será que tales «gestos», lejos de tranquilizar a los mercados financieros, no hacen sino excitarlos? ¿No será que los mercados financieros han hallado en la deuda española un filón inagotable para sus enjuagues especulativos? Pues, cuanto más gesticulamos, más nos exprimen y vapulean, como el chiquilín emberrinchado que, viendo que sus papás acceden a sus caprichos por aplacar sus berridos, berrea todavía más, seguro de que así obtendrá mayores ventajas. Los mercados financieros han descubierto, en efecto, que invertir en la deuda española es un chollo, pues los españoles estamos dispuestos a seguir haciendo «gestos» para aplacarlos; con lo que no tienen más que ponernos mala nota para que las nuevas emisiones de deuda les salgan más rentables; y la rentabilidad creciente de la deuda española -la prima de riesgo cada vez más disparada- exige nuevos «gestos» para pagar sus sucesivas emisiones, en un círculo vicioso cada vez más enloquecedor.
Los mercados financieros no se tranquilizan ante los «gestos»: por el contrario, en los «gestos» descubren la debilidad del animal que sangra por la herida; y el olor de la sangre no hace sino enardecerlos. Al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poderío: los mercados financieros saben que pueden convertir a los Estados en peleles a su servicio, en meras maquinarias de exacción dispuestas a prodigar «gestos» con tal de mantenerlos apaciguados (esto es, excitados). Así los Estados, que deberían ocupar el elevado puesto de rector y supremo árbitro de las cosas, se han rebajado a la condición de esclavos del imperialismo internacional del dinero, entregados y vendidos al capricho y la codicia de especuladores desenfrenados, como profetizara hace casi un siglo Pío XI. Y, mientras se dispara la prima de riesgo, el desempleo alcanza cifras de congoja, como inevitablemente ocurre cuando la actividad económica se somete a la voracidad de los mercados financieros. Cuando la economía española quiebre, cuando los mercados financieros nos hayan convertido en un despojo, hincarán el diente a otro incauto. Pero, entretanto, ¡más gestos, hacen falta más gestos!"

Indicaba aquí hace unas semanas que los políticos europeos harían bien en no fiarse del extraño silencio de los ciudadanos, no ya ante las penurias actuales sino ante los presagios de que vendrán aun tiempos peores. Tiempos literalmente de pauperización, de conversión de los ciudadanos en esclavos y en consecuencia tiempo de deshumanización de los mismos. Pues la misma persona que conscientemente se dispone a votar a quien acaba de reducir sus derechos y así lo proclama, puede-aún sin saberlo- estar ya redimiéndose en el proceso holístico que conduce a la toma de las bastillas financieras.

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3 de mayo de 2012
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Holismo y subversión

Un antiguo ministro de exteriores del gobierno de Enrique Cardoso se refería hace unos meses en el diario brasileño O Globo a los rumores sobre el colapso del sistema capitalista, afirmando que los mismos son absolutamente infundados. Lo curioso es que esta conclusión era desmentida por el contenido mismo de su escrito.
Así, en referencia a los Estados Unidos, Luis Felipe Lampreia afirmaba que desde la guerra del Vietnam (dónde la bandera del Vietkong llegó a ser ondeada por los manifestantes contra la presencia de 500000 americanos que gastaban su juventud en Indochina) no se habían visto en Estados Unidos una contestación tan radical como la que supuso Occupy Wall Street, y que no había precedentes en la historia reciente del país de un espectáculo de disfuncionalidad política e institucional tan grave como el ofrecido en las cámaras americanas el pasado verano en torno a los gastos federales.
Pero la zona más álgida sería la Unión Europea, amenazada a su juicio de desintegración, síntoma de lo cual sería el retorno a los nacionalismos (en Grecia por el sentimiento de que se les fuerza desde el exterior a la miseria, y en Alemania o los Países Bajos por el sentimiento contrario de estar alimentando a desarraigados) y el resurgir de fantasmas xenófobos que se creían superados. El mercado de trabajo en los países desarrollados mengua (en razón sobre todo de la contracción del sector público). Los grandes bancos del mundo pierden a ojos vista credibilidad y su rescate es considerado por la población como una gran injusticia. En suma, los descontroles de la economía de mercado estarían poniendo en peligro tanto el sueño americano como la ilusión compartida por Adenauer y De Gaulle de una Europa con sentido de común destino.
Y esta mirada panorámica se efectúa desde un Brasil dónde los bonos (juros), descontada la inflación han llegado a batir records mundiales de rentabilidad (5.5 por ciento contra tasas negativas en Alemania o Japón y 1 por ciento en Rusia, otro de los países emergentes) y en consecuencia misma de ello ciertos economistas declaran que ningún país tiene mayores razones para temer a la crisis. Un Brasil dónde un antiguo partido guerrillero y maoista, socio en los gobiernos de Lula y Roussef, se ha visto inmerso en gravísimos casos de corrupción. Un Brasil dónde las formidables tasas de crecimiento (que permiten a su presidenta dar consejos a países europeos hasta hace poco considerados potencias) no es óbice para que los excluidos del sistema sigan llenando de imágenes sombrías los centros mismos de las ciudades. Un Brasil en suma dónde la condición de país económicamente salvado de la quema podría revelarse un espejismo, y el sentimiento subjetivo de potencia mudar en melancolía.
Ante esta perspectiva internacional, ¿dónde reside la base de la seguridad que tiene el político brasileño de que el Capitalismo no está amenazado? En un único argumento: la inexistencia de una propuesta alternativa "ya sea en términos teóricos". El lúcido analista se equivoca quizás en este punto. Pues las alternativas no necesariamente se proclaman. Las transformaciones sociales son a veces expresión de un movimiento holístico, dónde la yuxtaposición de sentimientos individuales de agravio cuenta menos que una razón colectiva, de la que no hay siquiera clara conciencia.
Si durante las grandes manifestaciones (en realidad ocupación-en ocasiones casi espontánea- por los ciudadanos del espacio público) que han tenido lugar en Barcelona con pocos meses de intervalo, alguien hubiera preguntado por las razones subjetivas que movían a la participación, posiblemente las respuestas serían no sólo muy diversas, sino en ocasiones opuestas y hasta contradictorias. Allí había gente que comulgaba más o menos con un ideario naturalista o animalista y gente que respondía al lema (para algunos periclitado) de la lucha de clases; gente que podía lamentar la ausencia de referencias a la causa del catalanismo y gente que no se sentía en absoluto afectada por este asunto; gente confiada en que alcanzar un mundo más digno es cuestión de acuerdo entre seres de buena voluntad y gente convencida de que todo es asunto de relación de fuerzas...Pues bien: me atrevo a decir que estas diferencias carecían de importancia y ello en razón de que las motivaciones subjetivas eran mera oportunidad para que se manifestara una razón común la cual podía incluso ser contradictoria con lo que cada uno creía que le motivaba. Esto se notaba también al nivel de los discursos, en ocasiones brillantes, en ocasiones indigentes, pero igualmente carentes de peso ante el movimiento holístico en su esencia y portador de un saber asimismo holístico, forjador de un sujeto presente en cada uno pero a veces difícil de reconocer en ese uno determinado por relaciones de fuerza afectivas, económicas, etcétera, que cierran el paso al sujeto que activa y críticamente piensa, es decir, resiste a los prejuicios establecidos.
La carencia común al analista brasileño y a muchos de sus homólogos europeos es no considerar la hipótesis de que el sujeto social, lejos de reducirse al cúmulo de sus intereses inmediatos, es intrínsecamente transitivo tensado, dialéctico y creador. De esta tensión surgirá quizás la alternativa al caos e indigencia actuales.
No se alcanza una línea yuxtaponiendo puntos, una superficie yuxtaponiendo líneas, ni un sólido yuxtaponiendo superficies...Pero en ocasiones una suerte de restauración de la jerarquía ontológica, una concordancia de lo aparente con lo real, hace que lo sustancial y denso, lo tridimensional concreto, sin lo cual no caben de hecho las variedades abstractas que son sólidos, lineas y puntos, recupere el primer plano. Y entonces las superficies muestren su matriz en el sólido, como las lineas su razón de ser en las superficies. A tal restauración de la verdad en el plano topológico, correspondería en lo social ese momento en el que los individuos nos reconocemos como reflejo del todo que lucha por su propia fertilización.
En el más sencillo paño gracias a la singularidad de los pliegues superficies y líneas surge esa forma que un Zurbarán o un Velazquez, se esfuerzan por recrear en los velos blancos de sus prodigiosos Cristo 1. Análogamente, el momento de discontinuidad que conmueve y fertiliza el todo unificado del conjunto social confiere a esos indivisibles últimos del mismo que somos cada uno de nosotros un suplemento de dignidad, poniendo de relieve que si tantas veces cada uno de nosotros es reflejo de la humanidad rapaz por miserable, puede llegar a ser expresión de la humanidad generosa por fértil.

 

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1 He tenido aquí ocasión de recordar la frase de Eduardo Chillida relativa al descendimiento de Roger van der Weyden: "si le quitas los pliegues al cuadro que queda del cuadro". 

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27 de abril de 2012
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La razón y la ira

Y también están los corruptos. Si no hubiera corrupción posiblemente la hecatombe que  se cierne sobre los ciudadanos sería la misma. Pues la reducción de las personas es inevitable corolario de que la lógica del  dinero impregne exhaustivamente la vida económica. Mas para que los términos de esta polaridad se diluyan, para que no se sepa exactamente dónde reside el combate, el corrupto viene a jugar su papel estructural. El poder mismo jalea a los que anatematizan a los malos, evitando simplemente que la ira se arme de razón, dirigiendo entonces sus puños contra El Mal.

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24 de abril de 2012
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Tras las cosas y uno mismo (II)

Los estudiosos de Heidegger enfatizan  el hecho de que abrirse a la diferencia ontológica exige dejar de pensar el ser sobre el modelo de las cosas ni tampoco sobre el  de un sujeto concebido como yo mismo.[1]  Avanzo  al respecto algo que llegado el momento se abordará en detalle, a saber, que si por  cosa se  entiende un soporte dotado de propiedades que la singularizan, hay otros ámbitos del pensamiento (pre-socráticos desde luego, pero también contemporáneos) en los que la physis  tampoco es concebible ni como cosa  ni como correlato subjetivo de la misma. En efecto:

Por un lado, tal como hemos podido ver en estas mismas notas,  en el mundo cuántico se diluye la noción de cosa, entendida como algo con caracteres propios que la individualizan y sometida a los principios de contigüidad y determinismo. 

Por otro lado, en lo que concierne al sujeto, sin  ir más lejos, el sujeto clásico de la ciencia
se haya privado de las características diferenciales que posibilitan hablar de inter-subjetividad y por consiguiente hablar de sujeto como soporte de un yo, pues el sujeto de la ciencia constituye precisamente el resultado de hacer abstracción de esas diferencias. Pero ni siquiera está claro que el correlato pensante de los raros objetos que se determinan en una medida cuántica pueda ser identificad al sujeto de la ciencia en un sentido clásico, ya que este  parece ser correlativo de las cosas físicas en  la acepción ortodoxa del término.


[1]"La diferencia ontológica, presente ya en Ser y Tiempo, recibe una determinación más precisa cuando, sobre el telón de fondo de la verdad, se percibe que el ser como ámbito de iluminación que hace aparecer a las cosas no es algo de éstas ni de mí mismo, sino un acontecer que, al dejar que los entes se muestren, se retrae a un segundo plano y no aparece como tal. Precisamente por ello no es una cosa ni puede ser pensado sobre el modelo de la cosa. ¿Cómo hay entonces que pensarlo? Este es justamente el problema. Pero la diferencia está ahí, insuperable e irrenunciable." Ramón Rodríguez o.c.  p.148.

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19 de abril de 2012
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Dinero versus andreia

Es muy posible que para alcanzar la etapa en que se es servidor desinteresado del dinero, para interiorizar que el dinero es el fin en sí de la ordenación social, se necesite previamente haber buscado en el dinero el hogar protector contra la finitud y la muerte, es decir haber sido víctima de temor  paralizante, haber renunciado a la andreia, esa hombría, entendida como exigencia subjetiva de  que  lo cabalmente humano se realice en  uno, la cual,  según Aristóteles, tiene su
condición primera en que el inevitable temor a la muerte no se convierta en  fobia (fobos), que evita contemplarla cara a cara. El dinero empieza siendo un imaginario abrigo en la situación del miedo ciego (miedo que no quiere ver lo inevitable de aquello ante lo que huye). Mas una vez  protegida la subjetividad, surge una especie de agradecimiento: no se vincula ya la casa a su función. El dinero no es ya refugio sino fin en sí.

De ahí esa impresión de que los llamados poderosos de este mundo nada en realidad pueden. Impresión de que las Merkel y los Sarkozy  no son más que devotos servidores que alguna
vez se descarrían. ¡Ay de Sarkozy¡ conducido quizás  ya hacia el solar apagado  dónde moran el
banquero arruinado, el amante abandonado y el político  fracasado (trilogía agustiniana , no
del arrepentido de Icona  sino de Agustín García) y ¡ay! Asimismo de Papandreu y tantos otros. No dejan tampoco de estar bajo la atención del ojo vigilante los banqueros y altos mandatarios de las instituciones financieras. Recibirán generosas recompensas que ellos mismos han de considerar como índice de su buen comportamiento, pero serán marginados si caen en la conmiseración (si se apiadan por ejemplo de los empleados de Telecom empujados  al suicidio) o si dan muestras de que los talentos que reciben el lugar de ser fertilizados son empleados en beneficio de oscuras inclinaciones subjetivas (¡ay de Strauss Khan que compraba cuerpos humanos no para reciclarlos en el sistema económico sino para su personal goce).

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17 de abril de 2012
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¿Qué separa al metafísico del físico?

Aristóteles se preguntaba en un importante momento de su Física por la frontera en la que el matemático se separa del físico. Cabe formular una interrogación análoga respecto a la sutil frontera que divide al físico del metafísico. Consideremos por ejemplo  un tema de absoluta actualidad, a saber el de la interpretación del fenómeno, poco cuestionable desde el punto de vista científico, del Big Bang y de un universo en expansión. Se sabe que la hipótesis fue avanzada entre otras razones al comprobar que las galaxias se alejan las unas de las otras. De manera ingenua ello podría dar lugar ya a una interrogación metafísica: ¿la expansión supone
que la materia se extiende (rarificándose) en el espacio o el espacio mismo se dinamiza, dilatándose, en tal expansión? La teoría de la relatividad vendría  a dar respuesta  en el segundo sentido. La física cierra aparentemente  la interrogación metafísica.

En realidad, en este caso la respuesta física precede ya a la interrogación metafísica pues, sólo en el marco de la teoría cabalmente física de la relatividad pudo avanzarse una hipótesis como la del Big Bang, pero sería perfectamente legítimo que una persona a la que se le habla simplemente de la tesis científica de la expansión del universo, sin vincularla formalmente a la
relatividad, formule la interrogación señalada. Esa persona esta indiscutiblemente abriéndose a una disposición relativa a la Physis que no es exactamente aquella que caracteriza al físico, una disposición metafísica  no coincidente con  aquella a la que se refiere Heidegger, pero a la que el pensador alemán englobaría entre las actitudes del espíritu reductoras de la cuestión de la verdad a la cuestión del conocimiento.

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12 de abril de 2012
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