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Escrito por

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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La extraña lengua

Yanko Goorall, sobrevive al naufragio en las costas británicas del vapor Herzogin-Sophia Dorotea que conducía a América emigrantes centro europeos. Ignorante de dónde se encuentra, vaga por la campiña vecina a la costa, generando, terror y rechazo entre los habitantes de los cottages, desconfianza que se acentúa al oírle hablar su lengua montañesa, para ellos absolutamente indescifrable. Tras la mediación entre otros del médico de la comarca y narrador de la historia (que curiosamente avanza la hipótesis de que se trata de un vasco, por lo cual le dirige infructuosamente unas palabras en Español y en Francés), Yanko se incorpora como trabajador en una granja, siempre en una atmósfera hostil, que los niños del lugar interiorizan, oscilando entre la huída temerosa y la mofa. Una muchacha, Amy Foster se enamora no obstante del extraño y venciendo la oposición de su familia y vecinos acaba casándose con él, compartiendo ahora su vida en un cottage. La llegada de un niño procura a Yanko Gooral una alegría tanto más grande cuando que, por primera vez desde su naufragio, ve que muy pronto "habría un hombre con quien podría cantar y hablar en la lengua de su tierra".
Tal es la trama de uno de los relatos de Joseph Conrad que bajo el título de Amy Foster, ofrece un punzante caso de conflicto lingüístico, que corrompe una relación sustentada precisamente en la nobleza de carácter de las protagonistas y su capacidad de resistir con entereza a las convenciones sociales.
La fatalidad que acompaña a Yanko hace en efecto que Amy Foster empiece a ser minada por la idea de que el aprendizaje de aquella lengua "tan turbadora, tan pasional y tan extraña" desarraigaría a su hijo respecto a los valores del entorno, valores henchidos de prejuicios que ahora retornan en ella, como si en lugar de ser realmente vencidos hubieran sido meramente encubiertos. Y así, un día que en el umbral del cottage, Yanko entonaba para su hijo una de las canciones que las madres cantaban a los bebés en su montaña, Amy Sister arranca con brusquedad el niño de sus brazos. La diferencia, la inquietante alteridad que tanto le había atraído en Yanko, acaba por generar -¡también en ella! - temor y rechazo. Lo que sigue es de esperar: Amy Foster abandona el cottage levándose al niño. "¿Por qué?" se preguntará Yanko antes de expirar como clamando ante un responsable Hacedor ¿Por qué Amy Foster no quería que en su hijo hubiera una continuidad para su lengua? "Una racha de viento y un zumbido fueron la única respuesta".

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25 de junio de 2013
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Recto hilo

Cuando en 1948 Claude Levi-Strauss presenta la tesis doctoral en la que mostraba la verdadera esencia de las relaciones de parentesco, hasta entonces confundidas con formas contingentes que el parentesco puede adoptar, una de las cuales, sólo una, tiene base en la comunidad de ancestros, se abría una puerta que permitiría relativizar el peso de ciertas estructuras abusivamente consideradas casi como universales antropológicos. Por dar un ejemplo provocativo: es perfectamente concebible el relevo generacional y la plena transmisión de la palabra en ausencia de los modos de organización que designamos con los vocablos "familia" o "estado", pero no es concebible tal cosa en ausencia de las estructuras básicas de lo que designamos por "música". Así pues, si queremos garantizar universales antropológicos, es decir, condiciones de posibilidad del perdurar de nuestra especie, mejor haríamos en defender la música que en hacer nuestras las tesis del primado Rouco (1).
Mas si ciertas instituciones han podido usurpar lo que para el ser humano es más caro, lo que garantiza el perdurar de su singularidad entre las especies animales, es porque en algunos de sus rasgos responden plenamente a lo universal, perturbado ciertamente en tal embalaje, pero abriéndose camino a través del mismo. Si la Naturaleza de Horacio (evocada por Freud) retorna en la furca misma con la que se intenta expulsarla, se diría que el espíritu (el conjunto unificado de facultades compartido por los seres de razón y de lenguaje) consigue desplegarse a través de los expedientes que intentan sino abolirlo, al menos canalizarlo o cercenarlo.

 

***

 

Una mujer de treinta y siete años, italiana del mezzogiorno, que había realizado estudios humanísticos en una universidad del Norte vive hoy en una ciudad extranjera, también vapuleada por la crisis, que busca paliativo en el turismo. Trabaja esta mujer tres días por semana en un establecimiento que es a la vez tienda y bar, atendiendo con una consideración que raya la ternura al grupo de parroquianos, jubilados o próximos a serlo, que confieren calor a un local que, sin ellos, se vería condenado a ser un eslabón más en el cansino deambular de los grupos de turistas. Pronto regresará por unas semanas a su localidad natal para contraer matrimonio, y me lo comunicaba mientras me alargaba "para acompañar al vino" un cartucho con unos pastelillos salados con los que uno de los habituales acababa de obsequiarla. La tremenda y profunda serenidad, la afirmación vital que emanaba de esta mujer, que poco antes me exponía su pesar por haberse visto obligada a abandonar sus estudios, su comprensiva sonrisa al escuchar las fantasiosas discusiones de los huéspedes, los chistes que olvidan a veces haber ya contado o sus recuerdos sublimados del pasado de la ciudad... Esta cotidianidad tan trivial como verídica me hizo sentir que el poder económico e ideológico que envuelve nuestras vidas no consigue impregnar el fondo, no deja de ser un armazón superficial, una superestructura.
La situación me retrotrajo a la vivida hace muchos años, en la adolescencia y en pleno Franquismo, cuando llegado al atardecer en autostop a un pueblo almeriense fronterizo con Murcia y decidir pasar allí la noche, compartí largas horas en la taberna vecina a la fonda, con los habituales del lugar. Tuve entonces la certeza de que una dictadura política era impotente a doblegar lo esencial de lo que forja el trato entre los hombres. Sentimiento que se repitió después ( siendo ya estudiante en París) en un pueblecito de una Grecia aun con la sombra del régimen de los coroneles, pesadilla política que de ninguna manera había logrado hacer de los griegos seres apagados. Aprendí entonces a amar una Grecia concreta, como en aquella estancia en el pueblecito de Velez Rubio, tuve enorme cariño por España, un España en la antítesis de la parodia castiza de los que veces han usurpado su nombre y que tantas veces se presta (con toda la estupidez del mundo) a servir de coartada a quienes, polarizados frente a ella, confunden a veces la dignidad de su propia identidad con el repudio del otro.
Hay en las relaciones entre los hombres un "recto hilo", una urdimbre simbólica esencial que mantiene con firmeza la trama de las costumbres, lazos vinculantes, ritos y fiestas que los poderes intentan canalizar con múltiples expedientes, los cuales al final se revelan impotentes. Lo esencialmente festivo en el día que se apresta a vivir esta mujer italiana está sólo encubierto por los ropajes del vínculo convencional y por el proyecto de constitución de una célula familiar. Por ello la crítica frente a estos ropajes sólo tiene sentido con vistas a, con mayor vigor, reivindicar lo que subyace. Por dar sin ambages un ejemplo: el repudio de la canalización de los lazos por la estructura parental ha de apuntar precisamente a una radical reivindicación de la fertilidad y del ciclo de las generaciones, condición no sólo del perdurar de la humanidad, sino del bien vivir compartido.
Me hablaban unos amigos vascos de que el reciente fallecimiento de una anciana fue aun ocasión de una auténtica fiesta de despedida, con los allegados y familiares desplazándose hasta el lugar dónde por reiterada voluntad de la fallecida deberían ser esparcidas sus cenizas. Quizás no es siquiera cierto que la muerte es lo más duro. Lo duro es tanto vivir como morir allí donde, con los ritos y costumbres a los que arriba me refería falta el sentimiento de fraternidad, sin el cual no es posible la posibilidad de fiesta y de afirmación, falta simplemente el bien vivir como falta el buen morir, en estas nuestras sociedades marcadas por la separación horizontal en las generaciones, configurada emblemáticamente en el apagamiento de la vida en esos espacios sin referencia, literalmente desarraigados, que son los contemporáneos tanatorios.

 

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(1) Otra cosa es que las degradadas condiciones socio-económicas conviertan a las entidades sociales defendidas por éste (desde la familia tradicional a las instituciones de caridad) en consuelo de afligidos. Pero ha de quedar claro que se trata de una aflicción no inherente a la organización de los hombres, sino de una aflicción contingente, resultado de un mal evitable, mal insoportable que ha de mover a la rebelión, pues si el hombre se revela plenamente cuando mantiene su entereza ante el mal trágico, no es su destino asumir con pasividad el mal innecesario.

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18 de junio de 2013
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Los ojos del sapo

Me he referido aquí en ocasiones al hecho de que se nos presente como universales antropológicos, casi como expresión de una necesidad natural, ciertas instituciones perfectamente contingentes, que reducen la potencialidad social de nuestras aspiraciones, nuestros afectos o nuestra sexualidad, canalizando al servicio de las mismas asuntos tan trascendentes para la especie humana como el sentido que debemos dar al relevo de las generaciones. Un ejemplo:
Cuarenta años atrás era común en toda Europa la mirada crítica reflejada en películas como Family life del británico Ken Loach, hoy sin embargo la crisis sirve de coartada para que se expanda la tesis de que extra familiam nulla salus de tal forma que adaptarse al angosto horizonte que conduce a la locura a la protagonista del citado film, es considerado un precio menor a pagar por tener un resguardo ante la intemperie ( no es necesario evocar al primado Rouco, el principal dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya mantenía análogas posiciones en una entrevista realizada hace unos meses, y no es el único en partidos de trayectoria laica).
Y como no podía ser menos, este camuflaje de los aspectos alienantes de estructuras colectivas y la pasiva sumisión a las mismas se traduce en pusilánime tendencia a negar la miseria subjetiva, cumpliéndose así en ambos registros el dicho según el cual jardines fantasiosos camuflan la presencia de sapos verdaderos. Pero el camuflaje no siempre alcanza a velar los desproporcionados ojos, que se agigantan una y otra vez en el mundo de los sueños, un mundo que es garantía de encuentro con lo real precisamente porque nada puede ya entonces ese sujeto de la cotidianidad que aplica mil argucias para soslayarlo. De ahí que si para nuestra entereza quizás sea confrontación mayor el pensamiento del último sueño, para nuestra pusilanimidad es ya prueba excesiva el sueño más trivial.

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13 de junio de 2013
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Temor al último sueño

Desgraciadamente para nuestro yo más pusilánime, pero felizmente para el rescoldo de inclinación a la verdad que se halla en cada uno de nosotros...no hay manera de evitar los sueños. Y que nadie suponga que se trata allí de un reto menor, pues si lo onírico supone intervención de la imaginación, tras la síntesis que ésta realiza hay un contenido que viene dado (los colores en la paleta del pintor según la analogía efectuada por Descartes), un contenido que se impone, y que por su irreductibilidad misma tiene la dureza de lo propiamente material. Por eso cabe la conjetura de que aquí reside lo que el ser humano más secretamente teme, que el temor a la muerte oculta el temor a la trama del último sueño.
Sometiendo a baremo el peso de la variable muerte, o avanzándose al encuentro con la misma, el hombre puede tener el sentimiento de invertir la jerarquía, de que él marca la pauta, pues no es lo mismo precipitarse ante lo inevitable que esperarlo pasivamente o huir del mismo. Pero este control no se extiende en absoluto al contenido del último sueño. Ni siquiera hay garantía de la extensión finita del mismo, o cuando menos no hay garantía de la subjetiva vivencia de tal finitud pues, irreductible al segundo del reloj físico, la unidad de medida del sueño podría dilatarse sin cota, convirtiendo así en vivencia la metáfora del sueño eterno. La precipitación hacia el fin sería entonces de hecho inmersión en un horizonte de inquietantes incógnitas. De ahí que este sea quizás uno de los terrenos en los que la entereza humana puede verse radicalmente puesta a prueba...uno de los fantasmas que pueden llegar a apagar el ánimo de quienes han dado muestras de considerar que de ninguna manera la vida es preferible a la libertad.

 

 

 

 

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6 de junio de 2013
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El conflicto es filosófico

Las hipótesis de una teoría científica tienen a veces que compartir el terreno con hipótesis que no casan con las mismas, pero que no es posible sacrificar a fin de poder explicar fenómenos diferentes de los que se explican con las primeras. El paradigma es la hipótesis de la naturaleza corpuscular de la luz, que no logra desterrar la hipótesis de la luz como continuo ondulatorio. Pero en las columnas anteriores planteaba una cuestión muy diferente. Se trata de un problema filosófico, quizás el problema filosófico por antonomasia para cuyo abordaje es absolutamente imprescindible buscar anclaje en la ciencia, la cual sin embargo nos conduce a una aporía.

La teoría cuántica de la medida y la teoría evolucionista (hoy sustentada en la genética) no tienen entre ellas problema alguno en el terreno estrictamente científico. Lo tienen sin embargo en el terreno filosófico y concretamente en el de la antropología filosófica. Pues la segunda disciplina naturaliza al hombre mientras que la primera conduce a preguntarse si tal naturalización es compatible con el comportamiento ordenado de esa misma de la que el hombre sería exhaustivamente fruto.  

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4 de junio de 2013
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El hombre del que habla el naturalista y el sujeto de la medida cuántica

El asunto que evocaba en la columna anterior se halla directamente vinculado al problema del peso del sujeto en la observación cuántica, en la operación de archivar y consignar los resultados en un proceso de medición, y de hecho es indisociable del problema del realismo en un sentido fuerte, es decir, de la existencia o no existencia del universo como conjunto unificado de entidades provistas de propiedades, aun en ausencia de todo testimonio relativo a tal estado de cosas.
La teoría cuántica se ha encontrado ante el dilema de determinar si una medición nos da información sobre el estado de cosas que precede a la medición, o solamente sobre el estado de cosas que resulta de la propia medición. Y digo que se ha encontrado ante ese dilema porque a pesar de los protocolos teóricos y las concreciones experimentales que se suceden desde hace medio siglo y que van más bien en el sentido de la segunda hipótesis, la asunción de la cosa se antoja tan enorme que no han cesado de surgir tentativas para hace compatible el trabajo efectivo de la física cuántica con hipótesis realistas, deterministas y causalistas que permitan excluir la tesis de que el mundo físico se halla en un grado importante regido por el azar (1), pero sobre todo excluir la tremenda tesis antropológica según la cual, el singularísimo papel que el hombre juega en la configuración del mundo, hace imposible su reducción a momento en el devenir de ese mundo.

 

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(1) Ejemplo elemental: un fotón polarizado en un ángulo equidistante entre la vertical y la horizontal que se encuentra con un polarizador horizontal, tiene cincuenta por ciento de posibilidades de pasa o no el filtro, sin que quepa atribuir el comportamiento efectivo a otra cosa que el azar.

 

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30 de mayo de 2013
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Cuando la evolución no es ya meramente natural

La genética ha venido a asentar sobre bases rigurosas la naturalización del animal humano que supuso la teoría evolucionista. Pues por convincente que parecieran desde el origen las hipótesis darwinianas, se da obviamente un paso de gigante cuando se logra determinar las mutaciones precisas que nos fueron separando de especies cercanas a partir del común ancestro. Y como indicaba en la columna anterior el enorme paso que supone haber establecido el genoma del hombre de Neandertal, comprobándose que compartía mutaciones determinantes de rasgos que (a priori y sin excesiva reflexión) tendíamos a considerar exclusivos de nuestra especie hace que, a menos de repudiar la ciencia natural de nuestra época, no haya manera de sostener un discurso, sea filosófico o ético, que no pase por la plena asunción de nuestra pertenencia al orden exclusivamente natural.
Y sin embargo avanzaba en la columna anterior que un escollo puede surgir, procedente precisamente de la ciencia natural, en otra de sus ramas.
Sin tomar partido ( o al menos sin hacerlo todavía ) respecto al problema, precisaré que si de la teoría cuántica pudiera efectivamente inferirse un argumento decisivo en favor de la tesis de Protágoras, ello supondría cuando menos un replanteo de la evolución en el sentido de introducir un radical momento de discontinuidad en la misma: momento en el que la evolución meramente natural vendría perturbada por el lenguaje y la techné: el lenguaje abriendo las puertas a la posibilidad de que la naturaleza pueda encontrar reflexión; la techné modificando los frutos de la naturaleza y complementándolos con otros que ya nada tienen de naturales.

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28 de mayo de 2013
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Fruto de la evolución…medida de todas las cosas

Es frecuente escuchar, hasta en contextos dónde no era presumible, la conocida sentencia de Protágoras según la cual todas las cosas tienen en el hombre el patrón de medida. La sentencia precisa que se trata tanto de medida "de las cosas que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son". Varias son las interpretaciones que se han dado de la frase, yendo alguna de ellas en el sentido del relativismo subjetivista. Quisiera sin embargo retener aquí la interpretación fuerte, según la cual el ser humano constituiría la condición de que las cosas tengan no ya una significación y un peso en una escala de valores, sino incluso una determinación precisa que entre otras cosas posibilitaría la diferenciación entre ellas. Interpretación fuerte que de inmediato choca con una objeción:
El hombre constituye indiscutiblemente un resultado de la historia evolutiva. Emparentado con otras especies actuales como el chimpancé o el gorila, y compartiendo rasgos importantísimos con alguna especie desaparecida como el Neandertal, así la mutación en el gen FOX P2 en el que se ha visto una condición de la articulación lingüística. Y obviamente también nuestra especie puede llegar a desaparecer, en cuyo caso la tesis de que en el hombre reside la matriz de significación supondría que la naturaleza quedaría abismada en la insignificancia.
¿Estamos pues dispuestos a sacrificar las convicciones evolucionistas a fin de salvaguardar un antropocentrismo ontológico? Obviamente no, y desde luego esa renuncia no puede tener cabida en foro alguno que se precie de no hacer almoneda de la razón (tal la universidad y muy especialmente su departamento de filosofía). Basta evocar los despropósitos de teorías como las del llamado "designio inteligente", para apercibirse de lo que puede suponer en estos terrenos la menor concesión, la menor tentativa de mezclar las exigencias propias de la razón ( en la diversidad de sus formas) y la eventual inclinación subjetiva a escapar a la finitud ya sea a costa del buen juicio. Y sin embargo...
La teoría de la evolución es un singular momento en la historia de las interpretaciones de la physis: el ser que interpreta es incluido como parte de aquello que es interpretado, la ciencia natural naturaliza al artífice... de la ciencia natural. Esta circularidad, problemática para el lógico y quizás para el filósofo, no lo es desde el punto de vista de la propia ciencia natural: consciente de que hay un límite del poder de la ciencia, y de que hay exigencias del espíritu a las que no puede responder ( y que de hecho no considera de su incumbencia), el científico prosigue su tarea describiendo el comportamiento de los fenómenos y haciendo previsiones sobre los mismos, sin hacer excepción de ese fenómeno que constituye el animal humano.
El escollo no podría proceder más que de la propia ciencia natural, como efectivamente ocurre. No se trata en absoluto de que una teoría haya venido a superar la visión evolutiva, que en el ámbito de las ciencias de la vida parece desde luego irrebatible. Pero las ciencias de la vida tratan de sistemas abiertos, sometidos al segundo principio de la termodinámica y en general a las leyes de la física. Sin duda la química orgánica, la biología y la genética se ocupan de sistemas más complejos que la física, considerando variables que ésta ignora. Pero hay de alguna manera una dependencia jerárquica: la physis elemental tiene por así decirlo prioridad ontológica, y si algún corolario general se derivara de la consideración de la misma éste no podría ser rechazado por las otras disciplinas. Pues bien:
Hay muy serias razones para considerar la hipótesis de que un corolario relativo al hombre como medida de todas las cosas, un corolario pues en la intersección de la física y la metafísica, se sigue de la física cuántica y en consecuencia de la ciencia natural de nuestra época. No estoy diciendo que el asunto está resuelto sino que cuenta en el conjunto de problemas a los que los físicos se ven confrontados, cuando simplemente dan un paso reflexivo sobre los fundamentos de su disciplina. Valdrá la pena escarbar en el asunto.

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21 de mayo de 2013
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Filosofía, retorno a Atenas

Es bien sabido que desde hace años, en razón de los imperativos de la llamada Troika, hay en Grecia fuertes recortes presupuestarios en materia educativa. Los profesores de la enseñanza primaria y secundaria sienten que se desmantela el sistema público y (como en nuestro país) proliferan las declaraciones en las que el hecho educativo es concebido bajo el prisma exclusivo de forjar ciudadanos susceptibles de abrirse camino en la arena de la competitividad y del libre mercado. La cosa no va mejor en materia sanitaria, al ser socavados uno tras otro los sistemas de protección social. Se asiste a la reaparición de enfermedades consideradas extinguidas, como las provocadas por el llamado virus del Nilo Occidental, o la malaria, y habría asimismo un recrudecimiento de los casos de SIDA (casi un 60/100 de incremento tan sólo entre 2010 y 2011), desgracia que sirve de pasto para alimentar la inclinación paranoica a buscar en el exterior la causa del mal interno. El partido de extrema derecha Aurora Dorada hace circular imágenes de población inmigrada cero-positiva, con el objetivo directo de generar fobia contra la misma. La propia policía griega llegó a publicar la fotografía de una joven de 22 años de nacionalidad rusa en razón de ser cero - positiva.
Leo que la señora Jenny Kremastinou directora de KEELPNO un Centro de Prevención oficial habría declarado que ciertas personas se harían inocular el virus para cobrar uno de los raros subsidios que no han sido aún suprimidos. Sean cuales sean las intenciones de esta responsable, con su declaración no dejaría de estar reconociendo que la administración griega, ejecutora de la política fijada por los poderes internacionales, está llevando a Grecia a una situación límite. En cualquier caso en las condiciones en las que viven muchas personas, inmigradas o no, constituiría casi un milagro que no fueran diezmados por enfermedades. Quizás no llegue gente a morir de inanición en la Grecia actual pero sí a vivir en condiciones higiénicas y sanitarias en general tanto o más incompatibles con la dignidad de la condición humana como el verse privado de alimentos. Pues bien:
Es en este contexto que tendrá lugar en agosto el congreso Mundial de Filosofía, cuya última edición fue en 2008 en Corea del Sur, Seúl, uno de los faros de la economía mundial y en su capital Seul, ciudad escaparate del capitalismo desarrollado. Regreso pues a Atenas de la disciplina que, al decir de Aristóteles, constituye la expresión mayor de que el hombre, superadas las exigencias propias de la necesidad animal, afrontaría lo específicamente humano. Acudirán entre cuatro y cinco mil filósofos procedentes de muchísimos países... no de todos.
He defendido en este foro que afirmar o negar la universalidad de la filosofía es casi una cuestión de confianza en una común disposición de los seres de razón, más allá de las diferencias contingentes que separan a pueblos, culturas y civilizaciones. Y no obstante habrá seguramente en Atenas escasísimos representantes de países como Haití o Mauritania, lo cual es simplemente un indicio de la contradicción entre la objetiva situación del mundo y el proyecto mismo de la filosofía.
Es bien sabido que lo difícil de todas las proclamas cargadas de buenas intenciones es que se den las condiciones sociales de su cumplimiento. En el momento en que la filosofía retorna a Atenas en las evocadas condiciones, es útil preguntarse qué se ha hecho del artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos "la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad". Misión de la filosofía es recordar cuales son los contenidos de esa educación integral. Mas cuando la penuria, la insalubridad, el miedo y la esclavitud marcan o amenazan a una gran parte de la humanidad, tan perdida puede parecer la causa de la filosofía como la causa de la salubridad. Y obviamente el objetivo de la primera puede sonar a sarcasmo mientras la segunda esté aun pendiente.
Y sin embargo se ha filosofado en campos de concentración como se ha hecho música y se han resuelto teoremas. Quiero con ello indicar que la praxis está siempre al alcance de la mano. Pues una cosa es la vana esperanza de que el pensamiento nos hará reyes pese a las cadenas, y otra muy diferente la tensión por mantener vivo el pensamiento, y en general las facultades que singularizan al humano, precisamente para que las cadenas sigan resultando insoportables.

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9 de mayo de 2013
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Estulticia y deshumanización de los sentidos

Antes de recordar el trasfondo que conduce a Marx a sostener algo tan radical veamos algún corolario. Aunque al parecer la etimología es coincidente, la estupidez nada tiene que ver con esa estupefacción en la que Platón y Aristóteles situaban el origen de la filosofía. El estúpido es alguien que tiene neutralizadas sus capacidades para la percepción y el discernimiento empezando por los sentidos que pierden los rasgos específicos que tienen cuando se trata de la especie humana. El término "bêtise" usado como traducción de estupidez en francés lo expresa a maravilla: cuando caemos en la estupidez, nuestros sentidos se animalizan o bestializan, lo que permite a Marx escribir:
"En lugar de todos los sentidos físicos y espirituales ha aparecido así la simple enajenación de todos estos sentidos, el sentido del tener. El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta pobreza para que pudiera alumbrar la riqueza interior [de ese tener]".

Karl Marx, Manuscritos del 44 (Tercer Masnuscrito. Propiedad privada y comunismo)

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7 de mayo de 2013
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