Las memorias de Tony Blair, publicadas bajo el título de ?A journey? (Un viaje), han tenido una recepción crítica dividida, yo diría incluso más negativa que positiva. Para mi gusto, las críticas acerbas que ha recibido se deben más al personaje que al libro, cuyo interés y actualidad me parece innegable, sobre todo los capítulos que afectan a los momentos más cruciales de su vida política. Tengo el propósito de escribir en algún momento sobre el conjunto de las memorias, pero hoy quisiera mencionar aquí únicamente los diez puntos que Blair considera como fundamentales para la resolución de un conflicto como el de Irlanda del Norte, que el ex primer ministro aplica también a Oriente Próximo y cualquier lector puede trasladar a dónde le plazca. ¿Valdrán por ejemplo para el País Vasco?
1.- ?En el corazón de la resolución de cualquier conflicto debe haber un marco basado en unos principios acordados?, empieza diciendo Blair. En este punto se pregunta por la naturaleza del conflicto, los objetivos que se quieren conseguir y cuál es el meollo del problema. Su idea es que hay que obtener la paz dejando abierto el problema central que no podemos resolver, que en el caso de Irlanda del Norte es la disyuntiva entre permanecer unida a Londres o incorporarse a una Irlanda unificada. Esto sólo puede obtenerse por el principio del consentimiento de las dos partes, que en el caso de los republicanos condujo a ofrecer la paz a cambio de la igualdad y del poder compartido.
2.- Hay que amarrar y centrar los problemas, de forma continua, incansable e implacable. La entrega de las armas del IRA es el ejemplo que pone Blair para explicar esta actitud, mientras que las discontinuidades y la debilidad en esta atención continua es lo que falla según su parecer en Oriente Próximo.
3.- Atender a los detalles y las cosas pequeñas que a veces pueden tener un gran significado para una de las partes. Se trata de lo que es importante para los otros aunque no lo sea para uno mismo. El ejemplo en este caso es el desmantelamiento de las torres de vigilancia militar británicas, convertidas para los católicos en el símbolo de la ocupación y para el ejército británico en instrumento fundamental para evitar atentados.
4.- Blair no atiende a las ironías contra las ?soluciones imaginativas? y reivindica la creatividad: ?Usar cosas grandes o pequeñas, en solitario o combinadas y si es preciso inventar algunas más para desbloquear el proceso?. Ahí evoca un caso famoso como el de la forma de la mesa en la que debían encontrarse cara a cara el líder republicano Gerry Adams y el unionista Ian Paisley. Los partidarios de este último querían que los dos dirigentes se encontraran uno frente al otro, escenificando el enfrentamiento, mientras que al Sinn Fein le convenía que aparecieran uno al lado de otro como eventuales socios. La solución que satisfizo a todos la proporcionó una mesa en forma de diamante en la que estaban uno al lado del otro y también uno frente al otro.
5.- El conflicto no se resolverá si se deja que las partes lo hagan ellas solas. El tercero que ejerce como mediador ?actúa como tampón, mensajero y de forma crucial como persuasor sobre la buena fe en un clima dominado normalmente por la desconfianza?. Blair habla de su propio papel, sobre todo para pasar de la fase que denomina de ?ambigüedad creativa? a la fase de los ?actos de finalización?, que consisten en demostrar ?que el pasado ha quedado detrás nuestro?.
6.- Este es un punto lleno de observaciones prácticas. ?Hay que darse cuenta de que para las dos partes la resolución del conflicto es un viaje, un proceso, no un acontecimiento. Cada parte toma su tiempo en dejar el pasado detrás suyo. Un conflicto no es únicamente un desacuerdo caracterizado por la violencia. Tiene una historia y crea una cultura, con tradiciones, rituales y doctrina?. ?Las dos partes raramente ven el dolor de los otros?. ?La paz debe madurar, echar sus raíces para desplazar las raíces del conflicto?.
7.- Blair recuerda en este punto que todo proceso de paz tiene su interrupción, con frecuencia violenta, protagonizada por ?quienes creen que el conflicto debe continuar?. Advierte que ?hay que estar preparado para tal interrupción?. Y cita precisamente el atentado de Omagh, el 15 de agosto de 1998, en el que murieron 29 personas, dos de ellas jóvenes españoles, posterior a los Acuerdos de Viernes Santo. Ante estas interrupciones Blair asegura que caben dos posibilidades: la mala, que es rendirse y considerar que nunca será posible alcanzar la paz; y la buena, que es ?utilizar el horror como motivo para seguir adelante?. El ex premier británico recuerda que el Sinn Fein ?condenó los ataque de forma inequívoca? y da un buen consejo: ?Una vez has admitido que el terror tiene realmente la propiedad de las llaves del proceso, son ellos quien lo conducen. Mantén pues firmemente las llaves en las manos de quienes van a hacer la paz (peacemakers)?.
8.- ?Los líderes cuentan?. Que se lo digan a él, que utiliza casi todo el libro para demostrar e ilustrar esta tesis. Pero no le falta razón, al menos en el proceso irlandés. ?Todo proceso de paz apela a riesgos políticos, incluso al sentido de la aventura política y a un cierto coraje político, a veces incluso al coraje personal?. Este punto es de los mejores, porque contiene una brillante galería de retratos: Ian Pasley, John Hume, Gerry Adams y Martin McGuiness, entre otros.
9.- ?Las circunstancias exteriores deben militar a favor de la paz y no en contra?, asegura en el único punto objetivo de un decálogo lleno de psicología y subjetividad, a veces más próximo al manual de autoayuda para peacemakers que al análisis político. Es una evidencia, en todo caso, que el contexto inmediato e incluso geopolítico tiene una influencia decisiva en todo proceso de paz.
10.- Quizás el más subjetivo de todos los consejos: ?No rendirse nunca. Simple pero esencial: no dejar nunca de trabajar (en la paz) y no renunciar nunca (a la paz)?. Hay que decir que habla por experiencia, propia y de su predecesor, John Major. Uno de los datos definitivos que explica la paz en Irlanda es el consenso entre conservadores y laboristas, tanto cuando Major era premier como cuando lo era Blair, cuando el primero conducía conversaciones ?clandestinas? o cuando quien lo hacía era el segundo. ?Recuerda: es mejor intentar y fallar que no intentarlo nunca.?. Así termina el decálogo y poco después este brillante capítulo que celebra como Irlanda del Norte se ha convertido en un país normal, en el que ?gente que antes querían matarse unos a otros ahora quieren trabajar juntos?.