Skip to main content
Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

Blogs de autor

Lo sexy es sospechoso

Tanto tiempo prometiendo un look sexy desde las revistas femeninas, un teléfono sexy desde Apple o una vida sexy en los anuncios de coches o helados, y ahora resulta que lo sexy se penaliza. Al menos en la foto de perfil. El tan autofotografiado mundo de hoy en las redes ha reinventado la foto de carnet, afilando su códigos de forma solapada. En su agenda de contactos seguramente tendrá usted a varios hombres que en su día a día visten traje y corbata, pero excepcionalmente hallará alguno que se exhiba abrochado y con nudo. Informal, sonriente, relajado; la variedad de fotos de perfil es enorme pero al tiempo homologada, así como los gatos, perros, paisajes o hijos que ocupan el lugar del yo, sin pizca de transgresión. En una investigación realizada en la Universidad de Colorado sobre la percepción entre feminidad y competencia a través de estas imágenes, se ha evidenciado que la histórica dicotomía virgen/puta está aún lejos de haberse superado. Los dos psicólogos responsables del estudio, Daniels y Zurbriggen, crearon dos perfiles ficticios de Amanda, una chica de 20 años. Ambos con la misma información, pero muy distintas fotos de perfil: en una, Amanda iba con vestido corto rojo con un generoso escote, mientras que en la otra llevaba pantalones, camiseta y una púdica bufanda. Y si bien los encuestados encontraban a las dos amables y bonitas, juzgaban finalmente mucho menos cualificada y capaz a la que se lucía. El protocolo que rige hoy la autorrepresentación de las mujeres, lejos de flexibilizarse, ha ganado en decoro y tópicos. La corrección es un imperativo, pero también una trampa. “No llames la atención por lo que pareces, no enfoques tu mensaje en la apariencia sino en lo que eres como persona”, dicta su mandato universal. Y es sensato. Pero también pusilánime. Siguiendo esa lógica, muchas mujeres utilizan gafas cuando no las necesitan, se hacen una coleta en lugar de soltarse la melena, y se autocensuran los tacones a fin de no ser tachadas de frívolas. Para las más jóvenes, la sexualidad es una característica definitoria de su edad, que, lejos de reprimir, necesita expandirse, por lo tanto la percepción ajena de su imagen limita la construcción de su propia identidad. Choca ver a las chicas desenfadadas y divertidas en sus perfiles, en contraste con las adolescentes que lleva años fotografiando David Magnusson, siguiendo la costumbre puritana en EE.UU. de los “bailes de pureza”: chicas que prometen a sus padres mantenerse vírgenes -y ellos se comprometen a salvaguardar-, bailando pegados: un síntoma más de cómo desde el Occidente del progreso se emula al oscurantismo tribal. Lo crucial no es escandalizarse de que todavía siga penalizando la voluntad de ser atractiva, sino preguntarse por qué una mujer que luce sexy no es tomada en serio cuando nuestra sociedad sigue encumbrando el atractivo como un ideal de felicidad.

(La Vanguardia) Foto: Nuria Dillán

Leer más
profile avatar
21 de julio de 2014
Blogs de autor

Mujeres sin ?brushing? ni queratina

Los dos tópicos sirven: el del columnista que revolotea sobre la realidad, ávido por ver lo que nadie ve; y el del que permanece en su atalaya removiendo los estantes de internet con el hocico salaz en busca de carne para tender su crónica al sol. En verano, tanto el columnista ‘a’ como el ‘b’ tienen la sensación de escribir en pareo y así cortejar mejor las negritas, el rosa chicle de los titulares y los adjetivos en chancletas. “Algo fresco, refrescante”, reclaman los editores, que aprestan a rebajar las dosis de política y economía como si, a mitad de julio, la vida dejara de ser un país extranjero, que decía Jack Kerouac, y se convirtiera en un chiringuito. Pero la vida es un país extranjero todo el año. Hay que verla siempre cuatro pasos atrás, de perfil y en cuclillas. Y aún y así resulta fugitiva, cambiante, y muy a menudo se devalúa. Por ello, el calor agonizante de finales de julio legitima la indolencia informativa de la misma forma que a las señoras quedan eximidas del brushing. Cabellos secados al sol, con el rizo del mar, libres, sin el ahuecado urbano y oficialista. Ana Botella fue una de sus precursoras en los baños de Oropesa Ondas, tirabuzones y pelos fritos deseosos de hacer su agosto declaran la guerra a la queratina, esa lacia belleza que de reinas a socialités lucen confortables en temporada alta. Excepto aquellas que nacieron para ir a contracorriente, como Carmen Thyssen, que lleva el pelo de verano todo el año. En una ocasión la visité en su residencia de La Moraleja: En el amplio recibidor almacenaba juegos completos de maletas Vuitton, siempre a punto para viajar en Rolls (porque la baronesa tiene pavor a los aviones). De Tita me interesaba ver su biblioteca, pero no había tiempo ese día y, en su lugar, me enseñó las piernas, subiéndose la falda como hacen las flamencas. Genio y figura. A menudo he lamentado que de un portentoso personaje como este, que, según me confesó, fue acosada por Sinatra, solo se esté pendiente de sus inestables relaciones familiares. El marchamo hispano se deleita frivolizando a los frívolos, en lugar de aprovechar su excepcionalidad; pero ya saben, del fútbol puede hacerse algo profundo y enjundioso, mientras que la moda y las celebrities serán siempre una idiotez monumental. Otras mujeres sin brushing marcado en el calendario que han protagonizado la semana son la porcelanosizada Sarah Jessica Parker, cuyo rizo hippy-sexy contrastaba con el liso iluminado por Peque -la mejor peluquera de Madrid-, que asegura orgullosa que las mujeres quieren poco a su cabello y por eso se lo planchan. La princesa Lalla Salma, sin velo y con velo, también luce rizo exuberante y con hennas. Tiene en común con nuestra reina, que llevó a Marruecos un aire de El tiempo entre costuras en Mercedes vintage, ser self-made queens y haber vencido recelos dentro y fuera de palacio. La revolución de las mujeres islámicas llegará, tarde y sin brushing, pero llegará y revolcará el mundo, aunque no lleguemos a verlo. Demasiado apuesto Aunque empezó en política con Pepe Blanco y Óscar López como compañeros de viaje, se quedó descolgado del partido. También se quedó en paro y aprovechó para terminar su tesis doctoral y escribir un libro con el que recorrió las agrupaciones del partido por toda España con un Seat. Este es Pedro Sánchez, un hombre esforzado que considera que la misión del líder consiste en empujar. No hay dudas de que será candidato a la presidencia del gobierno en las primarias, y que propondrá a Chacón -que ha fichado para Goberna, la Escuela de Política de la Fundación Ortega y Gasset- un lugar destacado en la Ejecutiva. No le teme a nada, aunque su principal enemigo es su propia apostura. Rey Lear catódico Hay quienes creen que el dinero puede comprarlo todo, que solo depende del número de ceros que tenga la cifra en cuestión. El no de Time Warner al controvertido -antes visionario, seamos justos- magnate de la comunicación Rupert Murdoch, con 59.000 millones de euros sobre la mesa, demuestra que se equivocan. Murdoch ha declarado en varias ocasiones que le da igual lo que la gente piense de él, pero su gradual imagen de villano, cimentada sobre escándalos de escuchas, divorcios y estrategias sucesorias, lo catapultan como Rey Lear catódico. Extraños personajes que acaso consideran la vejez como una enfermedad que hay que curar amasando poder, y seduciendo a mujeres jóvenes. Y los paños menores ¿Qué tendrá la ropa interior que atrae a las celebrities como las flores a las diezmadas abejas? El rubísimo sueco Bjön Borg, uno de los primeros sex symbols de las canchas, fue pionero tras colgar la raqueta. Desde Beckham, Elle McPherson, Bar Refaeli, Cristiano Ronaldo, estos embajadores de lo sexy han convertido en global la tendencia underwear. Gisele Bündchen, que gana 95.000 euros al día según Forbes, ha aprovechado el Mundial para promocionar su lencería. Narcisos dichosos de mostrar piel, sí, pero lo que pesan son los más de 22.000 millones (según la consultora Global Industry Analysts) que este sector mueve al año. Me pregunto cómo será el consumidor de la ropa interior de Gisele o Ronaldo. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
19 de julio de 2014
Blogs de autor

Como unas castañuelas

Las máquinas sustituyen a las palabras con sus protocolos metálicos acompañados de sonidos fricativos. En los aeropuertos o comedores de empresa, para pagar debes deslizar el billete por una ranura, sin intercambio humano. Pero a veces las máquinas se estropean, y entonces se requiere no sólo una mano humana, sino la gestión de los sentimientos de frustración o fastidio que produce el desencuentro y que sólo pueden expresarse con palabras. Con la mecanización de procedimientos y la nueva jerga emoticona que ofrecen los smartphones, aflora el retorno a la escritura pictográfica. Nunca la tecnología nos había situado tan cerca de la antigua Mesopotamia. Basta con seguir los pequeños signos que conforman un lenguaje universal. El mismo que, para expresar asombro o alegría a través del teléfono, dispone de un surtido de emojis que, teóricamente, simplifican el proceso de comunicación. A finales de mes aparecerán 250 nuevos ideogramas de caritas con o sin nariz, rubor o lengua, corazones y besos, que harán las delicias de sus usuarios; también se ha anunciado una nueva red social donde sólo habrá comunicación a través de estos signos. Leo en The New Republic que algunos entusiastas creen que los emojis tienen potencial literario, y que un ingeniero de datos, Fred Benenson, ha traducido cada línea de Moby Dick al emoji, e incluso la Biblioteca del Congreso norteamericano le pidió una copia. Pero ¿qué representa para el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro seleccionar la imagen de una castañuelas y unos faralaes para informar de que se está arrebatadamente alegre o con ánimo festivo? ¿Los matices y la especificidad de un sentimiento no pierden peso ante la inmediatez de apretar un tecla que vale para varios significados? Cierto es que también existen palabras multiuso, o gastadas, pero la inflación de estos dibujitos infantiles limita el flujo comunicativo y el encanto de la palabra exacta. Borges decía que “toda palabra presupone una experiencia compartida”. Hallarla, disponer de una representación que se acerca a la idea mental de lo queremos expresar, o visualizar aquello que permanecía oculto dentro de nosotros mismos, nos ayuda a desvelar una verdad inmanente pero hasta entonces inexpresable. Ese es el poder del lenguaje. Asegurar que el uso y abuso de emoticonos transforma nuestra manera de pensar me parece una sobrevaloración del asunto. Personalmente, y a pesar de recibirlos, nunca los utilizo ya que mi presuntuosa sensibilidad prefiere escoger la palabra más cercana a la expresión del sentimiento. Pero ¿no serán más presuntuosos quienes aseguran que los emojis están enriqueciendo el lenguaje?

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
16 de julio de 2014
Blogs de autor

Sexo basura

Las últimas noticias de felaciones múltiples en discotecas de Palma de Mallorca o de fiestas gais anunciadas como mamadings certifican la banalización del sexo desprovisto de la intimidad dérmica que a lo largo de la historia ha subyugado a hombres y mujeres. Los concursos en locales promiscuos con premios en metálico a quien, según el jurado, tenga una mayor destreza succionadora forman parte de lo que se entiende por “locura divertida”. Sus promotores, molestos por la amenaza de expedientes de cierre, animan a que se proteste durante el próximo Salón Erótico de Barcelona. Pero, ¿estamos hablando de erotismo? Lejos de juzgar moralmente a los mayores de edad aficionados a degustar charcutería, bien ilustrada desde la antigüedad con las bacanales romanas, se advierte un pronunciado desapego lúdico del propio cuerpo que nada tiene que ver con la libertad o la transgresión, sino con el puro y duro intercambio comercial. A esas muchachas que se prestaron a practicar fellatios en cadena a cambio de copas, la prensa británica las denominó “escoria” en lugar de preguntarse qué ha fallado para que una joven estudiante se arrodille en un antro de Magaluf, rodeada por un corro de hombres, hasta que la boca se le entumece. ¿Qué placer puede haber en ello? Recuerdo la conversación que mantuve hace años con una exprostituta sevillana, hija de trianera y de un militar fascista que las abandonó. Ella practicó el alto standing hasta que logró sacar adelante a sus hijas y las “bien casó”. Y dijo: “Hubo un tiempo en que, de tanto chupársela a los señoritos, se me quitaba el jugo en el estómago”. Cómo me impactó esa frase que, a pesar del tiempo, permanece. Con su dignidad reedificada, aquella mujer confesaba el agujero que deja la náusea. Ojalá pudiera hablarles a quienes se prestan a estos números degradantes. El sexo no siempre es feliz, también puede llegar a ser desconcertante u hostil. En más de una ocasión nos hemos referido a la escasa educación sexual que reciben los jóvenes. Ser autodidacta no siempre es un plus: aprenden en bares y sitios peores, donde el sexo poco tiene que ver con el placer. Es ridículo hablar de juventud perdida y sexo basura en tono de denuncia y a la vez cruzarse de brazos (como en el vídeo de Jake Bugg Messed up kids, rodeado de una banda de chicas tocando desnudas). Las paradojas florecen, y mientras las Miley Cyrus, Rihanna y cía. corren a desnudarse con gestos procaces, como si regresáramos globalmente a la época del destape, dos cabeceras británicas, Loaded y Stuff, acabarán con los desnudos integrales de mujeres en sus portadas. Y no porque crean que es sexista, sino porque a sus lectores, según varios estudios de grupo, les avergüenza que se les identifique como onanistas habituales. En un extremo, lo erótico se repiensa y se viste, mientras en el otro, el sexo fast food desafía el tan necesario amor a uno mismo.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
14 de julio de 2014
Blogs de autor

Es la genética, estúpida

La maternidad ideal no existe, por mucho que el despliegue en las revistas de famosas con sus cachorritos en las playas se empeñe en demostrar lo contrario. Ahí están, pocos meses después de parir y sin rastro de tripa ni estrías, como si su belleza viniera con certificado de garantía postparto. A muchas mujeres les irrita esa exhibición de realismo mágico: “Un año para que el cuerpo vuelva a su sitio” dicen las madres, mientras que Sara Carbonero, Elsa Pataky o Eugenia Silva parecen, en bikini, bendecidas por su prodigiosa naturaleza, más delgadas que antes de dar a luz, bronceadas y sin manchas. “Es la genética”, dicen algunas, asegurando que comen de todo; otras, como Elsa Pataky -tres críos en apenas un par de años-, confiesan obligarse a no mirar la carta y pedir un sencillo plato de pescado. Incluso Hale Berry, madre a los 47, viste ceñida a los nueve meses del parto, eso sí, sin enfajar los restos de redondez en su tripa para rubricar que la naturalidad es un gesto sensato. Pero no sólo es físico el descontento de las madres de clase media, con cinco o siete kilos más, un pliegue en el abdomen, los misterios de la leche y el pecho caído, sino también anímico. Encapsulada queda su soledad, difícil de trasladar a palabras, con su colección de desencuentros y contradicciones. El momento más hermoso de la vida, regado de ternura y esplendor, contiene a la vez las sombras del miedo servidas como una colección de matrioskas, abriendo una brecha entre amor y culpabilidad, felicidad y vacío. Y paro. Por ello abundan los blogs de malas madres, en los que confiesan todo tipo de barbaridades, incluso el deseo de administrarles una doble dosis de Dalsy a sus bebés para que dejen de llorar. En algunos foros norteamericanos no se cortan, llegando a compartir nombres de tranquilizantes para conseguir un plácido y profundo sueño y poder escaparse a la discoteca. La banalización global también halla un hueco en las madres irresponsables y desculpabilizadas. Madres amantísimas, débiles, dominantes, hippies, tristes, los estereotipos de la maternidad se han acompañado de muchas aristas en la ficción. Todos recordamos con mayor rapidez ejemplos de madres funestas, y no abnegadas, en el cine o en la literatura. Ojalá no solo se midiera la huella de ser madre en el cuerpo, sino en cómo llega a modificar nuestra cabeza. El antiepicúreo Si es innegable que internet ha variado nuestra forma de pensar, tener un hijo trastoca la arquitectura neuronal. Parir es un milagro que la fuerza de la costumbre empequeñece. Una pócima de renuncias se agita en el tarro de las satisfacciones. Y la responsabilidad, dispuesta a borrar una parte de quienes un día fuimos, sobrecarga los hombros. Pocas escuelas hallamos en la vida para aprender a rebajar presuntuosas expectativas ante el amor, la maternidad o el éxito. Pero existen muchas madres con estrías dispuestas a desenmascarar, sin tópicos, todo aquello que aún no vende ni adelgaza. Una alumna de un taller de periodismo me entregó un artículo titulado “Podemos vestir bien”, en el que se interrogaba acerca del conflicto de la izquierda con la elegancia, a excepción de un ala de la gauche francesa. Aunque más que dificultad se trate de un complejo enraizado en el viejo prejuicio de que el (buen) gusto es una imposición burguesa. El tema surgió después de que Pablo Iglesias contara que compraba la ropa en Alcampo (ahora también ha trascendido que comparte habitación y viaja en autobús). Unos aplauden su encomiable gesto a lo InterRail y otros se cuestionan si su desprecio a la estética no implica pobreza espiritual. Pero, ¿es que acaso Iglesias no ha marcado su propia estética? Millonario non grato Mónaco de nuevo se acordona, con su guardia blanca y sus baños de mar. El acogedor paraíso de millonarios ha vetado en la entrada al financiero norteamericano Adam Hock, que será detenido inmediatamente si se atreve a pisar suelo monegasco. En 2012 le rompió la mandíbula a puñetazos al sobrino del rey Alberto II en una pelea en un selecto club del West Village neoyorquino, el Double Seven. También participaron en la juerga-trifulca Vladimir Restoin Roitfeld, marchante de arte e hijo de Carine Roitfeld, y Stavros Niarchos III, heredero de los armadores griegos. A lo largo de los años, si hay algo que no varia es la miserable estampa de millonarios con el ego herido peleándose a puñetazo a limpio. El ojo del glamour Siempre hay risas a su alrededor. Y pantalones blancos. Y mujeres altas, que a menudo tienden a doblarse como muñecas, con sus armaduras de seda y sus tacones temblorosos. Mario Testino, fotógrafo peruano adorado por las socialités y las modelos, se ha convertido -desde que inmortalizó a Diana de Gales para Vanity Fair- en el ojo del glamur. O mejor dicho, en el mejor cirujano de la imagen, capaz de revertir la fealdad en belleza con su iluminación, su flow y su aire de aristócrata con los pies descalzos. Ahora Vogue España le reconoce como mejor fotógrafo del mundo, en los premios Who’s on Next. Cuántos directores de arte que en su día lo despreciaron se han echado las manos a la cabeza… (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
12 de julio de 2014
Blogs de autor

El ring del PSOE

Pedro Sánchez y Eduardo Madina representan el liderazgo con tejanos y sin tripa, aspecto interesante para acometer la imprescindible renovación socialista. Ambos espigados: alabado por su hechura, Sánchez es “guapísimo” según Esperanza Aguirre, quien debería saber que la edad no exime de contar hasta cinco antes de piropear a los señores; y Madina, más indie y viajado, con manejo de la neuropolítica, experiencia en el aparato y grandes amigos como Patxi López o el propio Rubalcaba. Fuera quedaron las mujeres de la contienda, mejor dicho, se autocensuraron: Susana Díaz prefirió el plácido acomodo timbrado de azahar y palmas amigas en su feudo andaluz, y Chacón ha asumido su nuevo estatus de profesora en Miami, aguardando escenarios más propicios, escarmentada por el vodevil de barones y delegados que vivió en Sevilla. En el anticipo del congreso, los dos candidatos que pelearán por el cinturón socialista huyeron del debate, protagonizando en su lugar una sesión de sparring, un calentamiento para llegar al atril el próximo domingo con alianzas, confianza y soltura. Aunque ambos tengan experiencia con el micrófono -uno como profesor, el otro como político y tertuliano-, transmitir fiabilidad y solvencia en política es una tarea ardua. Los especialistas en dominar el terror a hablar en público señalan que es necesario aceptar la ansiedad y reutilizar la adrenalina como impulso para proyectar la voz y el mensaje. Además, hay que trabajar el ritmo del texto, tener los músculos a tono y los reflejos a flor de piel, dominar la presión de los intestinos y, sobre todo, confiar en el público, que no está ahí para hundirte. El lenguaje del mitin requiere más redaños que dientes. Su oratoria se construye sobre la repetición y la vehemencia: “Recorreremos kilómetros para trabajar, trabajar, trabajar”, jaleaba un pragmático Sánchez para quien el hecho de ser hasta hace un par de meses un perfecto desconocido suma a su favor, como los actores revelación. “Me veo en vosotros -decía en cambio el idealista Madina-, soñad, soñad… vuestros sueños serán imparables”. Norman Mailer escribió que “tarde o temprano las metáforas pugilísticas, al igual que los entrenadores de boxeo, o bien se vuelven sentimentales, o se vuelven militares”, y tenía razón. La estrategia de Sánchez, que nunca ha pertenecido a la Ejecutiva ni al Comité Federal del PSOE, ha sido la de la blitzkrieg: el que pega primero gana. Madina, por su parte, apuesta por el control y la autoridad. Al final de su actuación, dio una fuerte palmada en el atril y se dijo a sí mismo “vamos”, una muletilla que tanto puede tener que ver con el entrenamiento, como con la emoción o los intestinos. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
9 de julio de 2014
Blogs de autor

El relevo

Mi padre hurgó en mi bolso, creo que en busca de unas monedas para comprar tabaco, y encontró un librillo de papel de fumar, Smoking rojo. Ya habría cumplido los dieciocho y aprobado el COU con matrícula, por lo que creía que aquel logro me eximía de cerrar unos cuantos bares con el melancólico Walk on the wild side, si es que alguna canción puede ser melancólica a los dieciocho años. No supe cuánto le había sorprendido su hallazgo por él, sino gracias a esa incontinencia maternal que siempre se anticipaba para tender puentes a riesgo de no saber guardar secretos. El silencio de mi padre me heló más que mil discursos. No mencionar aquella molesta revelación ?porque entonces los jóvenes no fumaban tabaco de liar, sino Fortuna?, hacer la vista gorda, me hizo sentir lo que en verdad era: la única responsable de lo que llevaba en mi bolso. ?Ya es mayor?, escuché que decían en la sobremesa ante el mantra materno de ?habla con ella?. Nunca conversamos sobre ello, ni hacia el final de su vida, cuando hablamos de tantas cosas. Los que pertenecemos a la generación del rey Felipe VI -nacidos entre en la década de los años sesenta y los setenta- y que conocimos un mundo mucho más próspero que el de nuestros padres pero también más que el que se han topado nuestros hijos, nos acostumbramos a dibujar una línea imaginaria en casa que distinguía el amor de la confianza. Queríamos a nuestros padres, sí, pero ni los besábamos tanto como hacemos hoy con nuestros hijos, ni ellos nos dedicaban largas y profundas conversaciones como ahora se impone en el imaginario de la paternidad ejemplar. Ignoro por qué, a pesar de la glorificación de la familia, hace apenas cuarenta años el cariño entre sus miembros era esquivo y las distancias marcadamente jerárquicas, inviolables y tediosas, independientemente del grado de tolerancia. Ignoro si a los veinte años, Don Juan Carlos de Borbón le registró alguna noche la cartera a su hijo. Ni qué control ejercía sobre él, y si lo hacía, hasta cuándo. Corren leyendas de algunas de sus juergas en el internado, pero siempre se mostró comedido, con novias y rupturas como cualquiera a su edad. Hasta el día en que su padre, como les ocurre a casi todos, observó que su hijo echaba canas, sonreía con un encanto del que él ya se sentía huérfano, y tenía ?el plato lleno de ocupaciones alegrías ? ?como dijo el entonces príncipe a los periodistas cuando nació su hija Leonor, eligiendo una metáfora insólita-. Había que dar paso a la generación capaz de dominar unos tiempos en permanente cambio y llamada a ejercer otro tipo de liderazgo, un distinto manejo del poder, los privilegios y prebendas. La mayor parte de directivos de las empresas más importantes de España están presididas por hombres (solo una mujer, Esther Alcocer) de edad parecida a la de Felipe VI. No son nativos digitales, comieron algún Tigretón, vieron a Curro Jiménez en la tele, hicieron la transición de la Olivetti al Mac y pasaron de ir a la discoteca a cenar sushi en casa convertidos en DJ´s. De sus madres valoraron su sacrificio, y defendieron sus causas olvidadas, que han intentado aplicar en sus casas. Felipe VI dejó bien claro en su proclamación que es un rey con familia. Un padre que acostará a sus hijas por la noche. Un hijo capaz de hacer emocionar a su madre. Un marido que se deja acariciar por su mujer, protectora: ?la reina de clase media? que ha vivido más que él, tan acolchado entre algodones y pistas de esquí. Fotogénicos, pletóricos, exhibiendo sus afectos en la principal campaña de publicidad global, Felipe VI y su familia estrenaron reinado con una puesta escena de bajo perfil, contenida pero besucona.

(Icon)

Leer más
profile avatar
8 de julio de 2014
Blogs de autor

Ni yo, ni mí, ni conmigo

Las personas se asustan de sí mismas. Esa es la conclusión a la que llega un chocante estudio, publicado en Science, capaz de demostrar que a la psicología audaz no le tiemblan los métodos. Los voluntarios del experimento llevado a cabo por Timothy Wilson (Universidad de Virginia) podían elegir entre pasar 10 minutos solos con sus pensamientos, o bien autoadministrarse una descarga eléctrica, mirar fotos de cucarachas o escuchar el sonido de un cuchillo rayando el cristal de una botella. La mayoría escogió la descarga, y pagó para evitarla. La ausencia de móvil, tableta o libro resultaba más difícil de gestionar que electrocutarse. Pensar incomoda, según este estudio, que determina una psicopatía cada vez más extendida: huir de la inactividad. Evitar enrocarse en una cadena de pensamientos incontrolables, que parecen viajar en ascensores: se presentan, suben cimas, se desinflan, reaparecen y acaban por conducir al vacío. En un tiempo en que la palabra intimidad parece traducirse en una pantalla, y ha sido despojada de su valor existencial, recogerse, meditar e incluso ensoñarse son verbos temidos. La actividad es reparadora y entretiene; “prefiero no pensar”, dice la gente. Y lo que parece comprensible para un periodo de duelo o desamor resulta antinatural como estado permanente. El propio investigador, Wilson, se mostraba sorprendido. No sé hasta qué punto influye el medio para determinar el alto grado de absentismo mental que demuestra el estudio, pero, en verdad, nuestra sociedad hiperestimulada rehúye rabiosamente la reflexión. La palabra protocolo se ha instalado tanto en lo ortodoxo como en lo heterodoxo para determinar cómo hay que hacer las cosas, y hasta tal extremo se han bajado las espadas que incluso permitimos que dirijan nuestras emociones, como demuestra otro estudio no menos audaz realizado por Facebook y la Universidad de Cornell (Nueva York). Durante una semana suministraron noticias escogidas a 700.000 usuarios de la red social para analizar su reacción, con la intención de demostrar que Facebook puede hacernos sentir infelices al crearnos expectativas no realistas de lo maravillosa que la vida puede llegar a ser. Pero, además, comprobaron que suprimiendo estímulos positivos -como buenas noticias o comentarios- gran parte de los participantes tendía a deprimirse. Si bien quisieron demostrar la eficacia del contagio emocional, a riesgo de manipular los sentimientos de sus usuarios, por lo que han sido muy criticados, también han evidenciado la fragilidad de ese espíritu voluble que antes prefiere hacerse daño a sí mismo que enfrentarse a sus propios pensamientos. Como si hacer volar palomas, reírse de las chispas del día, imaginarse el propio funeral o ejercer la miltoniana capacidad de “hacer un cielo del infierno y un infierno del cielo” no fueran entretenidas actividades del lápiz del pensamiento.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
7 de julio de 2014
Blogs de autor

Héroes y villanos

Esta semana ha estallado la berlusconización de Francia, donde ya es tradición que los números uno en política muestren sus habilidades libertinas y traspasen la línea roja que separa la ejemplaridad del lado salvaje. Quince horas en comisaría pasó Nicolás Sarkozy, mucho más que una mala noche, imputado por tres delitos: corrupción, tráfico de influencias y violación del secreto de instrucción. De sus amistades peligrosas con Gadafi a sus tan rentables sobremesas con madame Bettencourt, el expresidente de la República ha sido maestro en pasear carisma y soberbia sobre sus alzas, un bajo que siempre se ha creído alto, y de gustos caros. Recuerdo vivamente la imagen de un Sarkozy mirando atentamente la portada de Le Monde: como relataba Yasmina Reza en El alba la tarde o la noche, lo que en verdad le interesaba era el anuncio de Rolex. Hace tres años, el escritor Pierre Musso publicó Sarkoberlusconisme: la crise final?, donde rubricaba el sentimiento de víctima del ex presidente, y su querencia por despertar lástima y embadurnarse de autocompasión, ese sentimiento miserable e infértil que tanto empequeñece a quien lo siente. Es bien ardua tarea la de aceptar ser un has been, esto es, el que un día fue grande pero dejó atrás su momento de gloria. Aunque mantenerse en el Olimpo sea esfuerzo de titanes o tiburones, los has been forcejean con la barbilla tiesa tratando de mostrar orgullo. Otro héroe, considerado hace cuatro días un modelo nacional, se encara con tuiteros maleducados y, en el campo, da muestras de agotamiento e indolencia: Iker Casillas, quien de la tormenta de endorfinas desencadenada por aquel pie salvador en Johannesburgo ha pasado a ejemplificar -lejos de la humillación pública del garde à vue en una comisaría de Nanterre- el tránsito de la victoria al despelleje. Son casos muy distintos, pero a ambos les une su identificación con valores como lo bueno, lo bello y lo verdadero (el ideal platónico asociado siempre al héroe modélico) y el estrépito de la caída. El primero, hijo de un judío húngaro aristócrata errante que abandonó a su familia cuando el pequeño Nicolas tenía apenas cuatro años, ha llegado a afirmar que todo lo que ha conseguido a lo largo de su vida no es mas que una reacción contra “la suma de todas las humillaciones sufridas en mi infancia”. Mientras que, para el segundo, un chico de barrio de Móstoles que con 16 años ya compatibilizaba las clases en el instituto y la Champions League, el encuentro con el bellaco Mourinho fue la prueba definitiva de su fortaleza. Ambos tocaron el cielo, convirtiéndose en mitos modernos, el del hiperpresidente y el del santo respectivamente, casados, además, con señoras muy vistosas. También han demostrado que la máxima de Balzac sigue vigente: “La gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis”. Porque, agazapado y maquiavélico, aguarda en la esquina el desprecio. Real como la vida La Policía de Stockton (California) subió su foto a Facebook, y al instante florecieron los me gusta. Cien mil. Jeremy Meeks, un delincuente acusado de asalto a mano armada, recibió al instante una oferta de la agencia Blaze Modelz. Mulato, con fresones por labios e imanes azules en los ojos, ya ha sido apodado “el criminal más sexy del mundo”. Su flamante agente, Gina Rodríguez, ha señalado que “todos tenemos una historia, y no conocemos toda la suya. No le hemos dado una oportunidad”. Lleva tatuajes pandilleros y su libertad cuesta más de 800.000 euros. Versace parece haberse interesado ya por él, desafiando la ejemplaridad al encumbrar a un bad boy. La frívola belleza no tiene límites, pero aceptemos su misterio. Nuevo icono gay ¿Por qué el mundo gay sigue reivindicando una iconografía tan friqui? ¿Por qué celebra con tanto gozo el exceso kitsch, la diferencia y el carisma, sí, pero también la chocarrería? Cantantes funestas, fauna televisiva inquietante… Ahora recuerdo cómo a aquella pobre chica, Tamara, cuya madre se apellidaba Seisdedos, la jaleaban travestis. Este año Conchita ha sido la estrella del Orgullo Gay, paseándose en carroza entre banderines de colores, barbas cerradas y vigorexia. Estereotipar la homosexualidad es tan reduccionista como decir que los andaluces son perezosos y los catalanes tacaños. Por eso me pregunto acerca de los ritos carnavaleros y los iconos gais con los que algunos homosexuales festejan serlo. También suda Los Stones, Tom Jones, Bryan Ferry… Al final será verdad que la edad es, con ciertos cuidados preventivos, un estado mental. Después de unos años sedientos, empezó a proclamar aquello tan adolescente de que el amor era la mejor droga. En 2007, en una entrevista, alabó la imaginería nazi y armó un escándalo. Y, a día de hoy, el susurrador de Avalon o More than this, figura en todos los ranking de hombres sofisticados. Asegura que le divierte que mucha gente lo imagine desayunando con esmoquin y boquilla. Coincidí una vez en con él en un ascensor de un hotel de Marrakech: Venía del gimnasio y estaba bañado en sudor, con una horrible cinta en la frente. Así se trastocan los ídolos.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
5 de julio de 2014
Blogs de autor

La pirámide del día

La poética de lo cotidiano nos ha interesado siempre a cuatro gatos, eso sí, enfebrecidos por todo aquello que tiene que ver con la flecha del tiempo, la forja de rutinas y la influencia del ánimo en los gestos corrientes. Hoy la gente dice: “Ha sido un día muy productivo”, e incluso lo tuitean a los vientos pues les enorgullece informarnos de su capacidad y su fuerza de voluntad, también de su satisfacción, ya que sentirse eficaz y -como se dice con frecuencia- cerrar asuntos procura un reconfortante sentimiento balsámico. El día es como una pirámide, y hay que enfrentarlo empezando por lo más difícil, aconseja el profesor de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) Martin Hagger, que acaba de publicar en Psychological Bulletin una investigación en la que se demuestra que el autocontrol es un recurso finito que tiende a desaparecer a medida que transcurre el día. Por su parte, los gurús en la gestión del tiempo, como Ron Friedman, recomiendan no lastrar la jornada ensuciando la mañana con tareas mediocres: “Un cocinero no empieza a cocinar fregando platos”. Ya el gigante Umberto Eco pontificó que las listas son “el origen de la cultura”, y es cierto que nos acompañan en los diferentes escenarios de nuestra vida. Los anglosajones han convertido las To-Do lists (listas de asuntos pendientes) en un fenómeno que hoy se estudia en las universidades. Pero a muchos les resultan cada vez más frustrantes y desalentadoras. Hace tiempo que proliferan las pequeñas empresas de servicios tipo Telemarrón u Organización del Orden, que brindan servicios domésticos, desde montarte un mueble de Ikea hasta ordenar un trastero. A la parálisis de antaño se la denomina hoy procrastinación, un término que engloba la tendencia individual a posponer plazos y el choque con una sociedad que continuamente envía mensajes de hiperexigencia, perfeccionismo y rentabilidad. Dichas empresas poseen la resolución y energía que a menudo nos faltan cuando por fin llegamos a casa y sentimos la necesidad vital de dimitir de la agenda. Pero en verdad el cerebro marca las tareas pendientes. Los científicos lo denominan efecto Seignarnik y se trata de llamadas de auxilio de nuestro inconsciente, que no puede resolver por sí solo las tareas pendientes, al consciente. Por eso cuando oímos una canción que suena en una tienda nuestro cerebro se esfuerza por recomponer su estribillo, e incluso acordarse del título. Las señales de aquello que llamábamos voz de la conciencia se abren camino entre lóbulos, corteza, métodos y plazos para invadir nuestra vigilia, y la rémora de la asignatura pendiente acaba siempre espantando el sueño.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
2 de julio de 2014
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.