Joana Bonet
Esta semana ha estallado la berlusconización de Francia, donde ya es tradición que los números uno en política muestren sus habilidades libertinas y traspasen la línea roja que separa la ejemplaridad del lado salvaje. Quince horas en comisaría pasó Nicolás Sarkozy, mucho más que una mala noche, imputado por tres delitos: corrupción, tráfico de influencias y violación del secreto de instrucción.
De sus amistades peligrosas con Gadafi a sus tan rentables sobremesas con madame Bettencourt, el expresidente de la República ha sido maestro en pasear carisma y soberbia sobre sus alzas, un bajo que siempre se ha creído alto, y de gustos caros. Recuerdo vivamente la imagen de un Sarkozy mirando atentamente la portada de Le Monde: como relataba Yasmina Reza en El alba la tarde o la noche, lo que en verdad le interesaba era el anuncio de Rolex.
Hace tres años, el escritor Pierre Musso publicó Sarkoberlusconisme: la crise final?, donde rubricaba el sentimiento de víctima del ex presidente, y su querencia por despertar lástima y embadurnarse de autocompasión, ese sentimiento miserable e infértil que tanto empequeñece a quien lo siente. Es bien ardua tarea la de aceptar ser un has been, esto es, el que un día fue grande pero dejó atrás su momento de gloria. Aunque mantenerse en el Olimpo sea esfuerzo de titanes o tiburones, los has been forcejean con la barbilla tiesa tratando de mostrar orgullo.
Otro héroe, considerado hace cuatro días un modelo nacional, se encara con tuiteros maleducados y, en el campo, da muestras de agotamiento e indolencia: Iker Casillas, quien de la tormenta de endorfinas desencadenada por aquel pie salvador en Johannesburgo ha pasado a ejemplificar -lejos de la humillación pública del garde à vue en una comisaría de Nanterre- el tránsito de la victoria al despelleje.
Son casos muy distintos, pero a ambos les une su identificación con valores como lo bueno, lo bello y lo verdadero (el ideal platónico asociado siempre al héroe modélico) y el estrépito de la caída.
El primero, hijo de un judío húngaro aristócrata errante que abandonó a su familia cuando el pequeño Nicolas tenía apenas cuatro años, ha llegado a afirmar que todo lo que ha conseguido a lo largo de su vida no es mas que una reacción contra “la suma de todas las humillaciones sufridas en mi infancia”.
Mientras que, para el segundo, un chico de barrio de Móstoles que con 16 años ya compatibilizaba las clases en el instituto y la Champions League, el encuentro con el bellaco Mourinho fue la prueba definitiva de su fortaleza. Ambos tocaron el cielo, convirtiéndose en mitos modernos, el del hiperpresidente y el del santo respectivamente, casados, además, con señoras muy vistosas. También han demostrado que la máxima de Balzac sigue vigente: “La gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis”. Porque, agazapado y maquiavélico, aguarda en la esquina el desprecio.
Real como la vida
La Policía de Stockton (California) subió su foto a Facebook, y al instante florecieron los me gusta. Cien mil. Jeremy Meeks, un delincuente acusado de asalto a mano armada, recibió al instante una oferta de la agencia Blaze Modelz. Mulato, con fresones por labios e imanes azules en los ojos, ya ha sido apodado “el criminal más sexy del mundo”. Su flamante agente, Gina Rodríguez, ha señalado que “todos tenemos una historia, y no conocemos toda la suya. No le hemos dado una oportunidad”. Lleva tatuajes pandilleros y su libertad cuesta más de 800.000 euros. Versace parece haberse interesado ya por él, desafiando la ejemplaridad al encumbrar a un bad boy. La frívola belleza no tiene límites, pero aceptemos su misterio.
Nuevo icono gay
¿Por qué el mundo gay sigue reivindicando una iconografía tan friqui? ¿Por qué celebra con tanto gozo el exceso kitsch, la diferencia y el carisma, sí, pero también la chocarrería? Cantantes funestas, fauna televisiva inquietante… Ahora recuerdo cómo a aquella pobre chica, Tamara, cuya madre se apellidaba Seisdedos, la jaleaban travestis. Este año Conchita ha sido la estrella del Orgullo Gay, paseándose en carroza entre banderines de colores, barbas cerradas y vigorexia. Estereotipar la homosexualidad es tan reduccionista como decir que los andaluces son perezosos y los catalanes tacaños. Por eso me pregunto acerca de los ritos carnavaleros y los iconos gais con los que algunos homosexuales festejan serlo.
También suda
Los Stones, Tom Jones, Bryan Ferry… Al final será verdad que la edad es, con ciertos cuidados preventivos, un estado mental. Después de unos años sedientos, empezó a proclamar aquello tan adolescente de que el amor era la mejor droga. En 2007, en una entrevista, alabó la imaginería nazi y armó un escándalo. Y, a día de hoy, el susurrador de Avalon o More than this, figura en todos los ranking de hombres sofisticados. Asegura que le divierte que mucha gente lo imagine desayunando con esmoquin y boquilla. Coincidí una vez en con él en un ascensor de un hotel de Marrakech: Venía del gimnasio y estaba bañado en sudor, con una horrible cinta en la frente. Así se trastocan los ídolos.
(La Vanguardia)