Tal como comenté antes, participé en la redacción de un informe para el gobierno francés sobre el futuro del libro numérico. Es difícil sintetizar cinco meses de trabajo dentro de un comité y lo más fácil (para los que dominan el francés) es leer el informe. El ministerio francés de cultura ya puso en línea el resultado final de lo que hice con cinco personas bajo la presidencia de Bruno Patino (un empresario de prensa y amigo mío). Audiciones, grandes lecturas, enormes dudas al escuchar editores, economistas, juristas, autores, etc., y por fin un esfuerzo enorme de redacción hasta llegar al informe final. La pregunta del gobierno francés era: ¿Qué podemos hacer para mantener la pluralidad de libro (es decir, mantener un universo con casas editoriales que compiten, posibilidad para los autores de crear ganando dinero y para los lectores de encontrar libros)?
Las respuestas siguen cuatro ejes principales:
Voy a contar mañana lo que aprendí al dedicar centenas de horas al tema de la lectura electrónica. Pero, por el momento, me parece imprescindible decir una cosa sencilla: no se puede soñar. Nadie puede creer que lo que pasó en la prensa, el vídeo, la música, los juegos, etc. no va a producirse en el universo de los libros. El proceso de digitalización creciente de los contenidos culturales y de los medios de información se aplicará también al libro. Y nadie puede decir que no afectara al viejo negocio inventado por Gutenberg. La industria del libro no va salir ilesa de un proceso que ya empezó. Mejor adelantarse al problema en lugar de descubrir lo que pasa cuando ya pasó.
(la imagen es de Malden Penev, artista potente cuyo sitio merece una visita)
