El otro día, en compañía de Vicente Molina Foix- que tiene nuevo libro de cine y humedades del que hablaré otro día- estuve presentando un nuevo, rescatado, libro del admirable en muchos frentes creativos Pier Paolo Pasolini.
Un libro homenaje/idea de uno de los muchos pasolinianos que andan por varios mundos. Una idea de un fotógrafo francés para rescatar un relato que Pasolini hizo durante el verano del 59 para una revista italiana. La revista se llamaba "Sucesso" y era un semanario ilustrado. Durante un verano Pasolini, y un fotógrafo que nunca nombra, recorrieron toda la costa. El relato es admirable, lleno de miradas del poeta que era el cineasta y filólogo Pasolini. También demuestra ser un peculiar, sagaz y certero, narrador de una manera de hacer periodismo que está casi en el recuerdo de otros tiempos, otras lecturas, otras fotografías.
El libro, como el reportaje, se llama "Larga carrera de arena", las fotos de Philippe Séclier, son magníficas. Y el texto es de una belleza extraña, de un paseo por un mundo que ya no existe. No está ya ese mediterráneo, ni esos pueblos, ni ese paisaje, ni ese paisanaje que vio Pasolini. Es un libro sobre el pasado...y sin embargo, ¡tan vivo! Así es el arte. El cineasta, que todavía está tan presente en el cine en casa, en el cine en las filmotecas, en el cine que no se olvidará- unas más que otras, es verdad- está vivo por muchas más cosas. Por su poesía. Su cine, sus libros y por él mismo. Por su dignidad ciudadana, por su ejemplo de estética y compromiso. Y también, porqué no decirlo, por su absurda muerte. Su injusta, terrible y enigmática muerte.
Pues por eso, y por muchas cosas más Pasolini sigue vivo. Y sigue su realidad, y su mito, viva y vibrante para jóvenes que están muy alejados en el tiempo de su vida, su obra y su pensamiento. Fue una de las referencias de mi generación, y de la anterior, lo que no sospechaba, lo que alegró el otro día es que también sigue siéndolo de otras que ahora tienen la edad del joven Pasolini que aparece en éste libro. Sigan a ese hombre. No hace falta vivir peligrosamente como seguramente él vivió con su sexualidad pero no viene mal seguirle en lo demás. Rejuvenece.

Hace años, en México y por azar, me encontré con un libro que siempre me acompaña: Pensamientos de Joseph Joubert. Lo compré sin saber nada del autor, lo compré porque tuve la fortuna de abrir sus páginas. Lo primero que leí: "Es imposible volvernos instruidos si sólo leemos lo que nos gusta". Y miré a la página de la izquierda: "Cuando se escribe con facilidad siempre se cree contar con más talento del que se tiene". No me extrañó que este escritor sin obra, que este pensador que prefería pasear a escribir, fascinara a Chateaubriand. Me parecía que los pensamientos de Joubert, como me ocurre con otros cuantos, están escritos y pensados como a uno le gustaría pensar y escribir.
Me alegra que se vean tantas series españolas. Incluso alguna vez trabajé en alguna, pero no soy consumidor ni se me espera. Soy, otra vez, del juego sucio, de Los Soprano. Y de programas llamados de entretenimiento, soy un analfabeto. Y no me importa. Creo que soy rebelde porque el mundo me hizo así. El caso es que antes, cuando fui mejor, más pequeño y más español, me encantaban los programas de concursos. Y los de entretenimiento que presentaban unos vieneses. Incluso las series, americanas, del tipo de El fugitivo, Los intocables. Estoy perdido para la tele. Estoy nostálgico. Soy un tonto, y lo que he visto me hacen dos tontos.
El otro día en el suplemento Babelia, dedicado a Alberti y a los ochenta años de la generación del 27, se publicaban tres poemas inéditos de Alberti. Primerizos poemas, poemas que vivieron en el olvido y que una vez rescatados, encontrados por el trabajo del azar de una investigadora, el poeta -aunque ilusionado con el encuentro- no los quiso publicar. Veinte años después se publican. Hoy el poeta ya no puede decir nada. No puede aplaudir la publicación. Ni la puede negar. No se puede alegrar, ni se puede quejar. ¿Quién decide que se publiquen? ¿Está bien publicarlos? ¿Nos ayudan a conocer mejor su obra, su vida? Tengo muchos más interrogantes y no tengo respuestas claras. Es una pregunta que me hago, que hago a todos los que se interesen por el creador, por su poesía, por su vida. ¿Debemos contradecir los deseos del autor una vez que este está muerto?
Después de escribir esto se marchaba con la no virgen de Maruja Mallo. Y juntos pensaban en más blasfemias. Por ejemplo, que Maruja entrara desnuda en medio de una misa de doce. Eran como niños, perversos y blasfemos. El poeta todavía estaba en pañales.
Se habla de muchas cosas, de escritores, literatura, aforismos, asnos y otras afinidades del sabio socarrón de Mallorca. No disimula, no tiene porqué, su poco cariño a los nacionalismos. Lector atento y prologuista de un curioso libro de un investigador polaco, católico y heterodoxo, llamado O.V. de Milozs, que escribió un, al parecer, muy documentado ensayo: "Los orígenes ibéricos del pueblo judío". Un libro que desmonta algunos de los mitos de nuestros nacionalismos históricos.
Somos más unos (no hunos) de lo que parece. El problema de las dos Españas es problema de historicistas. Si está tan vivo en Vasconia y Cataluña, debe ser por la importancia que a la historia le dan basconulios y catalanes. Jamás me atuve a lo que tenía visos de verdad inapelable"
Después de tentativas fallidas -¡qué pena que Marianne Faithfull dijera no, y no por cuestiones morales o cobarditas como BB sino por el control que sobre ella ejercía su novio de entonces, Mick Jagger- se grabó con una chica de piernas largas, ojos grandes, minifaldas cortas y con la deliciosa seducción de las andróginas. La chica se llamaba, se llama, Jane Birkin. Desde entonces estamos enamorados de su voz, su cuerpo, sus dientes, su sonrisa, sus hijas y de todo lo que haga este delicioso ser que por un tiempo fue capaz de domar, amar, hacer padre y amigo al más genial de los músicos pop de Francia.