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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Günter Grass reacciones

Gunter Grass Las reacciones en Israel conta el poema que publicó Günter Grass no se han dejado esperar. Israel lo considera “persona non grata”, con lo que no podrá ingresar al territorio israelí. En Alemania, además, el influyente crítico Marcel Reich-Ranicki ha considerado al poema (no se explicita si literariamente o solo temáticamente) como “repugnante”. Curiosamente, esa reacción tan dura ha cambiado el orden de cosas y ahora los pacifistas israelís salen a defender al escritor considerando como “populista” la actitud de los líderes políticos de Israel:

La dura reacción de Israel contra el escritor alemán Günter Grass, al declararlo persona “non grata” por un poema en que criticaba el potencial atómico de ese país, invirtió el debate a favor ahora del literato, que recibió apoyos de personalidades israelíes y también del espectro político germano. La decisión del ministro del Interior israelí, Eli Yishai, de prohibir al Premio Nobel de Literatura 1999 la entrada en Israel es “populista”, afirmó el exembajador israelí en Alemania Avi Primor, mientras su compatriota e historiador Tom Segev calificó la reacción de “histérica”. “Creo que el ministro del Interior (israelí) no sabe nada de Alemania. Simplemente actúa de cara a la política interna, lo que no considero correcto”, sostuvo el exembajador, en declaraciones a la primera cadena de la televisión pública alemana ARD. Grass no es de ningún modo “un antisemita”, prosiguió el diplomático, quien sí advirtió que el escritor incurrió en el “ridículo”, al afirmar que Israel pretende aniquilar Irán. (…) En términos parecidos se pronunció en la edición digital de “Der Spiegel” el historiador Segev, para quien el ministro del Interior de su país ha estado “pésimo” y hasta “cínico”, al calificar de antisemita a Grass y relacionar el poema del escritor con el hecho de haber “vestido el uniforme de las SS”. Según el historiador, el propósito del ministro es “asegurarse el futuro político”, con proclamas populistas orientadas a un sector determinado del electorado israelí. (…) “La reacción del Gobierno israelí es desmesurada e injustificada, dado el tema”, dijo el portavoz de Exteriores del SPD, Rolg Mützenich. Por parte de los Verdes, el secretario de organización de su grupo parlamentario, Volker Beck, calificó la decisión de “poco inteligente y nada soberana”. El ministerio alemán de Exteriores, cuyo titular, Guido Westerwelle, se sumó estos días a las críticas a Grass, no ha comentado la decisión de prohibirle la entrada en Israel.

Por su parte, Günter Grass ha vuelto a hablar sobre el tema, poniendo paños fríos. Ha admitido que debió escribir el poema en otro tono y ser más específico. Dice la nota:

Günter Grass ha admitido por primera vez que debería haber redactado de otra manera el poema que publicó sobre Israel, y que no quiso criticar al país, sino su política y a su primer ministro, Benjamin Netanyahu. “Evitaría el término general ‘Israel’ y aclararía que me refiero al actual gobierno de Netanyahu”, ha expresado el escritor en una entrevista que publica el diario alemán ‘Süddeutsche Zeitung’ (SZ) sobre si escribiría de otra manera el polémico poema ‘Lo que hay que decir’. (…) Grass recalca que le decepcionan las acusaciones de “antisemita” y asegura que con el poema esperaba “un debate clarificador sobre determinados aspectos de la política israelí bajo el gobierno actual”. Lamenta igualmente la falta de “diversidad de opiniones y la controversia que forman parte de la democracia”. Y matiza que no se considera un “agitador de la paz”, término que sí dedica a Netanyahu y sus ministros.



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9 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Tienda Kindle: Amazon empieza a hablar castellano

Kindle Mañana se inaugura la Tienda Kindle en Amazon, con 30,000 ejemplares para descargar en el Kindle, algunos de ellos (los clásicos) de forma gratuita. Pretende así Amazon conseguir el mercado hispanohablante, que alcanza el número de 50 millones tan solo en EEUU, para el libro electrónico. Muchos títulos de autores mexicanos, la colonia más extensa en Estados Unidos, como las obras de Sergio Pitol o Carlos Monsiváis, destacan en el catálogo. La verdad es que los títulos aún dejan mucho que desear (no hay novedades, salvo los bestsellers) pero es un avance. Dice la nota en El País:

La tienda virtual Amazon.com estrena esta mañana en Estados Unidos su “Tienda Kindle”, una colección de más de 30.000 títulos en español para los usuarios norteamericanos. Los dispositivos Kindle, el lector de libros electrónicos del citado portal comercial, incluirán también a partir de hoy en EE UU páginas de ayuda, configuración y servicio de atención al cliente en español. Con este gesto, Amazon intenta capitalizar el auge de dos mercados: el de los dispositivos y libros electrónicos, en constante crecimiento, y el sector editorial en español en Estados Unidos. Isabel Allende, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela o Gabriel García Márquez son algunos de los grandes nombres de la literatura que desde hoy forman parte de la oferta de libros electrónicos para Kindle-EE UU. La Tienda también incorpora las obras más recientes de Carlos Ruiz Zafón, Julia Navarro y El Libro de los Manuales, del brasileño Paulho Coelho, que ya es el título más vendido en lengua española en Amazon.com. ?Estamos entusiasmados al presentar una nueva tienda de ebooks en español para todos los Kindle y dedicada a nuestros clientes hispanohablantes de EEUU?, afirma Russ Grandinetti, vicepresidente de contenido de Kindle, en el comunicado emitido por la compañía este jueves. ?Esperamos que nuestros clientes hispanohablantes disfruten tanto de los libros en español recién añadidos a la tienda, así como de la experiencia de compra y lectura mejorada, que incluye servicios de atención al cliente en español”. Amazon buscaría así ampliar la rentabilidad alcanzada por la venta de dispositivos y libros electrónicos en EE UU. Según datos revelados ayer por el Centro Pew de Internet, uno de cada cinco adultos norteamericanos (el 21%) afirma haber leído un libro electrónico el año pasado. El porcentaje ha aumentado considerablemente con respecto a años anteriores, coincidiendo con el auge de las tabletas y dispositivos de lectura como Kindle. En diciembre de 2011, el 17% de los adultos estadounidenses afirmaba haber leído una obra en formato electrónico; dos meses después, el porcentaje ascendió al 21%. Grandinetti adelanta que Amazon espera ampliar la Tienda Kindle a lectores de habla hispana de todo el mundo. El dispositivo Kindle y un catálogo de libros en castellano se comercializan en España desde diciembre de 2011 y el próximo 27 de abril llegarán las dos últimas versiones del aparato, Kindle Touch y Touch 3G, con pantalla táctil. En EE UU, con más de 50 millones de hispanohablantes, el 60% de los latinos son de origen mexicano. El país podría superar a México en las próximas décadas en cuanto al número de ciudadanos que hablen español, por lo que Amazon se adentra en uno de los mercados más prometedores del sector editorial. Al anunciar su oferta de Kindle Singles de EL PAÍS -libros de formato más breve o recopilaciones de artículos publicados en el periódico-, la compañía destaca “piezas de periodistas mexicanos sobre temas actuales relativos a México”. Amazon también ha seleccionado las obras de José Emilio Pacheco, Carlos Mosivais y Sergio Pitol, así como los libros infantiles de la serie Dora la Exploradora y Go Diego Go, utilizados por miles de niños norteamericanos para aprender español. Los lectores hispanohablantes de EE UU podrán disponer también de suscripciones a 14 diarios latinoamericanos como El Universal de México o La Nación de Argentina.



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6 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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"Tenemos ebooks en papel"

Foto: Constance Wiebrands Mi nueva columna en el blog ?Vano Oficio? de El País habla sobre la donación de libros de Mario Vargas Llosa a Arequipa, su romántica manera de ver la lectura y al objeto libro, la desconfianza contra el libro electrónico en España y la necesidad del lector latinoamericano de que la red de e-books no esté tan entrampada. Dice: ?incluso antes del Boom, el lector latinoamericano se ha mostrado más cosmopolita y curioso que el español?. ¿Ustedes qué creen? 

Mario Vargas Llosa celebró sus 76 años donando su biblioteca personal a Arequipa, su ciudad natal. Son 30,000 ejemplares repartidos entre Lima, Madrid y París. Me pregunto: ¿cuántos GB de memoria serán suficientes para almacenar esa cantidad de información? ¿Entrarían todos en un solo aparato que no ocupa ni 10 cms? Estoy seguro de que la respuesta me sorprendería. Y también a Vargas Llosa. El día de la donación declaró: ?Una biblioteca es más que una acumulación de libros, es un acto de amor que se va construyendo en el tiempo y el que la reúne va volcando sus afectos, experiencias, estableciendo una relación de amistad y cariño con los libros, como la que tiene uno con sus hijos y nietos?. Luego, bromeó diciendo: ?Algunos secretos míos muy profundos se revelarán?. Pero no es una broma. Lo cierto es que esos libros, adquiridos desde épocas universitarias, están llenos de anotaciones e incluso han sido calificados del 0 al 20, según el sistema de evaluación peruano. Son los libros de alguien que aconsejó a los escritores jóvenes leer con ?lápiz en mano?. Mario Vargas Llosa es un lector épico, uno de aquellos que se enamoran de las heroínas y se identifican con los héroes. Puede decirse que su vida está constituida por los libros que leyó tanto como por las situaciones que ha vivido, y sin duda muchos personajes de sus novelas favoritas son más trascendentes para él que la mayoría de seres humanos que ha conocido en la realidad. Lo que ha donado no es la biblioteca de alguien a quien le gusta leer, sino la de un hombre que desde su infancia siente que el libro es un objeto mágico. En otra entrevista Vargas Llosa aseguró que le parece un horror adquirir un celular, una notebook o un tablet. Escribe a mano y usa la computadora como procesador de texto. Desde luego, la posibilidad de leer un e-book está completamente fuera de orden. A los e-books no se les puede subrayar, ni garabatear anotaciones en las páginas que sobran al final, ni calificarlos con una nota y un ?insuficiente? al costado. Los e-books no guardan secretos, solo sirven para leerse. No hay heroicidad en un e-book como tampoco en un archivo de Word que contiene una novela. Alguna vez, los militares peruanos quemaron ejemplares de la novela La ciudad y los perros por considerarla ofensiva. Malcolm Lowry solía incinerar sus manuscritos -y las casas que los albergaban- cuando no estaba conforme con ellos y se había excedido de ginebra. Vladímir Nabokov cuenta cómo Vera Nabokov sacó del fuego, con sus delgadas pero firmes manos, el primer manuscrito de Lolita que el autor había arrojado a la chimenea. Ninguno de esos gestos románticos son posibles en la era del e-book ni de las computadoras. ¿No está contento con su texto? Pues arrastre el archivo al ícono del tacho de basura, luego haga click en ?vaciar papelera? y rece porque un Max Brod geek logre rescatar algo en el futuro. ¿Desea quemar libros ajenos? Pues primero imprima los PDF o lance tablets al fuego, pero no olvide que si el libro está en iCloud o Dropbox, o se vende en una tienda virtual, el gesto será ridículo. Cero dramatismo. Es como aquella broma de Seinfeld según la cual los teléfonos celulares impiden las buenas peleas entre parejas. Ya nadie pueda tirarle el teléfono al otro. Ahora, por más molesto que uno esté, debe pulsar con el dedito la tecla de llamada terminada para colgar al otro destempladamente. Mientras que en Estados Unidos la industria de los e-books parece boyante, en España aun no se enteran para qué sirve un libro electrónico. Casi podría decirse que hay más tablets vendidos que descargas realizadas. Los compradores de gadgets se lanzan sobre el Kindle o el último iPad. Pero de ahí a hacer una descarga y pagarla con la tarjeta de crédito? eso es otro cantar. Hace unos meses se lanzó, con bombos y platillos, la nueva novela de Paul Auster en edición digital antes que impresa. No sé cuántas descargas obtuvo, pero si es cierto que los e-books solo representan el 2% del mercado editorial español (según me informaron) me imagino que muchos prefirieron esperar el libro impreso. El auténtico mercado del libro electrónico en castellano está en América Latina, donde las librerías no están abarrotadas de novedades (hay que esperar varios meses o un amigo de maleta generosa para leer algo reciente) pese a que, incluso antes del Boom, el lector latinoamericano se ha mostrado más cosmopolita y curioso que el español. Sin embargo, mi experiencia como comprador de e-books es desastroza. La mayoría de libros que he querido descargar o no están digitalizados o, si lo están, no están a la venta en Latinoamérica por un tema de derechos de autor. Pude comprar, eso sí, el último libro de Michael Ondaatje en Alfaguara, pero no sirve en mi iPad y me parece absurdo comprarme otro e-reader para leerlo; así que está ahí, un link yacente en mi correo. Insistir en el libro impreso sobre el digital, más que un anacronismo, es una limitación. ¿Por qué el ingreso del e-book al mercado en castellano está resultando tan lento, trabado, complejo, burocrático? Por una cuestión de confianza y de old fashion, a lo Vargas Llosa. En vez de propiciar al libro electrónico (que beneficiaría a libreros grandes y pequeños, a editoriales transnacionales e independientes) los libreros y las editoriales invierten mucho en librerías donde la adquisición del libro se ofrece como una experiencia sensorial: se palpa el libro, se olfatea el café pasado del restaurante, se observa a un escritor autografiando ejemplares, se oye una conferencia en el auditorio. Cosas que, desde luego, no consigues con una insensible descarga. ?Tenemos e-books en papel? reza una pizarra en la puerta de una librería española. La foto circula por Facebook y centenares ponen ?Me Gusta?. Parece una broma. Pero no lo es.



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4 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿Le asusta a usted el teatro?

?Sara dice? un montaje del teatro Petra en Colombia. Un lío gordo se ha armado en Colombia a raíz de una columna de Héctor Abad Faciolince titulada ?Contra el teatro?, publicada en El Espectador el 25 de Marzo, donde reconocía que le tenía fobia al teatro. Héctor dice en la columna:

Lo digo sin orgullo, casi con pena: ir al teatro me produce una aversión parecida a comer hígado de perro crudo. Los comediantes salen al escenario, gritan, manotean, hacen reír al público, y yo siento una mezcla de vergüenza ajena, rabia y malestar. Quiero salir corriendo. Sentado en la butaca no me meto en la acción: veo un espectáculo ridículo, caduco, un muerto en vida. Una antigualla que huele mal, una impostura. Los que odian los sapos, los que no soportan siquiera su vista, reconocen que el sapo es un animal inocente, inofensivo, incluso útil. Si a veces destila una leche venenosa, ésta puede producir eczema, pero casi nunca es mortal. También yo sé que el teatro es inocente, inofensivo, incluso útil, sé que su veneno no mata, y sin embargo me repele. (?) Al que odia el teatro no le importa que a él se hayan dedicado algunos de los mayores genios de la literatura: Shakespeare, Ibsen, Lope, Sófocles, Chéjov? Lo hicieron, sí, pero hace siglos, cuando ellos y el teatro estaban vivos, al mismo tiempo. También Homero era un genio, y escribió las obras cumbres de la épica, pero ¿a quién se le ocurre, hoy, hacer cantares de gesta? Alguien con fobia al avión, en general, no tiene nada contra los pilotos en tierra. Yo no tengo nada contra los actores, críticos, escritores, empresarios o directores de teatro. Los festivales son dignos, los teatros heroicos. Los teatreros son personas, en general, tan inofensivas y útiles como los sapos. Sus obras destilan un veneno blancuzco que no mata. Fuera del escenario son simpáticos, inteligentes, cultos. Me caen muy bien, en un comedor o en una esquina, el Negro Aguirre, Ramiro Osorio, Anamarta de Pizarro, Carlos José Reyes, Ibsen Martínez, Gilberto ídem, Omar Porras, Sandro Romero, tantos otros: personas extraordinarias. Pero encaramados ya en el tablado de sus gestos, maquillados, disfrazados, se convierten en monstruos. (?.) Al que le tiene fobia a los sapos, le fascinan los sapos, pero en láminas o en libro. También a mí me fascina el teatro leído. O trasladado al cine, con sus efectos de realidad cada vez más perfectos. Gozo con los dramas abstractos, leídos, o con ese teatro moderno que se llama cine. Como un homenaje al Festival de Teatro (que debe existir, y apoyarse, y protegerse, como los aviones, las culebras y los sapos), en estos días pienso leer a Arthur Miller, a Harold Pinter, a Molière. Pero al que me invite al teatro le contestaré en latín: vade retro.

Muchos fueron los que en FB o en Twitter contestaron a Héctor Abad Faciolince, pero fue el director del teatro Petra, Fabio Rubiano, quien, en la revista Arcadia y a manera de carta dedicada a Héctor, le contesta de modo contundente:

Las casas de las bromas están llenas de insectos, sapos, ratas, culebras, además de vergas, vaginas y excrementos de plástico. Todo en aras de producirle risa a alguien a costa del miedo del otro, del sufrimiento del otro. Los gestos de la gente que entra en pánico ante aquello que lo descontrola son impresionantes: la boca se tuerce para un lado que nunca imaginamos, los ojos se desorbitan, hiperventilan, se agachan como si fuera a caer una bomba; gestos que, según usted en su columna, son los que odia. Lo paradójico es que queda la sensación al leer su penoso artículo, de que es usted quien hace los gestos a los actores cuando nadie lo está asustando, está sacando la lengua cuando no hay mimos persiguiéndolo, contrae los músculos de la cara y crispa las manos sin que se asomen por la ventana de su casa actores con máscaras griegas. Está haciendo muecas solo. ¿Cuál es la razón para que sea usted quien haga los gestos que tanto odia? Y los exhiba. Además está mostrando sus heridas, el desorden de sus neurotransmisores (las fobias lo producen), sus trastornos, ¿para qué?, ¿para que lo compadezcan, lo perdonen? Para las fobias hay tratamientos. Bien podría curarse y volver algún día a teatro. Va a tener que ver muchas obras malas para alcanzar una buena, así sucede también con la literatura. Y sí, lo sé, hay gente que dice que la novela ya se escribió y que no hay que escribir más, de la misma manera que usted dice que el teatro ya no está vivo. Afirmaciones temerarias, pero ya de lugar común, como el fin de la historia, fin del arte, fin del fin. Apocalípticos de catálogo. Al ver el título me emocioné, pensé que había argumentos sólidos, pero casi de inmediato llegó la sorpresa y la vergüenza. Habla usted del amor al cine donde no hay esos gestos feos del teatro que le crispan. Si tanto horror le producen, supongo que odiará el cine expresionista de los años 20 donde nada de lo que allí sucede se parece a la realidad, que es una de las exigencias que usted hace, o intuyo que detesta Kusturica por lo antinatural de la gestualidad, o que también siente fobia con algún Kurosawa. En su reemplazo asumo que disfruta más las películas basadas en novelas de Jane Austen o las hermanas Brontë, donde todo es muy limpio y los gestos medidos. En esa misma línea sospecho que no disfruta usted la pintura de los expresionistas, o de los objetivistas como Otto Dix o Gorge Grozs, o que no aguanta ver a Lucian Freud o a Odd Nerdrum donde ahí sí que hay gestos grandes y feos (para usted, no para mí), y que prefiere cuidarse su fobia viendo a los que ?no hacían gesticulaciones enfáticas y sí sabían como era que se pintaba?.

Además, Rubiano enumera una serie de imprecisiones en las que incurre Héctor Abad Faciolince en su columna. ¿Habrá respuesta?

[[MORE]]1. Homero no escribió teatro, de hecho no escribió nada. Narraba, y como era ciego, a lo mejor también haría muecas repugnantes para los fóbicos de los gestos. Los cantares de gesta se hicieron casi 20 siglos después de Homero. Eso usted lo debe saber, no sé por qué lo confunde. 2. Cuando dice que a quién se le ocurriría hoy hacer cantares de gesta, recuerdo que fue lo mismo que le dijeron a Cervantes cuando escribió una novela de caballerías en una época en que el género ya estaba pasado de moda. Hay gente que escribe lo que está de moda en el momento oportuno. Los de teatro por lo general hacemos no lo que esté de moda, sino lo que creemos que es necesario. 3. Los actores de cine que usted admira pasaron por escuelas de teatro, y la formación no consistía en tirarse al piso y empelotarse, eso es básico, eso es un comentario de matrona del partido conservador. Hay muchas más cosas que hacer, con emociones o con técnica, años de trabajo. Esos grandes actores de cine no son actores de cine, son actores, y siempre regresan al teatro. Mínimo una vez cada año, decía Mastroianni, y el consejo lo siguen muchos. Lo hace Philip Seymour Hoffman hoy en día (está en cartelera con ?La muerte de un agente viajero de Miller?), lo hace William Dafoe permanentemente con el Wooster Group. Los pocos buenos actores que hay en nuestra televisión ¿adivina usted de dónde salieron? 4. Aquello de que el teatro moderno involucra al público es una afirmación destemplada. Ese teatro moderno del que usted habla es de los años 60 y 70 con el furor del Open Theater o el Living Theater. Hoy en día eso no es para nada común, se usa en algunos espectáculos de calle o en números de payasos o magia. Espectáculos como ?Fuerza bruta? o ?Villa Villa? sí involucran a los espectadores; a veces descienden del cielo actores con arneses y se llevan consigo algún espectador. Las colas para verlos son interminables y los asistentes ruegan por ser ellos los ?elegidos? para volar. De antemano saben a lo que van. Con la Fura dels baus, agrupación catalana, uno está advertido de que en algún momento el teatro se puede incendiar, hay obras con encierro, incendio y bomberos. A mí no me parecen los mejores espectáculos en cuanto a lo esencial del teatro, pero supongo que en este último caso, cuando usted está entre las llamas y llevado en brazos por un bombero actor, sí se cumplen sus expectativas de verosimilitud. 5. Dice usted que el teatro es falso. ¿Me podría decir qué obra de arte no lo es? Primera clase del primer día: el arte no es la realidad, es una construcción poética, lírica, dramática?etc.  De hecho la realidad también es falsa, todos los días se dicen verdades que no lo son. 6. El teatro no es como usted dice inofensivo, ni inocente, mucho menos útil; cuando se vuelve útil deja de ser arte. Ni siquiera fue útil cuando cumplía funciones pedagógicas en el siglo XIX en Colombia. Es un trabajo minucioso, puntual, de corrección permanente para que se vea exactamente lo que se quiere decir, para poder ser lo suficientemente ético en lo que se plantea, para no estar al servicio de nadie, no ser útil para nadie. No es inocente, porque lo que se diga y haga puede insultar, o asustar, como a usted; y no es inofensivo, muchas veces ofende. ?Casa de muñecas? ofendió a la sociedad noruega; ?Las brujas de Salem?, a la norteamericana; todo el teatro abierto argentino ofendió a la cúpula militar, por eso les incendiaron el teatro; La Candelaria ofendió también y varias veces fueron allanados y les confiscaron los fusiles (eran de madera, de utilería). 7. El cine no es teatro moderno. El cine es hijo del teatro, lo que pasa es que es un hijo que se volvió rico y a pesar de todo siempre regresa a casa a pedir consejos. El cine muestra, el teatro alude, evoca. No montamos en un escenario cien soldados a caballo, pero hacemos que se sienta que ya van a entrar. En el cine de hoy tampoco son de verdad, lo siento. Las tropas multitudinarias son por computador, ojalá eso no lo aleje también de las salas de cine. Ah, y las muertes son de mentiras y la sangre también. Como en el teatro.



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3 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Fernando Iwasaki republica

carátula del libro Recuerdo cuando compré el primer libro de cuentos de Fernando Iwasaki en 1987, en una librería en forma de cabaña de la antigua PUCP, y cómo me divertí -sobre todo- con el retrato que hace ahí de un famoso profesor de literatura, entusiasta y memorioso, convertido en ayudante de detective policial por Iwasaki. Los primeros libros de cuentos de Fernando Iwasaki, hasta ahora imposibles de hallar en librerías, Tres noches de corbata y A Troya, Helena, serán públicados bajo un mismo título, Papel carbón. El título se refiere a las copias que sacaba el autor en papel carbón de cada uno de sus cuentos, escritos a mano, cuando tenía menos de 30 años, una época sin computadoras ni procesadores de textos. Lo edita Páginas de Espuma y, según el autor, los ha editado con la misma ilusión con que alguien sube fotos viejas al Facebook.

El escritor Fernando Iwasaki saca a la luz sus primeros relatos en el libro Papel carbón, en el que incluye los volumenes Tres noches de corbata y A Troya, Elena, en los que se incluyen los cuentos que el autor escribió entre 1987 y 1993. Este libro responde a ?una época en la que acumulaba los cuentos que escribía y después decidia si tenía el número suficiente para reunirlos en un volumen?, ha explicado este lunes, en declaraciones a Europa Press. Por tanto, a diferencia de lo que hace ahora, no tenía un ?plan? establecido. ?Era un método un tanto maternal: estaba de siete cuentos e iba a tener un libro?, indica. Según explica el autor, se trata de relatos que escribió entre los 22 y 32 años. ?A esa edad no te ha pasado nada especialmente importante, las cosas relevantes ocurren en la adolescencia y después de los 40?, subraya. Por ello, aunque aquí no hay demasiadas experiencias vitales, son relatos llenos de ?lo que uno ha leído y lo que uno está aprendiendo?. ?La educación sentimental, literaria y vital sí está?, indica. Los temas de estos dos libros poseen ?versatilidad temática? y el lector encontrará cuentos diferentes: policiales, fantásticos, históricos, eróticos, culturalistas e incluso taurinos. ?Yo quería que todos estos temas estuvieran representados?, cuenta Iwasaki. Ahora, en cambio, no le interesa esa diversidad, porque prefiere que cada tema tenga su propio libro. En palabras de Iwasaki, la forma unitaria en la que trabaja sus libros comenzó con Inquisiciones peruanas, publicado en 1994. ?Decidí que cada libro de relatos iba a tener un eje y un tema, una preparación similar a la de cualquier novela que prepara un narrador?, señala. En el prólogo del libro, Iwasaki (Lima, 1961) reflexiona sobre lo que significaba escribir a máquina los textos y afirma que ?las copias de papel carbón? de entonces ?son las partituras de una forma de escribir que ha sido abolida para siempre?. Muchos de los grandes almacenes están rediseñando sus estanterías porque los libros van a dejar de existir, una ?conspiración? que también aparece en las páginas de cultura en forma de publicidad, por lo que el escritor afirma que ?se ha terminado una manera de escritura que desaparece con las páginas?. Sin embargo, opina que los cambios tecnológicos no influyen en la forma en que se conciben las historias. Según afirma, ?las grandes innovaciones técnicas de la narrativa son las que en el siglo XX introdujeron Joyce en el Ulises o Proust con En busca del tiempo perdido, y todos escribían a máquina?. ?No había nada que no pudieras hacer así, hoy haces más rápido lo que antes te llevaba más tiempo?, añade. Hoy en día, ha cambiado la máquina de escribir por un ordenador, aunque admite que es incapaz de escribir las direcciones de correo en los sobres, por lo que recurre a la vieja técnica. Iwasaki, ?como todo el mundo en España?, está ?hipotecado?, así que debido a eso y a la familia que decidió formar, confiesa que que no puede vivir de la literatura. ?No podría, vive muy poca gente, porque tendráis que estar solo?.



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3 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los hombres creen saber muchas cosas

Clifford Still De: Poemas de Maximus Los hombres creen saber muchas

                                    [cosas,

no saben siquiera que el día                         [y la noche son uno

Un pescador trabaja sin el                                     [referente

de esa diferencia. También                             [es posible que él

por acostarse ahí cuando se                 [acuesta, con la quijada

hacia el mar, tenga otra ventaja:                                    [se dice que

?Uno corrige lo que puede             [corregirse?, y cuando el                  [corazón de un hombre

es incapaz de ver esto, la puerta             [de su inteligencia divina             [se cierra Charles Olson



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2 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Savater lee por placer

Fernando Savater. Foto: Bernardo Pérez Fernando Savater ha dicho ?Leer por placer está mal visto?. Y tiene razón, según lo que acaban de leer en este Moleskine Literario, libros por encargo y premios acusados de mercantilistas, al parecer ahora más que nunca el mundo se divide entre los libros que se dejan leer y los que no. Entre buenos y malos. Unos dicen que otros escriben bien pero no venden nada, los otros acusan a los que venden de ser limitados o mediocres. Prejuicios por todos lados. Las cosas parecen tan claras que estoy completamente confundido. Particularmente, me parece excelente la frase: ?(?) la gastrolatría es el arte propio de esta época porque admite el esnobismo y el derroche y no exige reflexión. Se centra en el valor del dinero y en tener que reservar con tres meses cuando, como dice uno de los personajes de la novela, es un arte de usar y cagar?. Aquí la entrevista de Javier Rodríguez Marcos en El País a Savater  que acaba de publicar la novela ganadora del Premio Primavera Los invitados de la princesa (Espasa):

PREGUNTA. ¿Cuánto hay en su novela de parodia y cuánto de homenaje? RESPUESTA. No, no, parodia no. Son relatos de género, de los géneros que me gustan. No quiero parodiarlos, sino contribuir a ellos. Odio los pastiches. Casi diría que ni el Quijote me gusta por eso. Eso sí, soy incapaz de escribir un artículo de 500 palabras sin humor, imagínate un libro de 300 páginas. Pero no porque diga las cosas sonriendo las digo menos en serio. Uno puede hacer un soneto humorístico sin parodiar los sonetos. Cada uno entra en un género con su personalidad. P. Tal vez no parodie los géneros, pero los temas? Por ejemplo, la cocina vasca. R. No sé si es parodia o mero reflejo de la realidad, porque todos los días los periódicos hablan en serio de esas cosas. Hay gente que dice que Ferran Adrià es un artista, como Leonardo da Vinci, y creo que lo dice en serio. Pero sí, hay cierta crítica a la inflación gastrológica y gastroidólatra. (?)P. ¿Cree que hay una segunda intención? R. Es que la gastrolatría es el arte propio de esta época porque admite el esnobismo y el derroche y no exige reflexión. Se centra en el valor del dinero y en tener que reservar con tres meses cuando, como dice uno de los personajes de la novela, es un arte de usar y cagar. P. Internet también recibe. ?Los mediocres y los indolentes siempre esperan su absolución por medio de la técnica: a veces la consiguen y lo llamamos progreso?, dice. R. Decir que gracias a Internet la erudición y las jerarquías intelectuales han desaparecido supone creer que alguien que dedica su vida a estudiar a Heródoto lo que quiere es tener en su cabeza todo lo que tiene la Wikipedia. La idea de la transformación que el saber produce en la persona y de que el saber no es una mera acumulación de noticias no se les pasa por la cabeza a los que piensan así. También la Enciclopedia Británica tenía más datos que cualquier ser humano y comprarla no nos hacía sabios. El acceso a Internet, tampoco. (?)P. ¿Por qué el humor se considera un género secundario pese a que la tradición española está llena de obras humorísticas? R. Voltaire le dijo a Madame du Châtelet que aprendiera inglés para leer a Shakespeare, que no era un autor bueno pero tenía trozos aprovechables. Luego le dijo que se pusiera con el español para leer el Quijote y ella se negó diciendo que nunca aprendería una lengua cuya obra principal es una farsa. Siempre ha habido ese desprestigio intuitivo por el humor. Cuando te dicen de un autor que es lúcido y penetrante, siempre se piensa en un autor dramático e incluso melodramático. Si dices que uno de los grandes humoristas del siglo XX es Samuel Beckett, la gente se queda desconcertada porque quiere que Beckett sea una especie de Kafka de segunda edición, y eso que Kafka tiene su humor. En el fondo, lo trágico es el humor, quejarse de lo trágico es redundante. P. ¿El placer está mal visto? R. Leer por placer, sí. La gente se compra novelas como para terminar el bachillerato: este libro te explica China; el otro, la Segunda Guerra Mundial. Me gustaría que mis novelas las leyera gente con el bachillerato ya acabado. Que se informara en otra parte y a la novela fuera para disfrutar literariamente. (?)P. Lo habitual cuando a un filósofo le interesa tanto la literatura es que se dedique a la estética más que a la ética. No ha sido su caso. R. Porque me gusta la narración. Nunca me he tomado la literatura como materia para el experimento verbal. Lo que me gusta es la historia que se cuenta. Tengo un hermano pintor y siempre me ha reprochado mi escasa pasión por la estética. Me interesan las cosas relacionadas con la ética, el derecho y las obligaciones, el bien, el mal, lo justo y lo injusto. P. ¿Más que la literatura de ideas? R. Es que las ideas que me interesan son esas. Para quien no está acostumbrado a leer filosofía o para quien solo está interesado en la filosofía, las ideas disfrazadas de literatura son estupendas. Yo también disfruto con Thomas Mann, pero no solo busco eso, porque filosofía he leído siempre a diario. No necesito que un señor me la venda en forma de novela.



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2 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Libros por encargo ¿un boom?

betsellers Desde libros por encargo hasta simples sugerencias, en estos momentos en que la industria editorial está en colapso debido a la crisis económica en España, no hay editor que resista la tentación. Esta extensa nota de Nuria Azancot en El Cultural  toca el tema bajo el título ?Un bestseller me manda hacer?? Dice la nota:

Jorge Prado, responsable de la distribuidora y red de librerías SGEL lo sabe bien: hoy lo que funciona son las novelas negras y los bestsellers. ?Y cuando a una editorial tan grande como Planeta, por ejemplo, no le cuadran las cuentas a final de temporada, como pasó en 2011, adelanta unos meses las novedades que sabe que van a funcionar (Ruiz Zafón, Pilar Urbano, Punset) y que a menudo son libros de encargo o contratados antes incluso de que los autores se hayan puesto a escribirlos. Es una estrategia que no falla jamás?. Porque de estrategias hablamos. De estrategias y de que más del 50 por ciento de las novedades de autores españoles que hoy brillan en las librerías son fruto de encargos, mientras que distribuidores y libreros aconsejan con éxito a los editores ?que un título con poco tirón duerma en sus almacenes un puñado de meses, o qué libro conviene anticipar, aprovechando el tirón del último libro de moda?, destaca Prado. Quien lo probó, lo sabe: el letraherido se encuentra cada semana en su librería con títulos casi idénticos. Los editores están en su derecho: tratan de atraer al lector con novedades sobre esos asuntos que ahora parecen interesar más. En el campo de ficción, la novela histórica vive un momento de esplendor sólo comparable al de la novela negra, y en el del ensayo, los temas científicos relacionados con el cerebro o la teoría de las cuerdas, los neutrinos, los alimentos naturales, la autoayuda, e históricos sobre la guerra civil, la II República, la II Guerra Mundial o el 15M se multiplican como clones. Mención aparte merecen los premios, que cada año apuestan menos por lo nuevo. (?) ¿La causa? Para escritoras como Ángela Vallvey, es la recesión económica y que los editores están deseando vender, aunque se corra el riesgo de que la edición ?una parte de ella, al menos, destaca, se vea sustituida por el márketing: ofrecer sólo lo que el consumidor desea, aunque sus deseos dejen mucho que desear desde el punto de vista de la ?alta cultura?. El low cost puede llegar a la edición, y acabar con su excelencia?. (?) Fernando Savater, autor de culto, perro viejo y sincero, lo reconoce sin ambages: lo del encargo es cuento viejo? su Ética para Amador, que ahora cumple veinte años, surgió de la petición de una amiga, profesora de instituto en Barcelona, y El valor de educar se lo encargó un sindicato de enseñantes latinoamericano. Galardonado con el último premio Primavera, dotado con 200.000 euros, por Los invitados de la princesa, confirma su honestidad confesando que aunque no sabe de encargos actuales?, puede repetir ?lo que decía Isaiah Berlin: ?Yo soy como los taxis, solo me pongo en funcionamiento cuando me llaman?. (?)  Sea como fuera, la mayor parte de los editores consultados (Anagrama, Lumen, Siruela, Ariel, Destino, Alianza, Maeva, Salamandra, El Aleph?) niegan la mayor, pero los encargos existen y cada vez son más comunes. Así, algunos grupos editoriales han llegado a organizar seminarios de varios días para que sus editores estudiasen las claves de éxitos comerciales como La catedral del mar, de Ildefonso Falcones. Meses después, inundaban las librerías con decenas de copias de este título, como ocurrió con El Código da Vinci de Dan Brown o con el 15 M y los indignados). La II República y sus mil revisiones, los testimonios del último homosexual o del penúltimo niño que sobrevivió o no al holocausto copan las estanterías. Y el hundimiento del Titanic, Drácula? (?) Hay quien, como Isaac Rosa, premio José Manuel Lara, confiesa que suele ?funcionar mejor cuando me piden algo (un artículo sobre un tema concreto, por ejemplo) que cuando me abandono a mi inspiración y ganas?. Porque, insiste, un encargo ?puede ser un buen estímulo, no tiene por qué coartar la libertad del autor, que siempre puede rechazarlo. Pero no sólo los editores (que de libros algo saben, reconozcámoslo) deberían encargar. ¿Qué tal si un grupo de lectores, de forma más o menos organizada, se dirigiese a un autor y le encargase que escribiese de tal o cual asunto?? En cambio Laura Gallego o José Carlos Llop no admiten encargo alguno. El escritor mallorquín, por ejemplo, asegura que siempre ha escrito ?por necesidad, gusto o riesgo de escribir y lo mismo ha ocurrido con los asuntos que tratan o su estilo, que -si Buffon no se equivoca- debo de ser yo. Por un lado siempre he trabajado con editores literarios -no comerciales- y por otro, no debo resultar muy rentable porque nunca me han hecho sugerencias de este tipo?. Por razones muy distintas, Laura Gallego, la Rowling española, asegura no conocer el tema de los encargos porque tiene la suerte de haber escrito siempre lo que ha querido. También 451 Editores puso de moda la revisión de clásicos como el Cid o Frankenstein, a partir de relatos de nueva planta escritos por autores españoles. El creador de la idea, mil veces plagiada, Fernando Marías, reconoce haber diseñado ?ya bastantes libros (Hijos de Mary Shelley es el proyecto último y más potente de todos ellos)?. Y dice más. Que ha encargado muchos relatos, dando pie a los autores para que ellos vayan luego por donde quieran. Y que ?en el volumen II de la colección, por ejemplo, que sale en mayo (Shukran. Espectros, zombis y otros enamorados) he pedido a más de veinte autores que escriban una historia de amor protagonizada por fantasmas o zombis. Pues bien, los relatos de, por ejemplo, Jon Bilbao, Irene Gracia, Vicente Molina Foix o Luisgé Martín son verdaderamente buenos. Creo que dar un pie a un autor y luego dejarlo libre genera mucha calidad (o puede hacerlo).? En un segundo nivel hay editoriales como Lumen, que se ocupan principalmente de ficción, y en la que no abundan los encargos. ?Lo que sí hacemos -explica Silvia Querini, su editora- es animar a un autor a que convierta un cuento en una novela porque vemos que el material lo permite. De todas formas, no solemos dar por bueno un proyecto encargado hasta tener una sinopsis muy detallada del texto y unas páginas que nos sirvan para apreciar en vivo y en directo el tono de escritura de un autor?. Eso sí, a veces ha sugerido ?a ciertos autores? que se ocuparan de la biografía de un novelista o de un actor ?porque intuíamos que había complicidad entre quien escribía y la persona retratada?. Y una nota inesperada: los mejores encargos -destaca Querini- ?nacen a menudo de forma casual, alrededor de una mesa de café. A veces una buena copa de rioja compartida da mejores resultados que una avalancha de emails.Otros editores, como Emili Rosales, de Destino, describen su trabajo como el de un catalizador entre los distintos autores, como en el caso de Nosotros los indignados, mientras que Ofelia Grande, de Siruela, asegura que jamás ha realizado encargo alguno, más bien al contrario, siempre ha preferido que el autor de turno, por bestesellero que sea, ?escriba a su ritmo, sin presiones ni condicionantes, y con total libertad?. Tampoco encargan nada, o muy poco, editoriales como Anagrama, aunque hayan aceptado ?propuestas a partir de una sinopsis?, como Jorge Herralde, que si reconoce haber recomendado a un autor seguir una línea determinada. Es el caso, por ejemplo, del último libro de Marta Sanz: ?Después de Black, black, black -explica Herralde- le dije que sería una pena abandonar al detective gay Arturo Zarco, pensaba que tenía mucho potencial y Marta también había pensado lo mismo: el resultado es Un buen detective no se casa jamás?.



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1 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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"El gran enigma es la persona que está más cerca de ti"

Juan Villoro. Foto: Carles Ribas. ?Su narración es la de una dolorosa vigilia y los sueños probables? dice J. Ernesto Ayala Dip en la reseña que hace en ?Babelia? de Arrecife, la última novela de Juan Villoro, publicada por Anagrama. Referencias a Chandles y a Ballard hacen más apetecible el platillo. En el mismo ?Babelia? Amelia Castilla entrevista a Juan Villoro respecto a su último libro. Dice:

En el origen de los relatos de Juan Villoro (México, 1956) suele ocultarse una imagen o un sueño detenido. En Arrecife (Anagrama), el núcleo argumental básico se corresponde con una postal paradisiaca, en un hotel de descanso en el Caribe, como hay tantos en México, pero en el lateral, una situación, que no se identifica si es de juego o de violencia, altera el paisaje. Esa arista perturbadora tiene que ver con la búsqueda de emociones fuertes y el contexto de violencia en que se mueve México, con cuerpos que aparecen decapitados en lugares imprevistos, como Acapulco, antaño edén turístico. ?Me gustó poner en tensión ambas cosas. El narco y los clientes de un resort ansiosos de peligros controlados?, cuenta Juan Villoro, en su piso del Eixample barcelonés, decorado en un estilo minimalista, con los muebles justos y espacio para moverse. El escritor, uno de los autores de culto de su país, acaba de regresar de México. Vive entre los dos continentes. Ha gestionado la entrevista por su cuenta, sin agentes ni editores de por medio. Sobre la mesa de la cocina reposa el ordenador encendido. Escribe por las mañanas, en lo que denomina un horario bancario, regado con café. En un rato, saldrá para la Universidad Pompeu Fabra, donde imparte clases de literatura. (?) En el argumento de Arrecife, un músico retirado funda un resort en Kukulcán con extraños programas de entretenimiento: un paraíso que incluye ciertas dosis de crueldad. No es casual que la novela transcurra en el lugar de los antiguos mayas, una zona de esplendor religioso y gastronómico, donde solo quedan los mayas diminutos que sirven cócteles en los bares. El fondo y la atmósfera de la novela tienen que ver con esa coreografía de la violencia, pero otra de las lecturas posibles de Arrecife se relaciona con la progresión de la contracultura. Frente a los que sostienen que todas las puertas que se abrieron en los sesenta encontraron una clausura apocalíptica o dramática en la realidad ?la revolución sexual se truncó con el sida, la búsqueda de rebeldía acabó en la crisis de las ideologías, los paraísos artificiales de la droga en el narcotráfico?, Villoro defiende que los grandes anhelos de esos años no fracasaron del todo: ?La contracultura ha encontrado formas de realizarse en otros ámbitos, como la realidad virtual y las nuevas tecnologías. Silicon Valley está lleno de hippies que pasaron del éxtasis del LSD al digital, encontraron visiones sustitutas?, cuenta. Quizás por eso, los protagonistas de su novela son precisamente dos músicos de esa generación, marcados por las secuelas de las drogas: ?Pasé la primera parte de mi vida tratando de despertarme, la segunda tratando de dormir, me pregunto si habrá una tercera parte?, cuenta el narrador en el arranque de la novela. La obra transcurre justamente en ese tercer acto de la vida de las personas en el que, sin llegar a sentir la vejez, se enfrentan a los desafíos de las últimas oportunidades. Arrecife es también una novela sobre la amistad y el amor. ?Es difícil encontrar temas más interesantes que la familia y los amigos. El gran enigma es la persona que está más cerca de ti?. Tony (Antonio Góngora), un trasunto con todas las consecuencias del bajista Jaco Pastorius ??heredó sus problemas pero no su talento??, un adicto a la adicción, que sueña con medirse con su homólogo en la Weather Report, pone también la banda sonora. Ha perdido parte de la memoria, como consecuencia del abuso de estupefacientes, pero a lo largo del relato va recuperando recuerdos. Y su memoria llega de la mano de su íntimo amigo Mario Müller, cantante de Los Extraditables, el grupo de rock en el que ambos militaban y que fracasó. La amistad de ambos está hecha de afecto, pero también de heridas y deudas, relacionadas con la adolescencia, de lo que uno ha hecho por otro. ?Una ayuda demasiado grande puede ser un motivo de irritación?, cuenta el autor. Müller decide encarnar los sueños de transformación de la realidad en un proyecto turístico, una ciudadela de la redención donde juega a ser el alcalde mágico. ?Müller se divierte con lo que siempre ha jugado el rock, la noción de peligro, esa frontera entre el placer y el daño. Por eso se le ocurren programas recreativos con una coreografía delictiva, como que te secuestre la guerrilla. Muchos europeos y norteamericanos buscan en el Tercer Mundo ese tipo de excesos. Vivir una revolución, pero por un fin de semana, o entrar en contacto con una emoción y luego volver a tu vida de bienestar?. (?) ?Soy un autor bastante disperso, me demoro mucho redactando ?Arrecife ha tardado ocho años?, pero hago muchas otras cosas alimentarias como el periodismo o la crónica?. Tomó la decisión ?precipitada? de dedicarse a la escritura y para sobrevivir se ve obligado a comportarse como un mayorista. ?Se trata de una solución que me conviene, no soportaría estar en una oficina?. El periodismo, dice, le permite la posibilidad de salir de su casa. Si la tragedia de un hombre comienza cuando no puede estar solo en su habitación, ese es su drama. La situación de arresto domiciliario a que te condena la escritura de una novela le resulta una idea tediosa, especialmente para alguien que se define como fisgón y entrometido. ?Me gusta averiguar cosas que solo puedes entender en el lugar de los hechos. Soy amigo del periodista Jon Lee Anderson, que en un año cruza el Atlántico veinte veces, pero yo no podría. Él lo que hace es cambiar de miedos cruzando fronteras, pero mi vocación de salir al mundo es limitada, mis odiseas acaban en 24 horas?. (?) ?La literatura es una forma del misterio, cuando uno escribe aclara el mundo a través de un libro, pero la gran paradoja de una narrativa es que lo aclara de una manera que no es unívoca, mantiene varias lecturas y hay un fondo de secreto. Me preocuparía que el marco sociológico fuera muy invasivo?. (?) Villoro pertenece a esa clase de narradores muy vinculados y en un sentido muy amplio a su país. Admira mucho a escritores como Graham Greene, que viajan por Vietnam o Cuba y escriben novelas convincentes de esos países, pero sus obras poseen un anclaje básico en sus circunstancias. ?Si pensamos en Philip Roth, su literatura tiene que ver con Nueva Inglaterra y la comunidad judía; Dostoievski estaba anclado en Rusia, lo interesante es que en estos autores tenemos el extraño milagro de la universalización de la experiencia, lo que le ocurre a un chico judío de Nueva Jersey se convierte en nuestro problema?, añade.



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1 de abril de 2012
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