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Escrito por

Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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Los cómicos y las elecciones en Estados Unidos

Hoy vi a Bill Maher en Ithaca. Hacía mucho que no me reía tanto: Maher es, junto a Jon Stewart, Stephen Colbert, Tina Fey y Dave Letterman, uno de esos cómicos políticamente incorrectos que ha sido capaz de decir cosas de los republicanos que los periodistas serios no se han animado a decir. Cuando los republicanos compararon a Obama con Britney Spears porque era muy "popular" y llenaba estadios, Maher dijo, en su show en HBO, que los republicanos también tenían políticos que llenaban estadios, "por ejemplo Bush el Astrodome de Nueva Orleans, después de Katrina".

Cuando escuchaba a Maher monologar sobre Sarah Palin -"y yo que pensé que el retardado de la familia era su hijo"--, me dije: ¿en qué momento las elecciones presidenciales norteamericanas se convirtieron en una parodia de sí mismas? Ha tenido que ser cuando McCain decidió que la gobernadora de Alaska sería su candidata a la vicepresidencia. Uno escucha su entrevista con Katie Couric --¿su experiencia en política internacional? "Puedo ver Rusia desde mi casa"- y concluye que Palin se lo ha hecho demasiado fácil a los cómicos. De hecho, como señala Andrew Sullivan, la parodia de Saturday Night Live a la entrevista se da el lujo de mantener buena parte de las frases de Palin tal cual fueron pronunciadas.

Ahora todos se burlan de Bush y los republicanos. Pero hubo un momento, entre el 2002 y el 2005, que ni en el New York Times se atrevían mucho a criticarlos, por miedo a ser calificados de "antipatriotas". Esos años nefastos, las críticas más ácidas a Bush las escuché en los shows de Jon Stewart y Bill Maher. Por eso, hoy, sentí que no podía perderme el show de Maher. Era una forma de agradecerle por haber estado ahí, por haber mantenido su irreverencia, por no haberse callado la boca cuando ésa era la actitud general ante el poder de un partido que predicaba "honor", "patriotismo" y "valores familiares" al mismo tiempo que en la práctica hacía lo contrario.

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29 de septiembre de 2008
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Crónica de las dos Bolivias (II)

Los errores de la oposición

Ante la indiferencia gubernamental a sus pedidos, a fines del 2007 y en la primera mitad del 2008, la "media luna" decidió desafiar a Evo dotándose de referendos para la aprobación de sus estatutos autonómicos. Estos referendos eran anticonstitucionales, y podían leerse como una demostración de fuerza de las regiones: con el fait accompli, Evo se vería obligado a incluir la autonomía en su proyecto de Constitución.

En plena ofensiva de las regiones articuladas en torno al CONALDE, la oposición, que controla el Senado en el Congreso, cometió un grave error estratégico: aprobó una ley para un referendo revocatorio para los cargos de presidente y los prefectos departamentales. En teoría, se trataba de desafiar a Evo a someter su mandato a votación: si los que votaban en su contra eran más del 53% con que había llegado al poder, Evo debía dejar su cargo. En la práctica, era una demostración de la falta de liderazgo unificado de la oposición: los partidos opositores tradicionales, entre los que se encuentra PODEMOS del ex-presidente Jorge Quiroga, intentaron, con la aprobación del revocatorio, mostrar que todavía tenían voz en la lucha contra Evo; así, forzaban que la discusión en torno a las autonomías se desplazara de las regiones a la capital. Evo aceptó el envite, ganó con el 67% de apoyo, y la oposición salió debilitada: dos de los prefectos opositores a Evo, el de La Paz y el de Cochabamba, fueron revocados.   

Hubo un momento en que en Bolivia había seis prefectos opositores a Evo. Después del revocatorio, quedaron cuatro. Con el confinamiento del prefecto de Pando, han quedado tres. Desde ese punto de vista, la aplanadora gubernamental ha sido muy efectiva. Los líderes de la "media luna", desarticulados, debaten el camino a seguir: en los medios, han quedado como preocupados por sus intereses personales y regionales y no por los de la nación. También se han visto sobrepasados por sus bases (el CONALDE había instruido originalmente el bloqueo de carreteras como forma de protesta; la toma de las instituciones gubernamentales, los actos de vandalismo, fueron acciones espontáneas de grupos radicales). Por último, no parece que tuvieran una estrategia a largo plazo: si lo único que quieren es la autonomía, todavía no han dado detalles para convencer al país de cómo entroncan sus deseos regionales con un proyecto de configuración nacional. No debería ser difícil: los que sueñan con la secesión son más que antes, pero la inmensa mayoría en la "media luna" se siente boliviana porque, como dice el conocido analista político cruceño Carlos Valverde, "le da la gana". Y no hay mejor razón para pertenecer a un país que, simplemente, tener las ganas de hacerlo.

¿Y ahora qué?

Hace algunos años, el vicepresidente García Linera aventuró la teoría de que en Bolivia se daba un "empate catastrófico" entre las fuerzas del pueblo y las de la oligarquía. El triunfo claro del MAS en las elecciones del 2005 fue visto por los intelectuales de la izquierda y los movimientos sociales como el momento del desempate: el fin del Estado neoliberal y la llegada de un nuevo Estado de corte indígeno-populista.

Se trata de una teoría muy esquemática: ni el MAS tiene el monopolio del "pueblo" ni la oposición es sólo un grupo de familias de la oligarquía interesado en mantener sus privilegios. Sin embargo, es útil para entender las grandes tendencias actuales en Bolivia. Con casi tres años de gobierno, Evo, pese a su enorme capital político y a sus logros -la nacionalización del petróleo, la inclusión política de sectores tradicionalmente excluidos- no ha podido conseguir la hegemonía con la que sueña el MAS: su proyecto de Constitución, que contempla la reelección del presidente, todavía no ha sido convertido en ley; pese a la debilidad de la oposición, su rechazo a la autonomía tampoco ya es viable. El equilibrio de fuerzas se ha volcado hacia su lado, pero no lo suficiente para que se haya producido un verdadero desempate.

El desafío de Evo y los teóricos del MAS es consolidar sin violencia un nuevo Estado incluyente, capaz de abarcar no sólo a Occidente sino también la "media luna"; ni Lula ni los otros líderes sudamericanos, a excepción de Chavez, quieren una resolución violenta del conflicto. El desafío del CONALDE es pensar en las regiones sin dejar de pensar en el país. Sólo así se podrá lograr que las dos Bolivias se reconcilien y vuelvan a ser sólo una.    

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26 de septiembre de 2008
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Crónica de las dos Bolivias (I)

     Hace dos semanas, el conflicto entre el gobierno central y las regiones autonomistas de la "media luna" explotó cuando grupos opositores a Evo salieron a las calles en cinco de los nueve departamentos del país y tomaron instituciones públicas del gobierno. Las medidas de protesta derivaron pronto en actos vandálicos, una contraofensiva de los movimientos sociales afines al MAS, y un choque sangriento en Pando que se saldó con una masacre: dieciocho muertos (dieciseis campesinos pro-Evo y dos autonomistas). Cuando la crisis parecía escaparse del control del gobierno, lo ocurrido en Pando obligó a un respiro, que terminó con un Evo reforzado, pues no sólo recibió el respaldo contundente de UNASUR en  Santiago, sino que logró hacerse con la cabeza de uno de sus principales opositores: el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, ahora en una cárcel de La Paz debido a su desacato al estado de sitio impuesto en el departamento rebelde.

     El enfrentamiento entre Evo y las regiones autonomistas es de larga data, y si bien una de las principales recomendaciones de UNASUR ha sido la necesidad del diálogo entre las partes, lo cierto es que lo que ha habido a lo largo de estos años ha sido exceso de diálogo; lo que no existe es la voluntad política para encontrar consensos. Mientras no exista esa voluntad, seguirán funcionando las dos Bolivias de hoy, cada vez más recelosa una de la otra, y se irá consolidando la ruptura. Evo puede vanagloriarse de haber salido indemne de la crisis, pero si no encuentra soluciones de fondo a las demandas regionales, lo suyo será una victoria de corto plazo.

El origen de la crisis

   ¿Cómo comenzó todo esto? En la historia más inmediata, con el referendo autonómico del 2 de julio del 2006. En ese referendo, cuatro de los nueve departamentos -Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando- votaron a favor de un modelo autonómico de gestión. Por supuesto, era imposible que Bolivia funcionara con dos sistemas: un gobierno centralizado para los cinco departamentos que le habían dicho no a la autonomía, y uno descentralizado para la "media luna". Sin embargo, como el referendo era vinculante a nivel departamental, el gobierno de Evo tenía la responsabilidad de buscar una forma de implementar las autonomías a nivel nacional, aunque sea en una versión moderada. Pero fue pasando el tiempo, y las señales del Palacio Quemado eran inequívocas: Evo no tenía ningún interés en refrendar los deseos autonómicos de la "media luna". El estallido de violencia parte de la impotencia ante un gobierno cerrado a las propuestas de la oposición.

   En la historia de largo aliento, la llegada de Evo al poder vino a representar el fin de lo que en Bolivia se llamó la "democracia pactada": el período que va desde 1982 hasta el 2005, en el que los partidos tradicionales, tanto de izquierda como de derecha, pactaban entre sí para garantizar la "gobernabilidad" del país. La estabilidad política tuvo como consecuencia la aceptación  del modelo neoliberal. La aparición en escena de Evo y el MAS significó la resurgencia de la izquierda y con ello el retorno de la lucha ideológica. Con Evo en el poder, apoyado simbólica y económicamente por Hugo Chavez desde Venezuela y en directo choque con los Estados Unidos, comenzó el paulatino desmoronamiento del modelo neoliberal, y el retorno a una economía estatista y a un Estado centralizador.

     El 2 de julio del 2006 también hubo un referendo que aprobó la instalación de una Asamblea Constituyente para "refundar el país". Evo, entonces, desechó los pedidos regionales y apostó por una nueva Constitución etno-populista, que reconoce el derecho de las comunidades "originarias" a hacer justicia por su cuenta -implementando en la práctica dos diferentes tipos de leyes en el país-- y con un fuerte ataque a los grandes propietarios de tierra (que se concentran en Santa Cruz). No había que pactar con la Bolivia que no se reconocía en esa Constitución indigenista; gracias al enorme capital político de Evo, la Bolivia pobre, la plebeya, la andina, sentía que le había llegado la hora.

Los errores de Evo

     En noviembre del 2007, el gobierno aprobó la redistribución del IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos) para financiar la recién creada renta Dignidad, que favorecería a las personas mayores de 60 años. Esa redistribución afectó directamente a los departamentos, pues en los hechos significó un recorte del 60% en los ingresos anuales; los más afectados fueron los departamentos de la "media luna". El desdén hacia las demandas autonómicas, junto al recorte del IDH, fue una declaración de guerra de Evo a la "media luna". No ayudaba para nada el intento de imponer a la fuerza una Constitución que carecía de consenso nacional. Los Comités Cívicos de seis departamentos, agrupados en torno al CONALDE (Consejo Nacional Democrático), anunciaron una "resistencia civil movilizada".

     El error más serio de Evo fue pensar que hoy, en Bolivia, se puede plantear un modelo de nación que no incluya las demandas de departamentos no andinos como Santa Cruz o Tarija. Santa Cruz no sólo produce más del 30% del PBI de Bolivia; es también, gracias a su dinámica economía, uno de los departamentos más populosos, el destino favorito de la migración interna en el país. Tarija cuenta con casi el 90% de las reservas de gas en el país. Es cierto que hay graves problemas en la distribución de la tierra en Santa Cruz, y que es necesaria una nueva reforma agraria; esto, sin embargo, debería manejarlo el gobierno con más tino político, para evitar la sensación de que todos sus ataques son contra Santa Cruz y sólo buscan descabezar a la oposición.

     Santa Cruz y Tarija, junto a Pando y Beni, más una Sucre que, por errores del gobierno, se ha pasado a la oposición, conforman una extensa región del país. Así, se produce una curiosa paradoja: Evo tiene los números a su favor, pero no controla dos tercios del territorio nacional.  

(Qué Pasa, 20 de septiembre 2008)

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25 de septiembre de 2008
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"¡Dejen de molestar, bolivianos!"

Hacia 1987, estudiaba Relaciones Internacionales en la universidad del Salvador, en Buenos Aires. Tenía un departamento en Paraguay al 2900 y me había vuelto hincha del Boca Junior gracias a que esos años jugaba allí un compatriota, Milton "Maravilla" Melgar. En los restaurantes, los mozos se alegraban cuando les decía que era boliviano; todos parecían ser hinchas de Boca y me decían, "qué grande es Melgar". También me decían, en un tono entre sorprendido y cómplice: "¿Boliviano? Si no parecés!" Me daba cuenta que lo decían como un elogio, que querían que les agradeciera el comentario.

El invierno de ese año, mi hermano Marcelo vino a visitarme. Daba la casualidad que el primer domingo de su estadía se jugaba el clásico Boca-River en la Bombonera. Conseguí entradas, le dije a Marcelo que sería un espectáculo inolvidable. Exageraba mi entusiasmo, pero al final tuve razón: más de veinte años después, todavía recuerdo esa tarde soleada de julio, pero por razones diferentes a las que hubiera querido.

Nos tocó sentarnos detrás de la "barra brava". Estábamos parados, disfrutando del colorido de las tribunas, de los cánticos insultantes con que las hinchadas de Boca y River se enfrentaban. Salieron los equipos a la cancha, ví a Melgar y me emocioné. Siguieron los cánticos. Parecía una competencia para ver cuál hinchada era más creativa en la ofensa; un estribillo ingenioso era respondido por otro estribillo aun más creativo.

De pronto, la hinchada de River comenzó a corear: "¡Bolivianos, bolivianos, bolivianos!" La reacción de los hinchas de Boca en torno nuestro me impactó; decían cosas del tipo: "Nos jodieron estos gallinas. Y ahora, ¿cómo les respondemos?" No, no había forma. Para los hinchas de Boca, el peor insulto que se les podía decir era "bolivianos". Por suerte, mi hermano no entendió lo que pasaba; cuando me preguntó por qué los gritos de "bolivianos", le dije, procurando disimular mi rabia, que era la forma en que la hinchada de River reconocía el talento de Melgar.

Pasan las décadas y compruebo que algunas cosas no cambian. El pasado domingo, en Jujuy, en un partido del fútbol argentino entre Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima, el árbitro Saúl Leverni anuló mal un gol de los locales. Ante la protesta de los jugadores, el árbitro les dijo "dejen de molestar, bolivianos". El presidente de Gimnasia, Raúl Ulloa, dijo que renunciaría porque no aceptaba ser insultado así. Dijo estar cansado del racismo y la discriminación de los porteños.

Esta vez, sobran las palabras. 

 

 

 

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23 de septiembre de 2008
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La hora de J. G. Ballard

Ha llegado, por fin, la hora de descubrir a J. G. Ballard en España y América Latina. Este escritor inglés fundamental para entender nuestro tiempo fue publicado antes, pero pasó desapercibido; con suerte, se lo conocía como el autor de una novela adaptada al cine por Spielberg (El imperio del sol), y de otra adaptada por Cronemberg (Crash). Este mes, Mondadori ha tomado la iniciativa de reeditar en España El imperio del sol al mismo tiempo que La bondad de las mujeres, la novela que continúa la historia, y Milagros de vida, su autobiografía recientemente publicada en Inglaterra. A eso se suma la publicación por la editorial Berenice de Fiebre de guerra (1990), un libro de cuentos indispensable, y Autopsia de un nuevo milenio, la exposición sobre su obra organizada por Jordi Costa en Barcelona.

Milagros de vida nos da algunas claves para entender las fuentes de la inquietante literatura de Ballard. Este hijo de ingleses expatriados nació en 1930 en Shanghai, un "lugar mágico, una fantasía autogenerada que dejaba atrás a mi propia imaginación". En esa ciudad "90% china y 100% norteamericanizada", en la que se podían ver cosas extravagantes como cincuenta jorobados como guardia de honor para la premiere de El jorobado de Notre Dame, Ballard tuvo una infancia feliz. Ni la invasión japonesa de 1937, ni la llegada de la segunda guerra mundial y su posterior confinamiento en el Campo Lunghua (1943-45), alteraron esa felicidad. El niño ve a soldados japoneses asesinar a chinos pobres a sangre fría, sufre hambre y enfermedades durante su confinamiento, pero Lunghua nunca deja de ser, sobre todo, "una prisión donde encontré la libertad".

A su regreso a Inglaterra, Ballard se encontró en un país desmoralizado, que vivía como si hubiera perdido la guerra. Extrañaba Shanghai y vivía en Inglaterra como si fuera un extranjero. No entendía los códigos de clase, y Cambridge le parecía un lugar para gente pedante. Durante esos años, descubre las dos grandes fuentes que van a alimentar su imaginación distópica: Freud y el surrealismo. Su otra gran influencia son los dos años pasados en Cambridge (1949-51) estudiando anatomía. Diseccionar cadáveres se convertirá en una metáfora de su proyecto narrativo: "diseccionar la patología profunda de lo que había visto en Shanghai y después en la post-guerra, de la amenaza de la guerra nuclear al asesinato de Kennedy".

Pese a que Ballard admiraba a los modernistas (Joyce, Hemingway, Kafka), terminó aburrido por el tipo de literatura "seria" que se escribía en la Inglaterra de los años cincuenta. De manera accidental, descubre la ciencia ficción, y, fascinado por su "vitalidad y originalidad", se dedica a ella. Esos años, la ciencia ficción estaba sobre todo obsesionada por viajes interestelares y encuentros cercanos con seres de otros planetas, pero lo que Ballard quería era explorar el "espacio interior" del hombre enfrentado a "la sociedad de consumo, el paisaje de la televisión y la carrera armamentista". La ciencia ficción podía acercarse más a la realidad que "la convencional novela realista del período".

Buena parte del libro está dedicada a la vida doméstica de Ballard. Aprendemos de su casamiento con Mary Matthews, del nacimiento de sus tres hijos, de la sorpresiva muerte de Mary debido a una pulmonía, de cómo tuvo que criar a sus tres hijos solo, de su posterior relación con Claire Walsh. Para este enfant terrible, su vida familiar es lo más importante; todo lo demás, incluso la literatura, pasa a un segundo plano.

Milagros de vida gana en la revelación honesta de la intimidad del escritor, pero pierde fuerza como literatura. La última sección del libro se torna fragmentaria, como si Ballard admitiera que, para su imaginación, los años clave hubieran sido los de la infancia y la adolescencia en Shanghai. Al final, sin embargo, nos espera un mazazo emocional: Ballard ha escrito este libro, quizás el último, luego de ser diagnosticado con un cáncer terminal. Pasa la vida; para los lectores queda, por suerte, la obra.

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22 de septiembre de 2008
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Robert Harris, El poder en la sombra

   El lugar del escritor inglés Robert Harris como uno de los maestros contemporáneos del "thriller literario inteligente" (las palabras son del Times de Londres) está tan asegurado que una cita en una de las solapas interiores de su nueva novela, El poder en la sombra (Grijalbo), no pertenece a un crítico literario sino a una de las personalidades más importantes de nuestro tiempo: Nelson Mandela. "Un autor que maneja el suspense como un Alfred Hitchcock literario", escribe el premio Nobel sudafricano. Tal como están las cosas, no es difícil imaginar la próxima novela de Ruiz Zafón con una frase de Sarkozy en la cubierta. Los críticos literarios se han devaluado tanto que una muestra de la importancia de un autor parece ser hoy su capacidad de prescindir de ellos.
   
Lo cierto es que Harris ha escrito obras maestras del género. Enigma es una muy buena novela para el verano o un largo viaje en avión; Patria, sobre una posible victoria nazi en la segunda guerra mundial, es incluso algo más: una de las mejores obras que se han escrito sobre historia alternativa (Patria sobrevive a la comparación con Philip Dick y su El hombre en el castillo, y es superior a Philip Roth en La conjura contra América). ¿Dónde, entonces, situar El poder en la sombra? No entre las mejores novelas de Harris, pero tampoco en su lista de libros flojos (Imperium). Digamos: una entretenida medianía.
 
   Los últimos diez años ha surgido un subgénero en la ficción anglosajona: la narrativa del once de septiembre. Este tipo de novelas pertenece a una categoría más amplia que podría llamarse "ficción sobre la guerra contra el terror". Aquí se encuentran novelas como las de Ian McEwan (Sábado) y Harris. El poder en la sombra trata de las peripecias de Adam Lang, un ex primer ministro inglés muy parecido a Tony Blair, en su lucha por librarse de la justicia internacional, y de los intentos del narrador por escribir las memorias del ex primer ministro. El narrador es un "negro", alguien que escribe libros por encargo; ghostwriter, la palabra en inglés para "negro", es mucho más precisa para sugerir la invisibilidad del oficio. The Ghost, el título en inglés de la novela de Harris, recoge esa invisibilidad del narrador. Quizás se debió haber pensado en una traducción al español más creativa del título; El poder en la sombra es el típico título de un thriller clase B de Hollywood. De paso, cada capítulo se inicia con una cita tomada de un manual de escritura para "negros", con lo que la novela reflexiona de manera inteligente sobre el mismo proceso de su construcción ("Un ‘negro' que solo tenga un conocimiento somero del personaje estará en situación de plantear las mismas preguntas que un lector no versado y en consecuencia hará el libro más interesante para un número mayor de lectores").

    Lo mejor de Harris es su capacidad para minar los titulares políticos de los periódicos de los últimos años para inventarse una ficción verosímil en buena parte de sus páginas, acerca de la posibilidad de que debido a las ilegalidades cometidas para justificar la guerra en Irak, el ex primer ministro inglés termine siendo acusado como un criminal de guerra. Lang aparece retratado como un actor de primera -el tono anaranjado de su piel se debe al maquillaje--, a quien le interesa más el éxito de su papel que el bien común de Inglaterra; para describirlos a él y su esposa, hay que pensar en el título de una novela de Graham Greene, El poder y la gloria. El trabajo del narrador como "negro", entonces, es humanizar a Lang, hacer que los lectores se conmuevan con su historia de sacrificios, la forma en que su impuso a la adversidad para llegar a ser lo que es; el narrador fracasa, porque lo que queda del libro es una crítica despiadada a la alianza de Inglaterra con los Estados Unidos en la guerra en Irak, y una mirada sarcástica a la integridad moral del ex primer ministro inglés.
 
   El poder en la sombra se inicia con la muerte en circunstancias sospechosas de McAra, el "negro" original de Lang. Esa muerte permitirá que el narrador se convierta en el nuevo "negro" de Lang. El narrador tratará de descubrir el lado oscuro del pasado de Lang, aquello que descubrió McAra al escribir su manuscrito y que lo llevó a la muerte. Hay una intriga internacional, una conspiración de alto vuelo en la que se halla involucrada la CIA. El final se deja llevar por la paranoia y no es del todo plausible; sin revelar mucho, baste sugerir que el título de la novela en inglés se presta a una sugerente ambigüedad: ¿quién es ese "fantasma" del entorno de Lang, todo un espía de la CIA enclavado en el corazón del poder inglés?

   Lo saludable de este escritor es que no alberga grandes pretensiones en torno a lo que hace; con un guiño al lector, Robert Harris pone en boca del narrador estas palabras en torno a su trabajo de "negro" que bien pueden aplicarse al propio Harris: "Me veo como el equivalente literario de un experto tornero o de un fino alfarero: hago objetos medianamente interesantes que a la gente le gusta comprar". Pues sí: en materia de muy buena ficción comercial, nada como la verdad.

(Babelia, El País, 20 de septiembre 2008)

 

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19 de septiembre de 2008
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Moleskine

Hace cinco años, en un congreso de nueva narrativa latinoamericana en Sevilla, Iván Thays y Cristina Rivera Garza sorprendieron a los demás asistente hablando de bitácoras (hoy parece que se impuesto la palabra inglesa blog). ¿Y eso con que se comía? Hoy la cosa parece fácil, pero en ese momento, cuando los intelectuales latinoamericanos tendían a ver al internet como un enemigo más de la literatura, se requería una gran capacidad intuitiva para ver las posibilidades del blog como herramienta de comunicación cultural y nuevo género literario.

Hace un par de semanas, en un curso de verano en El Escorial, le dije a Iván que extrañaba una nueva novela suya, pues hacía rato que no lo leía. No había terminado la frase cuando me dí cuenta que estaba equivocado: probablemente, gracias a su blog Moleskine, Iván es el escritor latinoamericano que más he leído estos últimos años. Sé de sus gustos y disgustos, de su capacidad para esconder sus recomendaciones y sus críticas en lo que parece el tono neutral de una agencia de prensa. Gracias a Iván he descubierto a autores raros como el italiano Stuparich y a veces, también, he seguido la pista equivocada (¿cómo le puede gustar Modiano?). El Moleskine me ha permitido estar al tanto de lo que pasa en el mundo literario de América Latina, España, Francia, Inglaterra y, sí, del mismo país en que vivo (Estados Unidos). Iván es siempre generoso y se la pasa dando espacio a escritores jóvenes (en su blog se ha ocupado de los bolivianos Rodrigo Hasbún y Wilmer Urrelo). Varias veces, sobre todo cuando cuelga cinco o seis posts en un mismo día, me he preguntado de dónde saca tiempo.

Todas las mañanas, después del café y unos minutos de CNN, subo a mi escritorio a revisar mis sitios favoritos en internet. Leo varios periódicos de Bolivia, España y Estados Unidos, y leo también cuatro o cinco blogs imprescidibles. Uno de esos es el Moleskine. Los días, las semanas como estas en que Iván no ha estado actualizando su blog, siento que algo le falta a mi mañana. Fascinante cómo lo que hace Iván, solo frente a su computadora en algún lugar de Lima, me es tan o más importante que mi lectura diaria del New York Times o de El País.

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18 de septiembre de 2008
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La mejor canción de The Cure

En 1987, cuando vivía en Buenos Aires, fui a ver un concierto de The Cure. El concierto fue pésimo: la gente arrojaba cosas al escenario y Robert Smith se molestó y cortó todo a los noventa minutos. Ha debido ser el único concierto al que asistí en que no hubo encore. La gente gritaba y The Cure no volvió al escenario. Igual, esos días me la pasé escuchando las canciones de The Cure y llegué a la conclusión de que la mejor era Close To Me. Había algo en el ritmo lánguido de esta canción que me atrapaba.

Después, en 1997, cuando llegué a Berkeley, volví a escuchar a The Cure. Para ese entonces, mi canción favorita era Friday I'm in Love. Me parecía una canción pop perfecta, con una energía, un entusiasmo que contagiaban.

Pasa otra década. ¿Cuál es la canción de este grupo que me gusta más? Just like Heaven. Una canción de 1987. Esta vez, se trata de la letra. Curiosamente, yo que vivo perdido en bosques de palabras, no suelo fijarme en las letras de las canciones en inglés a menos que me lo digan. Pero una vez que lo hacen, la letra se convierte en lo más importante. Y esta canción destila tanta ternura que no la asocio con The Cure. Quizás The Cure cambia cuando se lo escucha siguiendo sus letras, y el grupo es más político o más cínico o más dulce o más o menos algo de lo que yo creía. Quizás deba volver a escuchar todas sus canciones, esta vez siguiendo las letras con cuidado. O quizás no: las disfruto igual.

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17 de septiembre de 2008
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Álvaro Enrigue: Yo somos varios

La familia literaria a la que pertenece Vidas perpendiculares, la nueva novela del escritor mexicano Álvaro Enrigue, es amplia y de alcurnia. Se puede mencionar a Jorge Luis Borges (en especial "Funes el memorioso" y "El inmortal"), el inglés David Mitchell (Ghostwritten) y Mario González Suárez (por el tema de la infancia como terror). La lista podría extenderse, pero basten esos nombres para hablar de la capacidad que tiene la novela de Enrigue para sugerir, para presentarse como un texto capaz de convocar a muchos otros textos. Si la literatura es, sobre todo, el arte de construir un código cifrado sobre la base de otros múltiples códigos cifrados, entonces Enrigue sale más que airoso del desafío que se ha impuesto.

Vidas perpendiculares es la historia de una "monstruosidad". Así como el Funes de Borges es capaz de ahogarse recordándolo todo, el Jerónimo Rodríguez de Enrigue sufre debido a la memoria de sus "sucesivas resucitaciones". Jerónimo ha sido muchos hombres (y mujeres) en otras vidas a lo largo de la historia; de niño, sabe lo que otros de su edad no: "toda la gama de los olores y formas que puede tener una vagina o el agarroso sabor del semen en la boca, el crujido de la espina dorsal cuando se arranca de tajo una cabeza, los límites precisos del dolor humano y lo que se necesita para infligirlo". Sexo y violencia: coordenadas, aquí, de todas las vidas "perpendiculares" de Jerónimo, y por ello imprescindibles para entender la condición humana.

En la contratapa de la novela se sugieren algunas pistas de lectura. Estaríamos frente a una "novela cuántica", pues en su poética se establecería una simultaneidad de tiempos y espacios y una modificación continua de narradores y géneros literarios. Estoy seguro de que el concepto "novela cuántica" no durará mucho más de lo que dura el verano, o el otoño. Con todo, la poética está bien definida, siempre y cuando se entienda que el proyecto de Enrigue no es necesariamente una nueva formulación. Lo interesante de Vidas perpendiculares no está ni en la simultaneidad espacio-temporal propuesta, ni en el cambio de narradores o en el díalogo que se establece entre el cuento y la novela -algo que ya aparece en un libro de cuentos de Enrigue, Hipotermia, y que supo ver bien Guadalupe Nettel en su reseña--, sino en la tensión que existe entre novela realista y fantástica. Si "Funes", por volver al ejemplo citado anteriormente, es un texto fantástico sin ambages, la novela de Enrigue se puede leer a ratos en clave realista y otros ratos en clave fantástica. Incluso el texto llega a sugerir -aunque esto no se desarrolla- que todo puede ser un constructo artificial (las "vidas" que recuerda Jerónimo serían tan solo "prótesis recogidas" en las bibliotecas que ha frecuentado), con lo que la novela parecería decantarse por una lectura realista. La conclusión de Enrigue sería entonces que la realidad es más bien fantástica (con lo que desaparece la tensión mencionada). Y podríamos, a partir de esta novela, leer "Funes" como un cuento realista. Todo esto no es más que especulación: buena parte de la fuerza del texto deriva de su capacidad para no prestarse a una lectura unívoca (este lector se resiste al vicio crítico de decantarse por una entre varias posibilidades).

Lo mejor de la novela está en la recreación de la infancia de Jerónimo en un pueblo de Jalisco en la primera mitad del siglo XX. Sometido por un padre asturiano autoritario, desterrado a vivir con la servidumbre, Jerónimo es un niño raro que vive sus primeros años bajo el reino del miedo. Ese miedo es uno de los puntos de contacto entre la vida presente de Jerónimo y sus vidas pasadas. Jerónimo puede oler el miedo cuando está cerca de su padre de la misma forma en que lo hace cuando forma parte de una tribu prehistórica o se halla viviendo en pleno siglo XVII napolitano. Enrigue narra las cinco vidas pasadas de Jerónimo con un gran poder evocativo, y logra vincularlas a través del amor que en ellas buscan los personajes -un amor plagado de sexo y violencia--, pero falta tensión narrativa en algunas de estas historias. Las "vidas perpendiculares" interesan a ratos, pero no conmueven ni fascinan de la misma manera que el terror doméstico del Jerónimo del presente de la novela. Hay, sí, páginas magistrales dedicadas a Quevedo.

¿Qué es el cerebro de Jerónimo? "Un atascadero de monstruos". ¿Qué es una imposibilidad? "Un hombre del que se podía depender sin esperar dolor a cambio". ¿Una filosofía de vida? "Tanto a los cuatro años como a los cuarenta, es mejor -o cuando menos más realista-perseguir lagartijas que presidir congresos". Enrigue es un magnífico prosista, siempre a la caza de la frase feliz, inteligente, y tiene un sentido del humor muy sutil. En Vidas perpendiculares se le han escapado algunas lagartijas, pero el resultado es, cuando menos, admirable.

(Letras Libres, septiembre 2008)

 

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15 de septiembre de 2008
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Bolivia: el fin de algo

Hablo con mi hermano Marcelo y lo encuentro compungido. Mi padre me cuenta que la gente está con los ánimos exaltados en Cochabamba; la crisis se ha metido en la cabeza de todos y aparece en los momentos menos pensados, en discusiones con amigos o con la pareja, en insultos al menor motivo. Mi madre me habla del desabastecimiento en los mercados, de que todo cuesta cuatro veces más que hace un par de semanas. A todos les duele el país, no hay palabras para expresar la amargura, la tristeza ante los más de diez muertos en Pando, la violencia desatada en Santa Cruz, en Tarija, en Beni. Son días de furia e intolerancia.

Leo los periódicos bolivianos en internet y me impaciento cuando no los actualizan. Mis amigos y estudiantes me piden que les explique qué es lo que está ocurriendo, y yo los miro sin saber por dónde comenzar. Me siento impotente en la distancia, pero igual, estando allá, ¿qué se puede hacer? No encuentro, en los líderes de las dos Bolivias (porque de eso se trata, en este momento), voluntad para hacer concesiones y encontrar consensos. La terquedad de un lado ha sido respondida con la violencia del otro lado.

En lugar de seguir empeñados en un modelo de victorias y derrotas, quizás sea la hora de aceptar que en Bolivia prima el equilibrio de fuerzas. Quizás ese equilibrio no sea algo malo: el empate no tiene por qué ser catastrófico. El país debería ser más grande que todos nosotros.

¿Se podrá dar un paso atrás y recobrar la sensatez? Muy difícil: hace un buen tiempo que no parecemos estar a la altura de la situación.

Me gustaría ser más optimista, pero creo que hay daños irreversibles.

Sí, es el fin de algo. Bolivia podrá seguir existiendo, pero estas heridas quedarán.

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13 de septiembre de 2008
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El Boomeran(g)
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