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Escrito por

Clara Sánchez

Clara Sánchez es escritora española. En la actualidad reside en Madrid, donde estudió la carrera de Filología Hispánica y donde durante varios años enseñó en la universidad. Hasta la fecha ha publicado ocho novelas: Piedras preciosas (Debate, 1989), No es distinta la noche (Debate, 1990), El palacio varado (1993, Punto de Lectura 2006), Desde el mirador (Alfaguara, 1996), El misterio de todos los días (Alfaguara, 1999), Últimas noticias del Paraíso (Alfaguara, 2000), Desde el mirador (Alfaguara, 2004) y Presentimientos (2008).  Su obra ha sido traducida al francés, alemán, ruso, portugués, griego...Ha recibido el premio Alfaguara de novela en 2000 por Últimas noticias del paraíso. Y el premio Germán Sánchez Ruipérez al mejor artículo sobre Lectura publicado en 2006 por la columna titulada "Pasión Lectora" (El País, 6 de agosto). Colabora habitualmente en El País. Y durante unos cinco años lo hizo en el programa de cine de TVE "Qué grande es el cine".

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El anillo mágico (4)

Qué claridad de pensamiento y qué gusto tan desarrollado el de Calvino. La leyenda de la que hablaba ayer sobre Carlomagno y el anillo le servía para ilustrar una de las propuestas: la rapidez.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_anillo_de_carlomagno_med.jpg"El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas."

La leyenda no tiene desperdicio, pese a su brevedad, se presta a todo tipo de consideraciones psicoanalíticas. Su esencialidad es impactante. Y sobre todo desprende el encantamiento concentrado del anillo. 

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17 de abril de 2008
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El anillo mágico (3)

Por lo demás quien quiera saber cómo es y adquirirlo por el módico precio de unos 35 euros más gastos de envío, circula por ahí publicidad que asegura hacer una reproducción fiel del original con un pentagrama en el centro encerrado en un círculo, que está custodiado por dos ángeles protectores. Y entre muchas cosas dice que "ha perdurado hasta nuestros días como un ideograma que conecta con las energías benéficas del Universo. /upload/fotos/blogs_entradas/seis_propuestas_para_el_prximo_milenio_med.jpgSería como un vórtice vibratorio que atrae lo mejor del entorno en beneficio de la persona que lo utiliza y lo lleva consigo".

He guardado el folleto sobre el poderoso sello del rey Salomón porque en el fondo está vendiendo poesía sin pretenderlo. Los promotores de este negocio para meternos por los ojos un simple anillo de plata lo han envuelto en una estupenda palabrería. Lo que me ha recordado el relato que cuenta Italo Calvino en Seis propuestas para el próximo milenio (Siruela) sobre Carlomagno y su fascinación por un anillo. Este libro de Calvino, al que vuelvo una y otra vez porque contiene las reflexiones más lúcidas, inteligentes y sensibles que se han escrito en torno a lo literario. Se trataba de unas conferencias que iba a impartir en una prestigiosa universidad de Estados Unidos y que lamentablemente no pudo pronunciar porque murió antes. Afortunadamente para nosotros tuvo tiempo de dejarnos estas reflexiones llenas de talento.

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16 de abril de 2008
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El anillo mágico (2)

Puede que tuviera todas estas sensaciones comprimidas en un milímetro de la cabeza cuando el anillo se coló en la novela. Porque un anillo o cualquier objeto sólo puede desprender auténtica magia en la infancia o en una página. La magia viene envuelta en inocencia o en palabras, fuera de esto es una impostura. Por eso los anillos de verdad pueden parecer más o menos bonitos, más o menos valiosos, pero son los de las leyendas, los intangibles, los que encierran el poder de nuestros deseos. Como el anillo del rey Salomón, del que se dice que tenía la facultad de dotar al que lo poseía de capacidad para comprender el lenguaje de las aves, de los peces y de todo el reino animal y que parece ser que se guarda en el Arca de la Alianza.

A partir de aquí uno no tiene más remedio que imaginárselo como un anillo bastante impresionante, aunque lo realmente fascinante es que a través de algo tan simple se exprese la intención humana de comunicarnos con el resto de seres vivos y el reconocimiento de nuestra incapacidad para lograrlo a no ser por un acto sobrenatural.  

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15 de abril de 2008
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El anillo mágico (1)

Uno de los detalles de mi novela Presentimientos por el que más se me suele preguntar es ese anillo al que Julia (la protagonista) en su vida soñada le atribuye poderes y protección. El anillo es de su madre, y cuando su madre se lo coloca en el dedo recordando lo mucho que le gustaba de niña, Julia lo incorpora al sueño como un talismán sin el cual se encuentra perdida.

Mientras escribía sobre esta bella durmiente del siglo XXI, que lucha por encontrar su antigua vida, el anillo apareció de repente y se hizo sitio en la novela de forma bastante natural. Fue algo intuitivo, que seguramente tenía su secreta explicación, pero que como todo lo intuitivo es mejor atraparlo que pensarlo. Así que ahora que el anillo está encerrado en las páginas y en los sueños de Julia, puedo darle vueltas al asunto y darme cuenta de la fascinación que yo sentía de pequeña por un anillo que mi propia madre se ponía cada vez que salía de casa. Era de oro y tenía una amatista morada bastante grande, y no me parecía un adorno ni siquiera una joya, me parecía que era algo que tenían las madres por ser madres, como el Papa tenía también anillo por ser Papa. A esto se unía el hecho de que estaba convencida de que mi madre sabía todo lo que yo hacia, estuviera o no ella delante, estuviera yo en el colegio o en casa de una amiga. Mi madre lo sabía todo y tenía un anillo. 

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14 de abril de 2008
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Miau (3)

/upload/fotos/blogs_entradas/miau_med.jpgEs fascinante todo lo que se inventa para marear al currante y para que a su vez genere nuevas profesiones. En una línea más clásica están los seminarios para reconocer los miedos propios y trabajar sobre ellos. La verdad, a este seminario sí me apuntaría.  Y tampoco me importaría disponer de mi propio coach, alguien que me escuche y me aliente porque el coach engloba todo lo que puede necesitar un ser humano: es un entrenador, un tutor, un asesor, un maestro y un consejero. Por favor, si hay algún coach por ahí que quiera hacerse cargo de mí, que me llame sin falta.

De todos modos, me preocupa que todo el mundo se encuentre tan contento en su lugar de trabajo que nos vayamos a cargar al oficinista, al funcionario, a ese antihéroe solitario que ha dado las mejores páginas de nuestra literatura. Decía Dostoevski que todos hemos salido de El Capote, de Gogol, de la tragedia cotidiana y vulgar de todos los Akaki Akákievich del mundo. Quien más quien menos puede reconocerse en el Ramón Villaamil de la novela de Benito Pérez Galdós, Miau, porque Madrid ha cambiado desde aquellos tiempos de la restauración, pero no tanto como para que cualquiera pueda sentirse aplastado por la burocracia y el sistema. No convirtamos a los Bartleby, a los Iván Ilich, a los Gregorio Samsa o a los personajes de García Hortelano en alegres excursionistas.

Publicado en El País el 6 de Abril de 2008

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11 de abril de 2008
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Miau (2)

Luego está lo de la destrozaterapia, que consiste en desahogarse rompiendo cosas. Un empleado que ya se había puesto manos a la obra confesó que se había sentido muy bien destrozando un ordenador. Es comprensible que a uno le tiente la idea de cargarse el ordenador cuando no funciona, como cargarse al vecino que no le deja dormir, pero de eso a realizarlo va un abismo. ¿No será una manera de aprender a ser violentos físicamente? Porque puestos a elegir, prefiero a alguien reconcentrado y de mirada torva que a uno que le dé por destrozar, romper.

/upload/fotos/blogs_entradas/outdoor_training_day_med.jpgNo sé qué se pretende hacer con la vida laboral, se pretende disfrazarla de otra cosa o puede que transformarla en algo mejor dedicándole más tiempo o por lo menos arrastrándola al plano de la diversión que hasta ahora era lo que se hacía al salir del trabajo. Tengo por ejemplo un recorte de prensa del 2005 con la foto de unos ejecutivos tocando el tambor para incentivar el ritmo del equipo. En estos cursos de formación también se cocina o se ensayan escenas en las que se pone al jefe en apuros para comprobar su capacidad de reacción, pequeñas representaciones teatrales para soltar el miedo. Pero unos años antes ya se había inventado el outdoor training. Se trata de cursillos al aire libre que según sus promotores "quitan la máscara a los profesionales y hacen que se comporten como personas anteponiendo los intereses comunes a los particulares para conseguir llegar a la meta". Uno de los ejercicios consistía en tapar los ojos a los participantes y pedirles que hicieran unas cuantas cosas para determinar el grado de comunicación entre ellos. Tirar con arco puede servir para calibrar la resistencia al estrés de alguien y remar desarrollaría la habilidad para diseñar estrategias, como hacer una trampa para osos puede potenciar la capacidad de liderazgo.  

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10 de abril de 2008
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Miau (1)

Una de las curiosidades que hace unos días ponía el broche final a las noticias serias en los telediarios era que había que divertirse en la oficina. Si no entendí mal, incluso era obligatorio divertirse un rato al día y para ello convenía gastar bromas. Siempre hay gente por ahí ideando cosas y ésta francamente no me parece de las mejores porque si hay algo que puede agriar el ambiente es precisamente el asunto de las bromas. Se necesita tener una gracia especial para que una broma no resulte pesada e incluso amarga. La broma es la sustituta del sentido del humor, es la situación cómica forzada y como todo lo forzado puede llegar a ser desagradable, por lo que no parece la práctica más aconsejable entre jefes y empleados que no tienen más remedio que convivir, sobre todo si las instalaciones no son muy grandes y el bromista no puede perderse por el foro. Personalmente antes que a un bromista preferiría a un chistoso porque al menos el chiste tiene una eficacia contrastada por el uso y no implica apenas al que escucha, mientras que la broma exige participación.

También se recomienda que los compañeros profundicen en su conocimiento mutuo. ¿Para qué? cuanto más se conozcan, más roces, más implicaciones personales y más sangrante será el momento en que a uno le asciendan y al otro no, en que a uno le despidan y al otro no. Además, si uno llega a estar demasiado a gusto en el trabajo no le apetecerá regresar a casa y entonces la frontera  trabajo-vida privada se borrará y se reducirán los espacios en que movernos.  

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9 de abril de 2008
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El Gran Gatsby (3)

/upload/fotos/blogs_entradas/el_gran_gatsby_33_med.jpgGatsby es el nuevo héroe del XX, hecho a sí mismo, sin demasiados miramientos, ni demasiados escrúpulos. Es el nuevo dinero. Pero, ante todo, es el nuevo romántico, cuya ética comienza y termina con su deseo. También su vida. Y todas las grandes ambiciones y anhelos de Gatsby parece ser que se han concentrado en uno solo: Daisy Buchanan, traslúcida como la ternura, bella como sus vestidos. En medio del calor de aquel verano derrama su mirada soñadora y lánguida sobre un Gatsby que acaba de salir de las tinieblas para apostarse impecablemente vestido ante los ventanales y así contemplar sus propias fiestas o bien la adorada casa de su amada al otro lado de la bahía.

No ha tenido más remedio que dedicarse a enriquecerse durante algunos años en un mundo oscuro y sin sentido para poder regresar, un buen día de verano, a la vida luminosa y ligera de Daisy. Cae en ella con una deslumbrante mansión, buenos trajes, champán, coches, flores, con todo lo que hace juego con esa voz de Daisy "llena de dinero", con todo lo que le hace creer que por poseer lo que a ella le gusta ya es como ella. Y, sin embargo, la distancia es abismal, la distancia es una profunda herida porque Daisy y su marido respiran en el dinero como los peces en el agua. Un dinero tan antiguo como los fondos de los mares y no recién llegado como el de Gatsby. Gatsby es un fronterizo, un romántico, un aventurero, alguien capaz de arriesgarse hasta las últimas consecuencias por ir detrás de un simple brillo. ¿Y quién no es un poco Gatsby?

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8 de abril de 2008
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El Gran Gatsby (2)

/upload/fotos/blogs_entradas/francis_scott_key_fitzgerald_med.jpgEl gran Gatsby revolucionó la narrativa del siglo XX porque logró inmortalizar el presente. Fue escrita por un auténtico genio, que vivió y entendió su tiempo, F. Scott Fitzgerald. La novela se publicó en 1925, en el corazón de la era del jazz, de unos años en que como se dice en ella: "un centenar de pares de zapatos de plata y oro levantaban un polvo luminoso". Desolada, irónica, poética, cruel, tierna, hermosa hasta lograr hacer de la frivolidad  y de las enormes gafas del doctor T.J. Eckleburg dos trágicos referentes de la vida contemporánea, cuya esencia es el matrimonio Buchanan, dedicado a entretener su tedio como puede, pero que en el fondo es intocable e inalcanzable tanto para la patética alegría de Myrtle (amante de Tom Buchanan) como para la seriedad de Gatsby (enamorado de Daisy Buchanan), ante los que Tom y Daisy han sacado palomas del sombrero y pañuelos de las mangas sin confesarles nunca que se trataba de un simple truco.

Los personajes y las atmósferas están compuestos por infinitos matices, que nos llegan a través de Nick Carraway, como ya sabemos vecino de Gatsby y primo de Daisy, convertido de esta manera en nuestros ojos y en nuestra mente. Un hallazgo de narrador sin cuya controlada participación, sin cuya mirada mitad distanciada mitad involucrada, esta historia sólo habría sido una tragedia o una comedia.

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7 de abril de 2008
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El Gran Gatsby (1)

/upload/fotos/blogs_entradas/el_gran_gatsby_med.jpgEstos días solo me interesa la lectura, es lo único que no me deprime, me hace pensar en otras cosas y hace que me olvide de las preocupaciones. Creo que voy a volver a leerme El Gran Gatsby porque recuerdo que la última vez (nada más la he leído dos veces, con ésta serán tres) me reí bastante, me reí y me emocioné al mismo tiempo, sobre todo cuando Gatsby quiere embellecer a toda costa la pequeña casa de Nick Carraway (el narrador, vecino de Gatsby y primo de Daisy) para que el encuentro Gatsby-Daisy sea lo más perfecto posible.

¡Ay! El que ama, por muy mundano que sea, siempre resulta un poco ingenuo y torpe y capaz de hacer cosas impensables en cualquier otra situación. Por eso, porque ama, Jay Gatsby es tan vulnerable como un niño. Nos lo empieza a parecer desde el principio de la historia, sabemos que algo le ocurre a ese hombre con aspecto de estar a la intemperie aun entre las paredes de su lujosa mansión, y completamente aislado de las frenéticas fiestas que ofrece a todo tipo de desconocidos. Su comportamiento es misterioso, nos intriga, nos hace preguntarnos qué mira, qué espera, qué piensa, hasta quedar atrapados en su magnética personalidad.

Porque somos nosotros, los lectores, los que nos dejamos seducir por la emoción con que invade de flores y plata la cabaña de Nick Carraway para esperar a Daisy. Somos nosotros los que nos vamos enamorando de él cuando comprobamos que ha sido capaz de mantener intactos la ilusión y el amor por Daisy contra viento y marea, y somos los que nos vamos compadeciendo de él según nos vamos dando cuenta de que es un soñar y que ninguno de los que le rodean están a la altura de su sueño.

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4 de abril de 2008
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El Boomeran(g)
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