Clara Sánchez
Gatsby es el nuevo héroe del XX, hecho a sí mismo, sin demasiados miramientos, ni demasiados escrúpulos. Es el nuevo dinero. Pero, ante todo, es el nuevo romántico, cuya ética comienza y termina con su deseo. También su vida. Y todas las grandes ambiciones y anhelos de Gatsby parece ser que se han concentrado en uno solo: Daisy Buchanan, traslúcida como la ternura, bella como sus vestidos. En medio del calor de aquel verano derrama su mirada soñadora y lánguida sobre un Gatsby que acaba de salir de las tinieblas para apostarse impecablemente vestido ante los ventanales y así contemplar sus propias fiestas o bien la adorada casa de su amada al otro lado de la bahía.
No ha tenido más remedio que dedicarse a enriquecerse durante algunos años en un mundo oscuro y sin sentido para poder regresar, un buen día de verano, a la vida luminosa y ligera de Daisy. Cae en ella con una deslumbrante mansión, buenos trajes, champán, coches, flores, con todo lo que hace juego con esa voz de Daisy "llena de dinero", con todo lo que le hace creer que por poseer lo que a ella le gusta ya es como ella. Y, sin embargo, la distancia es abismal, la distancia es una profunda herida porque Daisy y su marido respiran en el dinero como los peces en el agua. Un dinero tan antiguo como los fondos de los mares y no recién llegado como el de Gatsby. Gatsby es un fronterizo, un romántico, un aventurero, alguien capaz de arriesgarse hasta las últimas consecuencias por ir detrás de un simple brillo. ¿Y quién no es un poco Gatsby?