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Londres-París y París-Berlín

Por 27 de marzo de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

Sarkozy está en Londres donde quiere escenificar lo que pretende es el nuevo eje franco-británico, pese a no ser tan novedoso. Así compensaría sus malas relaciones con Angela Merkel y lo mal que va el eje franco-alemán. Es entender mal las cosas. La UE a 27 y en el siglo XXI necesita para avanzar de estos dos ejes, que en ocasiones (por ejemplo en las negociaciones con Irán o en algunos casos en Naciones Unidas). Es condición necesaria, aunque no suficiente, pues los demás en esta Unión ampliada, también cuenta.

Las relaciones entre Londres y París son necesarias para hacer avanzar esa parte de la Europa política que es la Europa de la defensa. Son las mayores potencias militares, las dos únicas nucleares en la UE. Y de ellas salió en Saint Malo en 1998, entre Blair (bastante distinto de Brown) y Chirac (algo diferente de Sarkozy), el impulso para avanzar el la política europea de seguridad y de defensa, que, discretamente, se está poniendo en marcha. Si se añade el acercamiento de Francia a la estructura militar de la OTAN, con un eventual reingreso en ella, tendremos un auténtico nuevo pilar de Europa. El pero, es que Londres -que refleja en esto las posiciones de EE UU- no quiere ni crear un polo europeo en la OTAN, ni crear fuera de ésta una auténtica estructura militar europea, ni siquiera unos cuarteles centrales europeos operativos. La UE actuaría así en los casos en lo que EE UU no quisiera involucrarse. Francia pretende durante su próxima presidencia del Consejo de la UE actualizar la doctrina estratégica de la UE. Será una evolución, no una revolución.

París-Berlín es otro tipo de eje. Es el fundacional de los entonces Seis. Y sigue siendo básico. Durante décadas, más que una conjunción de intereses, lo que ha representado es un cruce de ellos. Era como un intercambio de cromos. Ahora ambos países, por el tamaño de su economía, están en el centro de la Unión Monetaria (donde no está el Reino Unido) y del avance hacia una Europa política. En materia de energía, Sarkozy puede acercarse al Reino Unido en cuanto a ampliar las centrales nucleares, pero el país de allende La Mancha sigue siendo una isla energética, mientras Alemania, pese a su oposición a las nucleares,  es central para las exportaciones frabcesas de energía de origen nuclear.

Es decir, que esta Unión Europea es mucho más compleja que la original. Necesita, como los grandes camiones, de varios ejes de ruedas, siempre con Francia en todos ellos. ¿Y España? Ahí está el desafío. Podía en estos años pasados, y aún puede ahora, contribuir a superar los recelos entre Francia y Alemania. Sobre todo, ante esta configuración, se debe situar bien con ambos ejes y meterse en la medida en que sea posible en la triada Londres-París-Bonn, aunque Merkel no fuera al principio muy partidaria de ellos. Y apostar también por el Sur, con Italia y Portugal, y con los nuevos Estados miembros que, como país, nos resultan aún demasiado desconocidos.

 

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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