Skip to main content
Blogs de autor

En la catástrofe: estupor versus miedo

Por 3 de septiembre de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Sintetizo un presupuesto que he expresado en estas columnas en diferentes ocasiones:
Expresión de una rigurosa necesidad, la naturaleza se deja desvelar por la ciencia y permite que la técnica lleve al acto sus potencialidades, pero no se deja en absoluto violentar por esta última. En suma: no hay peligro alguno de que la técnica modifique a la naturaleza en lo esencial. En lo profundo, la naturaleza no se deja conducir ni apaciguar, cabe decir que es implacable.

Cuando nada singular ocurre, la naturaleza es simplemente el marco en el cual nos movemos; estamos atentos a todo lo que en ella puntualmente nos concierne (la prolongación del calor en septiembre, permitirá adelantar la vendimia o seguir yendo a la playa), pero vivimos ajenos a la esencia de la naturaleza misma, a esa implacabilidad a la que me refería.

 

Sin embargo una manifestación inesperada hará inevitable que nos focalicemos en lo esencial, que salgamos de nuestra distracción. Así cuando los privilegiados ciudadanos romanos que gozan de sus villas en el entorno de la bahía de Nápoles, ven que se cierne sobre ellos la desconocida calima anunciadora de la interna combustión de la montaña, se apodera de ellos una emoción que a su vez tiene, en diversa proporción, dos componentes:
Por una parte el estupor o asombro (el thaumazein de los griegos), pues no sabían que la montaña encerraba un volcán; asombro que, nos dice Aristóteles, está en el origen mismo de la ciencia y la filosofía; por otra parte el temor (fobos ) ante esta sombra contaminante que envuelve sus bienes y sus vidas.

 

Hay entonces una reacción: las gentes huyen, atropellándose unos a otros sin pudor. El testigo romano de los hechos, Plinio el Joven, nos dice que en esas personas simplemente el miedo sólo combate contra el miedo.

Sin embargo el mismo narrador nos indica que hay una actitud que hace excepción: la de su tío, denominado Plinio el Viejo, quizás el mayor naturalista del mundo romano, quien, lejos de pensar sólo en ponerse a salvo, parece atraído por el fenómeno, como si fuera menos una amenaza que un reto y mira de frente la nube grisácea, pronto claramente negra, que se extiende por la bahía.

¿Carece Plinio el Viejo de miedo? En absoluto.

Simplemente, en su caso, el miedo tiene contrapunto en el asombro ante lo que pasa, y en consecuencia la razón que exige prudencia se equilibra con la razón que exige conocer. En aquellos a quienes el asombro no movía a saber qué estaba ocurriendo, la tormenta de ceniza y piedra sólo podía ser interpretada como una suerte de castigo; de ahí la reacción de pánico: "Muchos rogaban la ayuda de los dioses (…)Y no faltaban quienes con sus temores irreales y falsos, exageraban los peligros reales (…) todas esas noticias eran falsas peor encontraban quienes las creyesen."

Movidos por el miedo y la superstición, la huida hizo que muchos se salvaran. Movido por el estupor, Plinio el Viejo no huyó ante la calima, sino que quiso ver qué había detrás. Quiero creer que consiguió, al menos parcialmente, su objetivo, excluyendo que voluntad divina alguna hubiera intervenido y llegando a conjeturar que la montaña encerraba un hasta entonces desconocido magma interior.

Conjetura alcanzada ciertamente a un alto precio, que estaba dispuesto a asumir. Plinio el Joven escribe: "Su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto por la vestimenta que llevaba: el aspecto era más bien el de una persona descansando que el de un difunto".

 

profile avatar

Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

Obras asociadas
Close Menu