Félix de Azúa
Los domingos hay parada militar y los internos, con la famosa casaca roja, el tricornio y las condecoraciones, se reúnen ante la estatua del rey Carlos II. Allí, en el admirable patio dórico, pasan revista al ritmo del tambor mayor. Espectáculo emocionante porque algunos de los soldados son ya muy viejos y les cuesta dar el zapatazo de ordenanza a la posición de firmes. Luego se reúnen con familiares, amigos y curiosos que vestidos al modo dominical inglés les hacen compañía tras el oficio en la impresionante capilla iluminada por el gran fresco de Ricci. Yo pillé al coro cantando el introito de Thomas Tomkins, "Arise, o Lord, and have mercy of Sion!".
Un país que respeta de este modo a sus viejos soldados deberíamos tenerlo cerca, por si se nos pega algo.