Félix de Azúa
Hubo periodistas que mostraron grandes esperanzas porque abundaba el candidato joven. Poner esperanzas en generaciones o en juventudes es una levedad orteguiana. Sobre todo cuando no tenemos ni idea de lo que van a hacer esos jóvenes con la Dirección General de Tráfico o con el déficit energético. Bien es verdad que tampoco sabemos lo que piensan, ni si piensan. De Podemos sólo conocemos su impulso negativo, pero nada de lo afirmativo, si lo hay. De Ciudadanos sabemos un poco más, pero es insuficiente. Las primeras medidas anunciadas por futuros alcaldes son un desatino de patio de colegio. Y el Podemos de Colau, como era de esperar, ya es independentista.
Que desaparecieran el PSOE y el PP traería mucha diversión, pero esos monstruos clientelares no van a esfumarse en el aire. La metamorfosis de Alianza Popular en el PP fue un ejemplo de cómo se reproduce el zoco. En cuanto al PSOE, se extinguirá, quizás, en Cataluña, pero seguirá llenando la bolsa en Andalucía. ¿Ya no son casta?
Nos esperan meses políticos muy interesantes. Eso sí, sin el menor peligro de que los nuevos elegidos sean mejores o más inteligentes por el mero hecho de que sepan usar una tableta o un teléfono chulo. De momento el resultado de las elecciones es: ¡Qué bien, ya estamos un poco más cerca de Grecia!