Víctor Gómez Pin
Proust empieza por contarnos las experiencias de lectura de su infancia, los momentos, conocidos por todo lector, en los que se espera ansiosamente que llegue la hora de la lectura. Esta evocación le lleva a describir situaciones psicológicas por él vividas, así como personas, objetos y paisajes que nada tienen que ver directamente con los temas de lectura, descripciones por cierto repletas de verdaderos "morceaux de bravoure", así a propósito de una cama de hotel desconocida "…entre las inmensas sábanas blancas que os ocultan el rostro, mientras que, muy cerca, la iglesia hace sonar por toda la ciudad las horas del insomnio de los moribundos y los enamorados" (traducción española, página 20).
La tesis de Proust, que le separa de Ruskin y que justifica el largo preámbulo antes de abordar el tema es que las lecturas, "lo que dejan sobre todo en nosotros, es la imagen de los lugares y los días en que las hicimos. No he podido librarme de su sortilegio. Queriendo hablar de ellas, he hablado de cosas que nada tienen que ver con los libros" ( p.28).
A fin de sintetizar la posición de Ruskin, Proust evoca un pensamiento de DEscartes que califica de rancio: "la lectura de todos los buenos libros es como una conversación con los hombres más ilustres de otros siglos que fueron sus autores" (idem). Ruskin se esforzaría en convencernos de que la lectura sería una conversación con personajes que, por ser emblemas de la fuerza del lenguaje y del pensamiento, superan en todo punto aquellos que podamos encontrar en el entorno. Frente a ello, Proust sostiene que lo esencial de la lectura residiría en "recibir comunicación de otro pensamiento pero continuando solos, es decir, sin dejar de disfrutar de la capacidad intelectual de que se goza en la soledad y que la conversación disipa inmediatamente, conservando la posibilidad de la inspiración y toda la fecundidad del trabajo de la mente sobre sí misma". (p.32)
Importantísima es la última precisión, que hace evocar los párrafos de la Recherche relativos a que este libro será para nosotros la ocasión de releer en nosotros mismos, dará a las generaciones futuras la posibilidad de encontrar un alimento, de realizar un dejeuner sur l’herbe, una merienda campestre.