
Víctor Gómez Pin
Felizmente está llegando aire fresco al fétido ambiente de las únicas actitudes "morales" permitidas desde que hace ya veinte años se había asistido en el mundo a la derrota de todos los proyectos auténticamente humanistas. Proyectos con soporte en posiciones teóricas que se negaban a analizar el sistema social imperante en términos de buenas o mala voluntades, como se niegan ahora a ver la llamada crisis financiera como resultado de la intervención de voluntades egoístas que habrían traicionado la esencia del sistema.
Ha sido necesario que se proyecte la sombra de un cataclismo para que se asista de nuevo a acciones de resistencia auténticamente moral. Resistencia que pasa por denunciar como cómplice de la mentira todo discurso predicador de la virtud…en el seno del sistema mismo que nos fuerza a vivir y pensar como cerdos, según expresión ("vivre et penser comme des porcs") del llorado matemático y filósofo Gilles Chatelêt, que hace unos años arrojó la toalla (como tantos otros), más desmoralizado quizás por la mentira que empapaba el mundo que por la terrible enfermedad que le roía. Cuando el trabajo humano (es decir, aquello que debería ser expresión de la lucha del hombre por realizar su esencia) es reducido a mercancía, el hombre ha sido convertido en instrumento y, como escribe muy ajustadamente Lucien Sève, no es entonces necesario ser un conocedor de Kant para sentir que el mecanismo es intrínsecamente fétido.