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Qué risa

Por 21 de diciembre de 2005 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Curiosa, la contraposición que establece Cioran entre Beckett, poeta del Fin del Mundo, y Nietzsche, profeta de la Aurora de un Mundo Nuevo. De un retrato de 1970, uno más de los muchos que dedicó a su amigo, copio este párrafo:

“La más descabellada de todas las utopías es la del superhombre. Anunciando en la parte fastidiosamente «constructiva» de su obra un nuevo tipo de humanidad, Nietzsche cayó en el ridículo y mostró su ingenuidad; no hace falta ser en absoluto profeta para ver con claridad que el hombre ha agotado ya lo mejor de sí mismo, que está perdiendo la compostura, si es que no la ha perdido ya. «El universo entero apesta a cadáver», dice Clov en Fin de partida, esa respuesta a Zaratustra”.

¡Caramba! Nunca habría pensado que Beckett respondiera a Nietzsche. Seguramente Cioran lleva el agua a su molino y el superhombre nietzscheano no es lo que él imagina. Los ingleses de la época decían que el superhombre nietzscheano era Margaret Thatcher.
Me parece cierto, sin embargo, que la obra de Beckett es una rotunda negación del valor de la vida. Los personajes de Beckett, sin duda, creen preferible no haber nacido, como los coros de Sófocles. Una posición que hoy sería abucheada. En eso, se advierte que pertenece a otro siglo.
¡Qué contraste con nuestro coro habitual! A pesar de las quejas y agravios, nuestro mundo es oficialmente interesante, ameno, bondadoso, comprometido, lúdico, solidario, en fin, el mejor de los mundos posibles. Una desesperación trágica como la de Beckett sería hoy considerada reaccionaria o resentida.
Pero la seriedad de Beckett se sustenta sobre una indiscutible ironía, un humor pletórico. En tanto que la diversión oficial es de una severidad tediosa, lacrimógena, de señoritas del Sagrado Corazón.
¡Cuánto más vitales son los negativos suicidas de Beckett que los afirmativos vitalistas hodiernos!
Aunque, eso sí, los humanos hemos agotado lo mejor de nosotros mismos. Un amigo dice que lo agotamos en cuanto se acabó el imperio asirio babilónico, último momento realmente serio de la humanidad.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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