
Ficha técnica
Título: Todo no es suficiente. La corta, intensa y sobreexpuesta vida de Gustavo Escanlar | Autor: Alberto Fuguet | Editorial: Alfaguara | Colección: Hispanica | Medidas: 14,9 X 23,7 cm | Formato: Tapa blanda con solapa | Páginas: 186 | ISBN: 9788420419992 978-84-16544-12 | Fecha publicación: febrero /2016 | Precio: 16,90 euros
Todo no es suficiente
Alberto Fuguet
Una «peregrinación literaria». Así describe Alberto Fuguet su viaje a Montevideo en 2011 para descubrir al hombre tras la figura del polémico Gustavo Escanlar.
En el testimonio de los cercanos al escritor y periodista, reconoció al personaje ácido y contestatario, al loco entrañable que muchos admiran en secreto y otros tantos odian en público. La misión de escribir un perfil, que sería incluido en un libro junto al de otros dieciséis escritores latinoamericanos cuyas vidas fueron marcadas por la tragedia, terminó convirtiéndose en un texto cercano y cautivante, que devela al individuo que se atrevió a criticar sin miramientos al establishment político y cultural de Uruguay, pero también a autodestruirse.
En esta edición, con textos de la editora de Los malditos, Leila Guerriero, y del escritor y amigo de Escanlar, Gabriel Peveroni, se publica la versión completa de la controvertida y extensa crónica de Fuguet.
La versión salvaje
por Leila Guerriero
No sé si fue así, pero así es como lo recuerdo. Un domingo de invierno del año 2009, llegué a Santiago de Chile y esa misma noche me encontré con Matías Rivas, director de Ediciones Universidad Diego Portales, para conversar y tomar un café. En marzo de 2008, el escritor argentino Rodolfo Fogwill había organizado, en Buenos Aires, el Primer Encuentro de Crítica y Medios de Comunicación. Matías Rivas había sido uno de los invitados, y Fogwill me pidió que fuera a buscarlo al aeropuerto de Ezeiza; quería que a sus amigos los recibiera gente cercana, no un funcionario desconocido. Así fue como Matías y yo nos vimos por primera vez. Para el invierno de 2009, cuando nos encontramos en Santiago, teníamos la complicidad y la confianza de dos que se conocen desde hace años. Esa noche, según mi memoria, fuimos a una suerte de hamburguesería y, mientras tomábamos café o Coca Cola -o café y Coca Cola-, me propuso antologar y editar un libro para Ediciones udp: una serie de perfiles de escritores malditos latinoamericanos, ya fallecidos, firmados por grandes escritores y periodistas actuales. No sé si fueron la complicidad y la confianza ganadas en tan poco tiempo las que hicieron que yo dijera que sí a un proyecto a todas luces titánico, pero sí sé que esa misma noche pusimos los cimientos del libro: definimos qué cosa era un maldito (hasta donde eso puede definirse), convinimos que no hubieran muerto antes de los primeros años del siglo xx -la idea era actualizar el concepto de malditismo: traerlo a nuestros días-, y estuvimos de acuerdo en que debían tener un talento probado: no nos servían borrachos perfectos con obras mediocres. Hicimos, además, dos listas: una, con nombres posibles de escritores malditos. Otra, con nombres posibles de periodistas y escritores a quienes queríamos encargar esos perfiles. En esta última lista estuvo, desde el primer momento, el nombre de Alberto Fuguet.