Skip to main content
Tag

Alberto Fuguet

Blogs de autor

Marcela Aguilar: Cronista de la crónica

 A fines de setiembre, Marcela Aguilar, flamante decana de Periodismo y Letras de la Universidad Diego Portales de Chile y profunda conocedora del periodismo narrativo en América Latina, presentó La era de la crónica, una versión breve, ágil, erudita y cautivadora de su reciente tesis doctoral.  Es un recorrido por la historia de la crónica, las investigaciones de los estudiosos de esta especialidad cada vez más analizada del periodismo, y una presentación de los principales temas y motivos de la literatura universal tal como los aplican los cronistas actuales. Este es mi prólogo para su libro, que publicó la Editorial de la Universidad Católica.

*          *          *

En 1967, el exquisito musicólogo, compositor y pedagogo inglés Deryck Cooke culminó su monumental estudio del ciclo de cuatro óperas El anillo del nibelungo, de Richard Wagner, con la edición de un doble disco long-play que los aficionados al mundo de dioses, gigantes, enanos, anillos de poder y amores excesivos de Wagner atesoran con gratitud. Cooke presenta, explica, analiza, desmenuza, compara, concluye, aventura, descubre ideas y conceptos detrás de las líneas argumentales y musicales, y entona rapsodias líricas sobre el vasto universo artístico de la llamada Tetralogía wagneriana.

La grabación no ha dejado de estar en catálogo, y ahora resurge en CDs, online y en versiones que combinan sus palabras por escrito o leídas con pulcra pasión y dicción melodiosa por él mismo (Cooke fue durante casi toda su vida un divulgador de la música clásica en las ondas de la BBC), acompañadas por fragmentos sonoros sacados de la canónica versión de la obra dirigida por el maestro húngaro Georg Solti o por partituras para los melómanos con educación musical.

En su original, revolucionario estudio, Deryck Cooke explica el Anillo a partir de más de un centenar de temas, variaciones de melodías, ritmos, armonías presentadas por el sonido reconocible de uno o más instrumentos. Lo que Wagner mismo llamó sus “leitmotiv”, motivos musicales que representan a los personajes, relaciones entre ellos, sentimientos, lugares, símbolos, valores, hasta ideas filosóficas. La música no acompaña: cuenta la historia.

Hay un tema para el anillo labrado con el oro del Rín, que otorga poder pero también provoca la envidia, el odio y la tragedia; otro para el fresno del mundo, en el que el dios Wotan coloca la espada mágica que solo un valiente sin miedo podrá sacar, con la que el hijo del dios luchará hasta la muerte y con la que su nieto Sigfried recobrará el anillo, a diez horas del comienzo de la saga y a siete horas de su conclusión catastrófica.

Pero también hay tres temas musicales para Siegfried: para su amor, para su enojo, para su confusión al perder al amor de su vidas; una melodía para su amada Brunhilda dormida rodeada de fuego sagrado; otra para su descubrimiento del amor de Sigfried y uno más para su furor ante lo que cree la traición de su amado. La redención, la perdición, la repulsión y el arrebato sexual tienen su melodía y su instrumentación. El despertar del mundo de los dioses tiene una armonía lenta y misteriosa en las tubas, su triunfo con la inauguración de la morada sagrada Walhalla, un glorioso crepitar de trompetas y timbales, y su caída y destrucción, un aquelarre de cuerdas alborotadas.

El maestro Cooke ordena y facilita la comprensión de esta historia compleja: Wagner crea un universo igual de maravilloso y horripilante que este de nosotros, en lucha permanente entre el amor y el odio, la generosidad y la codicia, el heroísmo y la cobardía, la renuncia a querer y ser querido a cambio del poder y el dinero, y el sacrificio supremo por el ser amado. Y al final, la destrucción de un mundo condenado a perecer por su incapacidad de gobernar sus pasiones y sus sentimientos más abyectos.

*          *          *

¿Por qué comienzo con esta historia de un musicólogo apasionado y un compositor excesivo y genial para presentar un libro de crónica latinoamericana?

Porque al internarme en el rico bosque de colores, luces y sombras, aromas, cantos de pájaros y plantas medicinales que conforman este bello y sabio libro de Marcela Aguilar, al buscar un camino para entenderlo, me vino a la cabeza de forma extraña pero potente, no buscada, la comparación con una pasión íntima por una música que me fascina y a la vez me llena de perplejidad.

Así me siento respeto del periodismo narrativo, o literario, o escritura de no ficción, o crónica. Y así quisiera presentar a la erudita apasionada, rigurosa y original, analítica, crítica y profética autora de este libro necesario y bello.

Marcela es periodista, es narradora, es cronista. Formó parte de legendarias redacciones con grandes maestros del oficio y se sumergió en el barro de la realidad para contar el Chile post dictadura, el reino del “en la medida de lo posible”, cuando todo era difícil y todo era soñado. Fue editora de revistas y de libros. De hecho, tuve la fortuna y alegría de tenerla como editora de la segunda versión de mi libro Periodismo narrativo y de uno de los capítulos de su profética antología de crónicas y entrevistas Domadores de historias.

También es maestra, docente enamorada de la enseñanza del periodismo, líder de un proyecto potente en la Universidad Finis Terrae. También allí la tuve como directora y organizadora de talleres, buscando siempre un peldaño más para que suban sus alumnos. Esa es la tarea del buen profesor, poner las manos juntas para que se eleven y se alejen de uno, ayudarles a encontrar su propio camino. Me consta que los que tuvieron a Marcela de profesora, y ahora como directora de la Escuela de Comunicación, la recuerdan con cariño y siguen aprovechando sus enseñanzas.

Y no sólo eso. Disfruté viéndola en acción como juzgadora de trabajos de colegas, como jurado del Premio de Excelencia que otorga la universidad donde trabajo, la Alberto Hurtado. Vuelca allí su sentido de la justicia y la equidad, reconociendo el trabajo duro, la originalidad, la generosidad de sus colegas, pero también aportando a los otros jurados conocimientos sobre los géneros que juzgamos en otras partes del mundo, y contexto histórico y cultural sobre cada uno de los temas, sea el homicidio del comunero mapuche Camilo Catrillanca, el recuerdo del asesinato de Víctor Jara, casos de corrupción, de amor y desesperación de una pareja de ancianos que cumplen un pacto suicida, o la mirada rigurosa hacia la corrupción política y policial o la empatía y comprensión hacia la fragilidad humana. Ser parte de un jurado con Marcela Aguilar es presenciar una lección de humildad y erudición.

*          *          *

Y en medio de sus muchísimas tareas, la tesis de doctorado en la universidad más prestigiosa del país, aplaudida con un Cum Laude, con jurado internacional, que ahora llega al público en este libro que destila décadas de conocimiento sobre periodismo, literatura, ciencias sociales y la transmisión del saber en las universidades.

Para no dilatar más la espera, explicaré la relación que veo entre este libro y el proyecto de Deryck Cooke. Como hacía el musicólogo con la monumental obra de Wagner, también Marcela Aguilar distingue los motivos, los temas, las grandes historias y paisajes y personajes que un puñado de autoras y autores de crónica contemporánea tratan en sus obras narrativas.

Y por añadidura, presenta y analiza la “música”, el estilo, las estructuras y tics y felicidades de vocabulario de escritores del pasado mítico, como los cronistas de Indias Antonio Pigafetta y Bartolomé de las Casas, poetas modernistas devenidos reporteros como José Martí y Rubén Darío, clásicos de la crónica como Gabriel García Márquez y Elena Poniatowska y maestros actuales como Josefina Licitra, Alberto Fuguet o Gabriela Wiener.

El capítulo central de esta obra, el más original y logrado para mí, es el que presenta los temas y brinda ejemplos sobre cómo la crónica actual trata a cada uno.

Amazonas y heroínas; Añoranza de países lejanos; Arcadia y el salvaje noble; Bajada al infierno; Bandido justo, rebelde; Bufón sabio; Codicia, avaricia; sed de oro, avidez de dinero; Decadente, decadencia, el descontento, el melancólico; Emigrante, emigración, ídolo lejano recuperado; Ermitaño, estrafalario; Tiranía y tiranicidio, traidor; Vida deseada y maldita en una isla.

Estos son los temas. Los miro y sonrío. Todos estos personajes, estos lugares y estos motivos están en El anillo del nibelungo de Richard Wagner. Y en El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien. Y en Harry Potter de J. K. Rowling. Y en Juego de tronos de George R. R. Martin y los guionistas de la serie de HBO. Son los temas de las sagas medievales, de los textos sagrados como la Biblia, la Torá, el Corán, el Popol Vuh o el Bhagavad Gita, de las tragedias griegas y de las obras de Shakespeare. Por eso están en los diccionarios de temas y de argumentos de la literatura universal de Elizabeth Frenzel, que Aguilar usa como guía para sus motivos en las crónicas latinoamericanas.

Todos estos autores, para el ojo avizor y avezado de Aguilar, se enfrascan en estos temas desde dos posiciones narrativas: desde adentro, el camino de la “fenomenología cultural”, o desde afuera, la ruta del “realismo etnográfico”.

  ¿Quién le canta a amazonas, heroínas, bandidos y rebeldes? Cristian Alarcón. ¿Quién añora países lejanos? Leila Guerriero. ¿Quién busca una arcadia perdida? Martín Caparrós. ¿Quién baja al infierno y también le ríe las gracias al sabio bufón? Alberto Salcedo Ramos. ¿Quién provoca y señala la codicia y la sed de riquezas de los congéneres? Juan Pablo Meneses. ¿Quién retrata a genios ermitaños y estrafalarios? Julio Villanueva Chang. ¿Quién desnuda los grandes crímenes y pequeñas miserias de los tiranos y sus secuaces? Juan Cristóbal Peña. ¿Quién busca la verdad en la isla maldita de la memoria y el desierto de la inhumanidad? Marcela Turati.

 

 

*          *          *

Este buceo que parte de la gran tradición literaria de occidente para llegar a los contadores de aquí y ahora tiene para mí aliento borgeano. Yo creo (esto es solo en parte una broma) que como hacía Borges en sus mejores cuentos, Marcela Aguilar se inventó a la supuesta teórica Elizabeth Frenzel y su sospechosa colección de posibles argumentos y temas. ¿Y si La era de la crónica, el libro que usted, señora lectora, señor lector, tiene entre manos fuera en realidad un exquisito juego de espejos y laberintos a la manera del inimitable Jorge Luis?

En uno de los momentos más lúcidos e iluminadores del libro, Aguilar llama la atención sobre dos temas que faltan, que la actual crónica latinoamericana no mira, o sobre los que apenas trata de puntillas. Son el amor romántico y el amor al conocimiento. Las relaciones de pareja y amistad y la ciencia y la tecnología. El nuevo periodismo norteamericano y la literatura de no ficción europea sí tratan estos temas. En la obra de Emmanuel Carrére y de Svetlana Alexiévich hay amor, mucho amor. En la obra periodística de Gabriel García Márquez no. Sus novelas están llenas de enamorados; en su periodismo la política le gana la batalla a la libido.

Y el llamado “nuevo Nuevo Periodismo” de Estados Unidos está lleno de científicos, investigadores, amantes del saber, pioneros de la era digital, empresarios de la nueva economía, como había en las letras latinoamericanas hace un siglo, cuando se creía en la épica del conocimiento. Hoy apenas una gran crónica, El rastro de los huesos, de Leila Guerriero, tiene a un puñado de antropólogos forenses como héroes y agonistas. En la mayoría de las crónicas, señala Aguilar, hay poco amor y mucho pecado capital.

Después de trazar un mapa de temas, estilos y posiciones narrativas, la autora se lanza a analizar a los analizadores. Vuelca su mirada a los estudiosos de la crónica. Allí combate con originalidad y valentía el proclamado “excepcionalismo” de estos supuestos Nuevos Cronistas de Indias. Como ella demuestran, ni son tan distintos de sus congéneres de Europa y Norteamérica ni representan un quiebre o un cisma con el periodismo de las generaciones anteriores.

Al final, esta cronista de la crónica logra una obra que perdurará en el tiempo. Porque, como le sucedió a Deryck Cooke en su encuentro con la obra de Wagner y de Mahler, a Marcela Aguilar el mundo ancho y profundo de los cronistas le hizo encontrar en la obra de los demás su tema, su argumento, su motivo.

Buscando como lectora a los más creativos cronistas de su época, se encuentra como escritora y sale ahora al encuentro de sus lectores. Tengo la fortuna de haber sido uno de los primeros.

 

Leer más
profile avatar
17 de octubre de 2019
Blogs de autor

Sobre ocho finalistas del Premio Periodismo de Excelencia en Chile

El Departamento de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, donde trabajo, organiza y entrega cada año el Premio Periodismo de Excelencia (PPE). Cientos de reportajes, crónicas, entrevistas y artículos de opinión participan en la categoría de Periodismo escrito, y se han incorporado en los últimos años las categorías Audiovisual y Digital.

Los ganadores y finalistas en texto se publican en El Mejor Periodismo Chileno, que muestra año a año la vitalidad y vigencia de reporteros que investigan a fondo y escriben con arte.

En el ejemplar de este año, que refleja lo mejor de lo publicado en 2017, se me pidió que escribiera las introducciones a varios de los textos.

Quiero compartir aquí algunos de estos comentarios breves, entre el ensayo mínimo, la explicación y la reseña. Trato de hacer honor a estos excelentes escritores y reporteros de este país: Claudio Pizarro y Jonás Romero, Matías Sánchez, Natalia Ramos, Mirko Macari, Constanza Michelson, Alberto Fuguet, Álvaro Bisama y Martín Hopenhayn.

 

 1.       Finalista en crónica: “El oscuro sótano de los Maristas”, de Claudio Pizarro y Jonás Romero (25 de octubre, The Clinic)

Abusos sexuales en la iglesia. Pederastia de Hermanos Maristas y de encubrimiento en sus colegios. Es uno de los grandes temas del año 2017. Este extenso y bien investigado reportaje de The Clinic pone al descubierto no solo las repetidas prácticas de sacerdotes abusadores, sino la falta de acción de las autoridades eclesiásticas que debían velar por la integridad y los derechos de los niños puestos a su cuidado. En la historia más reveladora de este texto, que tuvo mucho impacto, un profesor del Instituto Alonso de Ercilla, quien había sabido de abusos a sus compañeros en el mismo colegio en su infancia, encuentra a ese mismo abusador llevándose a un niño por un pasillo: se lo quita. En poco tiempo, este profesor es despedido. La conclusión es clara y concluyente. Claudio Pizarro y Jonás Romero logran hablar con fuentes que superan su miedo, su pudor, su asco, para contar historias dolorosas pero necesarias. El caso sigue vivo, una investigación canónica está en marcha. Y resurgió en enero de 2018 cuando el Papa Francisco, de visita en Chile, y fue criticado por reunirse con encubridores de los maristas y de los abusos sexuales de Fernando Karadima. Mientras tanto, la revista también siguió investigando el caso: gracias a un reportaje posterior, el primer  investigador de este caso, también acusado de acoso sexual, tuvo que renunciar.

 

 2.       Finalista en crónica: “Buscando vida entre la muerte”, de Matías Sánchez (28 de julio, La Tercera)

En el momento más duro para cualquier familiar, cuando se enteran de que su marido, esposa o compañero de vida, alguno de sus hijos o padres está en estado irreversible de muerte cerebral, recibe un pedido de alguno de los cinco coordinadores de la oficina que gestiona la donación de órganos. El tiempo apremia: el paciente que espera la donación de un órgano no puede esperar, y los órganos pronto serán inservibles. El periodista Matías Sánchez de La Tercera acompaña durante un día a la enfermera Lydytt Alfaro en su afanosa tarea de conseguir que los familiares donen corazones, hígados, córneas o riñones que significarán la salvación de otro paciente. En Chile, como en otros países avanzados en materia de trasplantes, se supone que cada ciudadano acepta que sus órganos sirvan a otros tras su muerte si no lo prohíbe expresamente, pero hace falta la aceptación de los familiares. Los casos que expone esta crónica están llenos de dolor, esperanza y la pasión de un grupo de profesionales de la salud que estas historias sacan a la luz con mucho conocimiento y respeto. Por eso es un muy buen ejemplo de periodismo social y divulgación científica.

 

 3.       Finalista en crónica: “La Viña de la pobreza”, de Natalia Ramos (17 de marzo, Viernes de La Segunda)

En la línea del más clásico periodismo que denuncia bolsones de carencia y miseria en medio de la abundancia y el derroche, este reportaje evidencia el costado amargo de la aparente fiesta sin fin de Viña del Mar. Tomas, campamentos, viviendas autoconstruidas sin luz, sin agua potable, sin gas, sin cañerías ni calles asfaltadas. Muestra también una realidad nueva: familias de clase media que solo se pueden permitir vivir en estos terrenos tomados y transformados en un barrio al que pusieron por nombre el del recordado presentador televisivo Felipe Camiroaga, muerto en un accidente aéreo. Son los nuevos rostros de la pobreza en Chile. Este reportaje de Natalia Ramos, publicado en marzo, causó revuelo. Fue una de las razones por las que el estado tomó cartas en el asunto y en diciembre de 2017 trajo la luz eléctrica a estas barriadas. Un valioso ejemplo de periodismo de contraste, que se acerca a las historias y las voces de los olvidados.

 

 4.       Ganador en Opinión: “Eliodoro, ¿por qué me has abandonado?”, de Mirko Macari (6 de enero, El Mostrador)

 

“Lagos no es Lagos”. Así comienza la brillante columna de Mirko Macari, férreo columnista independiente y director por nueve años y hasta mayo de 2018 del medio digital de noticias y análisis El Mostrador. Es un muy buen ejemplo del comentario de urgencia, que explica sin remilgos y con profundidad, bisturí en mano, el por qué y el cómo del derrumbe del símbolo de la Concertación y el retorno a la democracia en Chile Ricardo Lagos al día siguiente de que las encuestas sepultaran sus pretensiones de volver. Como si se tratara del argumento de una novela de Tom Wolfe, concluye Macari, el ocaso del coloso socialista abandonado por quienes antes lo aplaudían marca un punto de inflexión en la política del país. No lo tumbaron sus enemigos, sino sus amigos. Con esta columna que pone al lector a reevaluar sus propios recuerdos en contacto con una mente capaz de ver a la vez el árbol y el bosque, el jurado del Premio de Excelencia valora también el trabajo pertinaz y lúcido de los analistas que echan luz rápida sobre los avatares de la política diaria. Porque “Macari no es (tampoco) Macari”.

 

 5.       5. Finalista en opinión: “El crimen de los buenos”, de Constanza Michelson (2 de noviembre, The Clinic) necesaria en este país en el que la discusión

Cuando el año pasado la revista Paula reprodujo un capítulo del último libro de la psicoanalista Constanza Michelson, Neurotic@s: Bestiario de locuras y deseos contemporáneos, se refirió a su “aguda y ácida mirada”. Esa es la mirada que prevalece y destaca en sus celebradas columnas de opinión en The Clinic. En El crimen de los buenos desmenuza, explica y saca sorprendentes conclusiones del “escándalo de las leches”. En la superficie, se trata de una mala gestión que llevó a que un cuarto de la lecha materna que el Estado compró caro se pudriera en bodegas. En el fondo, el debate es sobre cosas más profundas: leche materna contra leche industrial para bebés,  madres que trabajan, infancia en riesgo y fondos públicos para permisos de maternidad. A quienes quieran saber cómo comenzando con una frase aparentemente simple como El escándalo de las leches comenzó el año pasado” y la autora logra llegar a Lo cierto es que históricamente la mujer ha sido afín a la búsqueda de lo sagrado”, se los invita a leer esta excelente columna de la psicoanalista más mediática de Chile.  

 

6.       Finalista en Opinión: “República bananera”, de Alberto Fuguet (26 de octubre, Qué Pasa)

Nadie mejor que Alberto Fuguet, el novelista, cuentista, director de cine y creador de la generación McOndo, para contarle a los chilenos lo que se cuece en los Estados Unidos de Donald Trump. Fuguet vivió una infancia de exilio y “sueño americano” en California, y llegó al Chile de la dictadura para sufrir la grisura y el silencio, y refugiarse en el cine y la cultura popular gringa. Desde entonces es un exquisito intérprete a caballo entre ambas culturas. Sus exitosos relatos de Sobredosis (1990) y Mala Onda (1991) son manifiestos de una generación que buscar escapar tanto de la dictadura interior como de la nostalgia revolucionaria. Estados Unidos siempre está en el territorio imaginario que fue construyendo en su obra posterior. En su gran novela de no ficción Missing (2009), recorre la “América profunda” en busca de un tío perdido en la tragedia de la emigración. En este ensayo personal, crónica de viaje o manifiesto polémico llamado República Bananera, vuelve a un país que conoce bien y muestra las complejas grietas de una sociedad confundida a un año de la elección del presidente impensable. “Trump no ha logrado hacer América grande aún o de nuevo, pero sí más patriotera. Y su real triunfo es que buena parte del país no se escandalice con sus extraños y exasperantes modus operandi, sino que los celebre,” explica Fuguet en este texto inclasificable, divertido y doloroso.

7.       

7.       Finalista en Opinión: “Un buen show”, de Álvaro Bisama (17 de marzo, La Tercera)

El novelista, ensayista y profesor de literatura Alvaro Bisama se ha posicionado en pocos años como una voz original, profunda y divertida para hablar de la televisión. Ni repetidor de la publicidad de los canales y el entusiasmo de los fans, ni tampoco defensor de la Alta Cultura y denigrador del apocalipsis de los programas televisivos para las masas, Bisama comparte esta combinación de gusto por lo popular y erudición con los decanos de la crítica televisiva en nuestro idioma: el catalán Ferran Monegal (El Periódico de Catalunya) y el colombiano Omar Rincón (El Tiempo). Cada semana en La Tercera describe y desmenuza teleseries, informativos, entrevistas políticos y publicidad con fulgor verbal y alegre desparpajo. Un ejemplo de su mirada punzante es esta visión de la historia del supuesto sabio económico desenmascarado como pillo e impostor Rafael Garay. “Maestro de la posverdad, Garay hizo de la mentira un arte, una estética y una ética y con eso nos dio a todos un espectáculo que contemplar, una ficción a la cual fugarnos en los momentos de ocio”, escribe Bisama. En un juego al que invita a los lectores, transforma los episodios de la fuga y captura de Garay en el argumento de una posible serie de Netflix, y a la vez demuestra que la crítica televisiva puede ser, como las mentiras de su personaje, un arte.

 

 8.       Ganador en entrevista: Martin Hilbert: “Obama y Trump usaron el Big Data para lavar cerebros”, de Daniel Hopenhayn (19 de enero, The Clinic)

Cuatro mil quinientas pilas de libros que lleguen hasta el sol. Esa es una forma de medir la cantidad de información que circula por el mundo. “Mucha información”, dice el doctor en comunicación Martin Hilbert, alemán con muchos años de trabajo en la Cepal en Chile y ahora profesor en la Universidad de California y asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Daniel Hopenhayn le hace una magistral entrevista, modelo de cómo acercarse a un experto para informar, educar e iluminar a lectores interesados en el uso y abuso de la tecnología para el control social y el éxito político. No es usual que una entrevista de tema más que de personaje gane un premio como este. Al comenzar la lectura, el público no sabrá quién es Hilbert. Al final, habrá entendido por qué era importante escuchar su voz: explica con conocimiento, rigor y capacidad para traducir complejas ideas científicas al lenguaje cotidiano. Y lo hace desde la independencia, que le permite analizar y criticar por igual las estrategias de comunicación y uso de Big Data de Barack Obama y de Donald Trump.

Leer más
profile avatar
13 de julio de 2018
Blogs de autor

Una historia terrible y luminosa: «Los escogidos», de Patricia Nieto

Los escogidos de Patricia Nieto es una historia terrible y (no ‘pero’: ‘y’) luminosa. Patricia Nieto es una académica de la comunicación en la Universidad de Antioquia en su Medellín, pero no solo enseña a agradecidos alumnos hambrientos de crónica: ha organizado talleres para víctimas de la violencia, para que puedan sacar afuera el dolor y la angustia que los atragantaba, y que desde afuera se pueda escuchar su voz.

 

*          *          *

La historia parece simple: a Puerto Berrío llegan, flotando por el río Magdalena, los cadáveres de mujeres y hombres, víctimas de la violencia colombiana. Vienen sin nombre, sin identidad, sin historia. Un grupo de vecinos los acoge, los nombra, los entierra, los visita y les cuenta cosas. Son actos de desagravio, que vuelven a humanizar a los que fueron torturados, asesinados y deshumanizados. A veces vienen familiares en busca de sus deudos. A veces los encuentran, y entonces los vecinos los dejan ir como a amigos que parten.

*          *          *

Con estos mimbres, Patricia Nieto construye un libro de periodismo narrativo con mucho de poesía. De hecho, le encuentro puntos de contacto con relatos de grandes cronistas que destilan prosa poética para acercar al lector a la esencia y el sentimiento de una historia. En primer lugar, Elogiemos ahora a hombres famosos, de James Agee. En América latina, uno de mis favoritos es Missing, de Alberto Fuguet. Y a caballo entre las Américas, Ciudad del crimen, de Charles Bowden. Cada uno a su manera, cuentan la realidad con prosa más poética que novelística. Leyéndolos, te dejas llevar por un ritmo intoxicante, que te hace bailar con las palabras como si fueras la serpiente del encantador hindú.

*          *          *

A veces hay conversaciones entre la periodista y los personajes. De pronto, ellos hablan con los muertos. En otros momentos, interpelan al lector.

Pasan por Los escogidos la historia terrible de Colombia, la ciencia bruñida del forense, y como en el mejor Kapuscinski, de la niebla de lo que ignoramos tras investigar mucho, surgen las preguntas en estampida: “¿Quién divisó tu cuerpo detenido en un recodo del río. A qué horas se sorprendieron los niños con tu cuerpo como toro desollado. Cuántas horas permaneciste en ese pozo oscuro. Se alimentaron los peces de tu carne. Sorprendiste a los perscadores cuando emergiste del lecho frío. Sabe a hierro la tierra después de la lluvia. Te acompañó la luna?”

El libro de Patricia tiene la levedad del susurro y la profundidad de las sentencias definitivas.

*          *          *

"Los escogidos" fue publicado en Medellín por la editorial Sílaba en 2012.

Leer más
profile avatar
22 de marzo de 2013
Close Menu