Lluís Bassets
Todavía no hemos superado el trauma. Ni unos ni otros. Los brexiters, encabezados ahora por Theresa May, más sensata que Farage, Johnson y compañía, aclaran que no habrá segundo referéndum ni regreso a la UE por la puerta de atrás y repiten como un mantra para atraer la lluvia que Brexit es Brexit, una tautología hipnótica que nada significa mientras nadie sepa aclararnos qué es o puede ser realmente el Brexit.
La Unión Europea se enfrenta a dos dificultades para salir a su vez de la conmoción. La primera es empezar a olvidarse de que el Brexit es una catástrofe, aunque efectivamente lo sea, para empezar a buscar salida al disparate. La segunda es evitar que todo los esfuerzos de la UE a partir de ahora se dediquen exclusiva y únicamente a enzarzarse con Londres para ver quién sale ganando de la pelea.
Jean-Claude Piris, jurista y ex director de los servicios jurídicos de la UE, ha aclarado algo extremadamente importante respecto al famoso artículo 50 en el que se contempla la eventual salida del club. Una vez se activa dicho artículo, cosa que la señora May quiere hacer cuanto antes pero a principios de 2017, quedan dos años para negociar un acuerdo de retirada que deberá ser ratificado por la Cámara de los Comunes, y solo si no hay acuerdo en este plazo de tiempo y a la vez tampoco lo hay para prorrogarlo, entonces se produce la ?desconexión? automática que deja fuera de los tratados al Reino Unido.
Piris señala que mientras no se llegue a este punto, Londres tendrá siempre tiempo para reflexionar e incluso para retirar su petición de salida después de haber manifestado su intención de salirse y que, de hecho, la negociación con la UE como ?país tercero? no empezará hasta que no se haya producido la retirada.
Quedan dos o tres años a más alargar, por tanto, para que los británicos se lo piensen. Pero la mejor manera de ayudarles es que la UE a su vez también piense honestamente cómo debe ser una UE sin Londres y cómo debe relacionarse con Londres esa UE sin Londres. El think tank bruselense Bruegel acaba de publicar un ?paper? que aborda por primera vez el problema y de forma integral, es decir, imaginando un nuevo diseño de la UE que resuelva el problema del Brexit sin dañar el futuro de la integración europea ni siquiera del proyecto de una unión más estrecha entre los pueblos de Europa.
Además del prestigio de Bruegel, este ?paper? tiene el aval de sus cinco autores, personalidades de prestigio académico e intelectual, como Jean Pisani-Ferry, André Sapir, Paul Tucker, Guntram Wolf e incluso político, como es el caso de Norbert Röttgen, presidente de la comisión de Exteriores del Bundestag. Es, por supuesto, un traje a medida pensado para resolver los problemas que plantea el Brexit, pero tiene la virtud de que puede servir para otros países europeos e incluso no europeos.
La idea fundamental, que desarrollaré un poco más en un próximo post de este blog, es organizar una Europa de tres velocidades, con un núcleo alrededor del euro y del proyecto político de integración plena, un segundo círculo de los países que no pertenecen al euro pero aspiran integrarse y un tercer círculo, exterior a la UE pero estrechamente vinculado por la cooperación intergubernamental en áreas específicas, en el que junto a Reino Unido se podrían integrar en un futuro Ucrania, Turquía o incluso Marruecos.
Los autores del 'paper' piensan, y creo que llevan razón, que hay que darle la vuelta al Brexit y convertirlo en una oportunidad para avanzar en la integración europea en vez de quedarnos paralizados o retroceder, como sucederá si solo nos dedicamos a ir distanciándonos y desconectando de Reino Unido sin una estrategia y un objetivo compartido. Quizás haciendo esto, los británicos serán capaces de echar el freno y evitar lo que, al final de las cuentas, será un mal negocio para todos.