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Usos y abusos del huracán

Por 3 de noviembre de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Edmundo Paz Soldán

El 26 de octubre por la mañana el gobierno cubano anunció que el huracán Sandy había provocado once muertes en la isla. Al rato de comunicarse la noticia, Shirley Phelps-Roper, hija del pastor de una iglesia bautista en Kansas, agradecía a Dios en Twitter (@DearShirley) por su "juicio justo". Días después, continuaría con los agradecimientos, esta vez a Sandy por haber destruido las costas de Nueva Jersey y la ciudad de Nueva York, lugares llenos de gays, "en la escala más baja de la depravación humana". Shirley no estaba sola en ese deseo de ver signos de la intervención divina en Sandy; a pocos días de las elecciones presidenciales, no faltaron los pastores evangélicos que culparon a Obama del huracán.

Los desastres naturales -huracanes, tsunamis y demás- nunca son solo lo que son; siempre representan algo más, se han convertido en metáforas fáciles. Uno encuentra en ellos lo que busca. Las interpretaciones divinas han dominado, quizás porque esos desastres están ya entramados en el Apocalipsis de San Juan como símbolos, alegorías, formas en las que Dios o el Demonio se comunican con nosotros.

Si los huracanes van a representar algo, es mejor que dialoguen con la historia. En la literatura y el cine recientes hay ejemplos del uso del huracán sin intervención divina o maligna. En pocas literaturas aparece tanto el huracán como la cubana. Un ejemplo reciente es el de Ena Lucía Portela y su irónico "Huracán" (2009). En ese cuento, Mercy, la narradora, toma la decisión de suicidarse de una manera particular: quiere que un huracán se la lleve. El problema es que, cuando llega Michelle, no se sabe muy bien por dónde aparecerá; al final, este causa "derrumbes, penetraciones del mar, gran parte del tendido eléctrico por el suelo", pero la narradora sigue viva. No importa: persistirá en su decisión y se pondrá a esperar otro huracán.

En el cuento de Portela, el huracán sirve como metáfora de una fuga de la historia. La narradora sugiere que sus terrores desaparecen apenas decide suicidarse de esa manera, a fines de los noventa; es "una especie de exorcismo". El cuento se lee como una crítica feroz a una realidad intolerable; entre la naturaleza y la historia, la narradora se queda con la naturaleza. No es necesario que Portela mencione el castrismo para saber a dónde va dirigida su crítica.

El huracán Katrina ha dado lugar a Zeitoun (2009), de Dave Eggers, una gran crónica que captura la devastación producida por el huracán desde un registro intimista. Eggers no se libra del registro épico: el enfrentamiento produce la inevitable dicotomía de la lucha entre el hombre y el desastre natural. De ese lugar común para la literatura nacen algunas de las mejores páginas de Zeitoun. Zeitoun es un inmigrante sirio que decide quedarse mientras la gran mayoría busca escapar de Nueva Orleans. Quedarse le revelará el "nuevo mundo" post 11 de septiembre, en el que un musulmán como él puede ser sospechoso de transgredir la ley incluso cuando solo está tratando de ayudar. Pero en el fondo esta es una crónica de integración: Zeitoun quiere ser aceptado en su patria adoptiva, y nada hará que vacile su optimismo.

Beasts of the Southern Wild (2012) es la historia de Hushpuppy, una niña de seis años que vive en el Bathtub, una isla separada del resto de Louisiana, en la que vive una comunidad pobre pero orgullosa, con sus propios mitos y leyendas. La maravillosa -en más de un sentido- película de Benh Zeitlin usa al huracán de manera opuesta a Eggers: su llegada no propicia la integración al país, sino más bien reafirma el espíritu individualista del Bathtub, resistente a las órdenes gubernamentales de evacuar la isla. Hushpuppy siente que todo estará bien mientras su padre no se vaya de su lado y ella pueda refugiarse en el mito de los Aurochs (animales gigantescos que protegen al Bathtub).

Escape de la historia, crónica del enfrentamiento del ser humano frente a las inclemencias de la naturaleza, o deseo libertario de seguir viviendo en su enclave. Fuga del Estado-nación o integración a este: mientras se deje en paz a Dios todo estará bien con los usos y abusos del huracán.

(La Tercera, 3 de noviembre 2012)

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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